El oscuro laberinto de la angustia y de la depresión

Dr. Franco Lotito C. – www.aurigaservicios.cl
Académico, Investigar y Escritor (UACh)

“No es la soledad la que provoca la angustia, sino la dependencia que se tiene de otra persona y la espera en vano de un abrazo sincero, amoroso y afectuoso”.

“Aquel que tiene un por qué vivir, puede enfrentar cualquier cómo” (Friedrich Nietzsche).

Toda angustia que vive una persona, lleva implícita una porción de aflicción, tristeza y congoja, y representa un estado de intranquilidad e inquietud que puede ser experimentado de manera muy intensa por el sujeto afectado, estado que puede ser causado por un grave accidente, una desgracia que le aconteció a la persona o por la amenaza –real o imaginaria– de un peligro que acecha a este individuo, una condición que se relaciona estrechamente con la depresión, la cual, a su vez, está considerada como un trastorno severo del ánimo, caracterizada por una profunda sensación de tristeza, decaimiento anímico, pérdida de interés por todo aquello que una vez motivó al sujeto, la presencia de baja autoestima y una disminución o ralentización de las funciones psíquicas, entre otros síntomas.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que la depresión encabeza la lista de enfermedades como la principal causa de problemas de salud y de discapacidad en todo el mundo. De acuerdo con las últimas estimaciones de la OMS, alrededor de 300 millones de personas sufren de depresión y el número de personas que se suman a este listado no cesa de aumentar. Tanto es así, que entre los años 2005 y 2015 se produjo un incremento que llegó al 18%.

Por otra parte, la depresión es la responsable de un 60% de los suicidios en los países occidentales y corporeiza a una enfermedad que devora cada vez más víctimas, por cuanto, se corre el riesgo de convertirse en un problema de salud muy serio, especialmente cuando es de larga duración, pudiendo causar un alto nivel de sufrimiento y desesperación en el sujeto afectado, en función de que esa persona no está en condiciones de controlar o manejar las emociones negativas que la invaden, por sí sola, alterando completamente las actividades laborales, escolares y familiares.

Cada año se suicidan en el mundo alrededor de 800.000 personas, representando la segunda causa de muerte en el grupo etario que va de los 15 a los 29 años, siendo las mujeres las personas más afectadas por la depresión.

Las últimas investigaciones científicas acerca de esta enfermedad demuestran que una depresión no tratada a tiempo tiene graves repercusiones tanto a nivel orgánico y psíquico, ya que algunos especialistas ven a la depresión como un trastorno mental. En primera instancia, lo primero que se debilita, es el sistema de defensas bajando la inmunidad del organismo ante diversas enfermedades infecciosas. En segundo lugar, se incrementan las posibilidades de que el sujeto intente un suicidio y, en tercer lugar, aumenta el riesgo de que la persona se genere un cáncer o un infarto al miocardio.

Se sabe, por ejemplo, que la depresión está asociada a un déficit de un neurotransmisor cerebral llamado serotonina, que es una sustancia química producida en forma natural por nuestro organismo, que representa a un estabilizador del ánimo y que se encarga de transmitir señales entre las células, permitiendo regular ciertas conductas y necesidades corporales.

Una depresión puede ser causada por diversos factores: un problema de la glándula tiroides, experimentar el síndrome premenstrual, estar afectado por un desorden hormonal, tener diabetes, pasar por vivencias estresantes (grave problema conyugal o de pareja, pérdida de la fuente laboral, fallecimiento del cónyuge o de otro familiar cercano), sufrir una enfermedad grave (cáncer, accidente que lleva a la invalidez), sufrir de alcoholismo o drogadicción, como efecto secundario de algún medicamento, una deficiencia nutricional, por la influencia de una determinada estación del año, etc. (Las frías estadísticas señalan que las depresiones se agudizan en primavera, y el cambio de estación puede agravar una depresión, provocando el suicidio de las personas afectadas. En este caso, se habla de la presencia de un Trastorno Afectivo Estacional).

