En el agro local no todas son malas noticias

Que la leche y la carne no avancen no significa que la agricultura de la zona esté en retroceso: informe del Cieplan destaca que, adicionalmente, en el aumento del número de productos frutícolas exportados ha habido una significativa expansión del volumen exportado y dentro de ello, Osorno es gran protagonista.

La lucha entre productores y procesadoras de lácteos que tiene episodios álgidos como denuncias en la Fiscalía Nacional Económica, el Tribunal de la Libre Competencia, por el lado de los primeros y cuestionamientos al sistema cooperativo, fin del bono de desarrollo para perjudicar el financiamiento de los gremios y término del bono de volumen como contrataque de los segundos, no es lo único que está ocurriendo en el agro local.

Y es que si bien el término “Chile Potencia Agroalimentaria” acuñado a inicios de siglo parece hoy un chiste para el sector ganadero que está estancada en producción de leche desde hace casi una década y que se lamenta por el decrecimiento de la masa ganadera hasta los niveles más bajos de los últimos 50 años, existen rubros que, en silencio, sí avanzan abriéndose mercados a pasos agigantados.

La semana pasada, el Cieplan estableció un crecimiento sustancial del sector frutícola donde nuestra zona es cada vez más protagonista en el mercado internacional. De acuerdo al reporte del organismo, en 1986 el país enviaba al exterior fundamentalmente dos productos: uvas y manzanas. Ahora hay 20 productos frutícolas chilenos que son exportados a nivel mundial.

El informe elaborado por Patricio Meller y Pablo Parodi, de Cieplan, refuta la tesis de que la canasta exportadora sigue concentrada en que el país poco ha avanzado en diversificarla y que prácticamente seguimos dependiente del cobre o comercializando los mismos productos. “Detrás de esa frase hay un mito que todo el mundo repite: hace tres décadas exportamos básicamente lo mismo”. Para demostrar que esa frase es un mito, realizaron un informe donde analizan la evolución que ha tenido el sector exportador frutícola. En ese sentido, de acuerdo al reporte, en 1986 el país enviaba al exterior fundamentalmente dos productos: uvas y manzanas. Ahora hay 20 productos frutícolas chilenos que son exportados a nivel mundial.

El informe destaca que, adicionalmente, en el aumento del número de productos frutícolas exportados ha habido una significativa expansión del volumen exportado. “En moneda de igual poder adquisitivo a dólares de 2016, en 1986 se exportaba alrededor de US$300 millones de uva y US$200 millones de manzanas; en el año 2016 ese monto subió a US$1.300 millones para la uva y de US$600 millones para manzanas”.

Líder mundial. El informe muestra también que Chile, además, se ha transformado en un importante exportador frutícola a nivel mundial. Es más, destaca que en cuatro productos el país ocupa el primer lugar de exportaciones a nivel mundial. Entre esos productos está la uva, cerezas, arándanos y ciruela. En segundo lugar sobresalen productos como ciruelas secas, frambuesas y moras, frutos comestibles. “Esta es la forma correcta de medir competitividad. El país está siendo productivo en este tipo de productos”, señaló Meller.

Para los investigadores, un requerimiento fundamental para lograr ocupar estas posiciones es el uso de la tecnología moderna. “Antes la tecnología de producción frutícola consistía en utilizar la escalera y tijera, hoy el riego por goteo, sistema de cadena de frío, packing, entre otros, permite que la fruta que se exporta no sea la misma que se producía antes”.

Para Meller, este informe demuestra que “el discurso que se tiene no es válido y eso es lo que se debe empezar a cambiar”.

OSORNO PROTAGONISTA

En el mes de abril de 2017, Revista Campo de El Mercurio ya dio cuenta que Osorno era la nueva frontera de la fruta, calificándola de gran protagonista del gran presente y expectante futuro de este sector.

El año pasado, los invernaderos del Holding Grupo Hijuelas con su División Osorno, ubicado en el sector Las Vegas de Osorno, puso en el mercado tres millones de plantas de frutales, como cerezos, avellanos europeos y arándanos, entre otras -suficientes para 2.500 hectáreas-. Son 15 hectáreas dedicadas a los viveros, con módulos de 3.500 m2, 18 invernaderos, con riego y fertilización de alta tecnología y monitoreo de nutrición constante. Y tienen contemplada como segunda etapa instalar un laboratorio para el cultivo y propagación in vitro, para el cual ya tienen incluso preparado el suelo donde se instalará la planta.

El reportaje de la revista especializada de El mercurio estableció que si a eso se suma el que importantes empresas de insumos agrícolas, como Copeval, Cals o Agrorama están llegando o ya están instaladas en la zona ampliando su oferta hacia la fruticultura, se advierte que no hay dudas del potencial de crecimiento que tiene la fruticultura en Osorno, que es la que concentra la mayor parte de las incipientes plantaciones frutales, algo impensado hace algunos años, pero que ahora, con el cambio climático mediante, ya es toda una realidad.

