Marihuana: The Chilean Way

Por Patricio Labatut, gerente general Global Partners.

La semana pasada se aprobó en la honorable Cámara de Diputados el proyecto de ley que tiene como objetivo legalizar el autocultivo de cannabis para el consumo privado, y despenalizar su expendio y cultivo para fines medicinales. Francamente, nos preocupa la opinión de la mayoría de nuestros diputados acerca de un tema que definirá el futuro de Chile en materia de política de drogas.

Para aquellos que defienden la despenalización de la cannabis, este proyecto busca reducir el narcotráfico y los delitos asociados al tráfico de drogas, a la vez que pretende normar el uso de la marihuana como alternativa paliativa al dolor en ciertas enfermedades.

En tanto, quienes se oponen al proyecto, argumentan que las experiencias en otros países y Estados no son buenas y que las cifras de consumo en nuestro país ya son preocupantes, sobre todo entre nuestros adolescentes. Hace justo un mes, la OEA alertaba en un informe sobre el alto consumo entre los jóvenes chilenos, el mayor de toda la región.

Hacer las cosas de forma correcta no requiere de un gran esfuerzo; bastaría con fijarse en los ejemplos internacionales al respecto. Holanda, por ejemplo, tiene una política muy abierta hacia las drogas, pero ha sido capaz de normar de forma que el consumo en espacios no permitidos sea una infracción grave, al igual que el consumo en entornos laborales o la conducción bajo la influencia de las drogas.

Nos preocupa, por ejemplo, que en casi siete meses de vigencia de la Ley Emilia, no haya reglamento para fiscalizar el consumo de drogas en conductores. También, que la reforma al Código Laboral no “desincentive” el consumo de alcohol y drogas, teniendo en consideración que según la ACHS el 29,4% de los accidentes laborales dan positivo a drogas.

¿Cómo es posible, entonces, evaluar una despenalización de consumo si esta no va de la mano de una robusta normativa en prevención y fiscalización?

Fuente: sperez@e-press.cl
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