Es así, por ejemplo, que se ha investigado que el complejo vitamínico B juega un rol relevante en el metabolismo de los neurotransmisores cerebrales, ayudando a estabilizar el ánimo y las emociones de las personas. Complementariamente con lo anterior, se ha detectado que en pacientes con depresiones severas existen serias deficiencias de sustancias como la riboflavina, piridoxina, vitamina B12 y ácido fólico, por lo tanto, poner algo de atención a la dieta puede ayudar a superar de manera exitosa depresiones con carácter leve.

En relación con el trastorno de la depresión con grado de moderada o severa –que puede ser de diversos tipos: mayor, encubierta, reactiva, endógena, depresión posparto, etc.–, es preciso estar muy alerta a cierta sintomatología.

La presencia de ideas pesimistas, una angustia inexplicable, una fatiga o cansancio crónico, pueden representar las primeras señales de alerta. Si a las señales anteriores se suman los síntomas que se enumerarán a continuación, entonces, la recomendación, es buscar ayuda profesional cuanto antes:

1. Trastornos del sueño: insomnio de conciliación, despertar temprano (o despertares nocturnos) con imposibilidad de continuar durmiendo.

2. Hipersomnia: somnolencia diurna excesiva.

3. Cansancio extremo, abulia y falta de energía: la persona tiene severas dificultades para levantarse y cumplir con sus tareas diarias.

4. Ver todo como en un túnel oscuro del cual no hay salida posible.

5. Anhedonia o pérdida del placer o gusto por actividades que antes alegraban y complacían a la persona.

6. Abatimiento y desinterés por el autocuidado, aseo e higiene personal.

7. Labilidad emocional: estallar en llanto sin un motivo aparente. (En los niños puede haber una baja en el rendimiento escolar, trastornos del sueño, apatía, mutismo, irritabilidad y tristeza persistente).

8. Trastornos del apetito, ya sea que la persona aumenta o pierde mucho peso.

9. Presencia de trastornos digestivos: dolores de estómago, acidez, reflujo, estreñimiento, cólicos, gases.

10. Irritabilidad y cambios repentinos de humor.

11. Sentimientos de inutilidad y presencia de baja autoestima.

12. Serios problemas para concentrarse y focalizar la atención.

13. Aislamiento social: la persona se distancia de amigos y gente muy cercana.

14. Presencia de ideación y pensamientos suicidas.

Afortunadamente, hoy en día existen diversos tipos de tratamientos para efectos de enfrentar y superar de manera exitosa una depresión, en que lo más recomendable, es combinar alguna forma de psicoterapia con la prescripción de algunos fármacos antidepresivos, con el fin de contener el proceso depresivo y acompañar a la persona en su camino hacia la recuperación de su salud y de su estabilidad emocional.

Si bien es necesario un entrenamiento mental –de preferencia en la consulta de un terapeuta experto– que ayude a cambiar los pensamientos negativos por ideas más positivas y optimistas, un primer paso –en caso de que usted esté sintiendo los primeros síntomas de una depresión– es que usted intente “colorear mentalmente” sus pensamientos negros con tonos alegres y brillantes, por cuanto, la base teórica de la terapia del tipo Cognitiva que utilizan algunos terapeutas, postula que las ideas pesimistas “empujan” –por decirlo de algún modo– a la persona a actuar de acuerdo con estas ideas pesimistas, logrando que el sujeto quede “anclado” en la depresión y sea incapaz de escapar de este laberinto –tal como en un círculo vicioso–, donde la angustia y la tristeza copan todos los espacios posibles.

Si usted siente, que solo(a) no es capaz de superar esta sensación invasiva que le impide salir del laberinto, no DUDE en solicitar ayuda profesional, de otro modo, está arriesgando –y poniendo en juego– no sólo la búsqueda de la felicidad que usted se merece, sino que su valiosa vida. Es un riesgo innecesario.

Tenga siempre presente, que lo único que resguarda y protege a nuestro sistema inmunológico es la alegría, el optimismo y la felicidad, y cuando estas emociones están presentes, la depresión y los trastornos del ánimo no tienen cabida, y están obligadas a irse en retirada.
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