También empresas y emprendimientos aislados comienzan a aparecer, ganándoles el quien vive a los agricultores locales, quienes se deciden más lentamente por reconvertir sus campos a frutales, aunque los primeros en hacerlo son los que se dedicaban a los cultivos. Con un poco más de retardo, algunos ganaderos comienzan también a mirar la alternativa a sus decaídas producciones lecheras y de ganado de carne. Los números, en todo caso, respaldan con creces el cambio: a grandes rasgos se calcula que la rentabilidad de una hectárea de cerezos es cinco veces mayor que la de una de avellanos europeos, y una de avellano renta diez veces más que una hectárea de lechería.

Es esta realidad la que hizo que el diputado Fidel Espinoza llamara a Indap a ampliar la mirada de los pequeños agricultores hacia otros rubros, ya que hoy éstos sólo tienen posibilidades de subsistir a través de la producción de carne y ganado, ya que 5 a 10 hectáreas de frutales, a diferencia de lo que ocurre con la ganadería, sí puede llegar a cambiar la vida de las personas que forman parte de la agricultura familiar campesina.

"Tenemos la tranquilidad de que los dos tenemos validado el tema. No estamos ofreciendo humo, sino que la realidad que nosotros vivimos y que tenemos cómo demostrar. En cerezos, el crecimiento ha sido explosivo. Debemos tener con suerte 150 a 200 hectáreas plantadas hoy y nos vamos a ir este año a mil hectáreas. Se está triplicando el crecimiento", señaló Andrés Valdivia, encargado del área de cerezos del vivero Hijuelas División Osorno, en aquella entrevista de abril de 2017 con Campo de El Mercurio.

"En el fondo, es tratar de alejarse lo más posible del peak productivo de la zona central. Y eso se consigue ubicando zonas estratégicas donde haya disponibilidad de mano de obra, suelos con agua disponible, ya que increíblemente en esta zona donde pudiera pensarse que el agua sobra ningún campo tiene disponibilidad de agua fácil", explicó, agregando que quien también tiene producción de cerezas en la zona central, hoy por hoy prefiere el sur.

UN CASO EMBLEMÁTICO

De ex funcionario de Nestlé por más de 30 años, consultor en temas del rubro y ex director del Consorcio Lechero, Claudio Sarah, fue presentado por El Mercurio como un caso emblemático, ya que él es también fruticultor de la zona de Buin con 70 hectáreas en las que produce cerezas, uvas y manzanas.

Sarah ya tiene plantados algunos ensayos con 40 plantas de cerezos en su campo a 14 kilómetros de Osorno hacia la costa, que también dedica a la engorda de animales, aunque el año pasado ya estaba viendo la posibilidad, para poner algunas hectáreas de cerezos y avellanos, “que hasta el momento se ven muy bien", dio en esa entrevista.

El boom frutero osornino “lo están generando productores de la zona central que se están viniendo a instalar. Están viendo la oportunidad y compran campos y arman estructuras. En el fondo, les están poniendo el pie encima a los productores de la zona, por un tema de reacción. El productor local todavía está temeroso", dijo Valdivia.

Como el agricultor es muy tradicional, como en todas partes del mundo, le cuesta cambiar, opina Jorge Mohr. "Los pocos cambios que uno ve los llevan a cabo las nuevas generaciones. Son los hijos de agricultores los que están empezando a tomar el campo y ven que los números con los rubros tradicionales son difíciles, y dicen: 'Dejemos un pedacito para probar una cosa distinta'. Él es el que da el puntapié inicial. Porque esto es una decisión de vida. Cuando alguien se mete en fruta es para trabajar los próximos 30 a 40 años en eso. Entonces hay gente que cuando ya tiene cierta edad le cuesta el cambio... Es todo un mundo nuevo, ya no tendrá flujos mensuales de ingresos, por ejemplo", señaló Mohr.

"Para mí, el tema de los frutales de nuez, específicamente el caso de los avellanos europeos sería de la carretera hacia la costa", señaló Cristian Parra, director de SAGO, quien agregó que para cerezas y arándanos la zona se ampliaría desde el valle central hasta la costa, con el cuidado que hay áreas con mayor presencia de lluvias y granizos en primavera.

Según Parra, el crecimiento en la zona sur está limitado por las zonas climáticas y por la disponibilidad de agua. Hasta el momento, señala, los rendimientos han estado dentro del promedio. Hay huertos de 10 años entre 1.500 y 3.000 kilos por hectárea, con sectores del mismo campo mejores que otros y con años con mejor o peor producción.

"Los rendimientos sobre 2.000 kilos son buenos, por lo menos la rentabilidad es superior a la producción de leche, de carne y de cereales. En avellano con cáscara los precios han estado siempre al alza. Cuando partimos el año 2000 había precios de US$ 1,8 por kilo hasta US$ 3,5 a US$ 3,8 de los últimos dos años. Y este año están cerca de los US$ 3,2 el kilo", señala.

Fuentes: Revista Campo El Mercurio y Diario Pulso
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