Anatomía y disección de un manipulador emocional

Dr. Franco Lotito C. – www.aurigaservicios.cl - Académico, escritor e investigador (PUC-UACh)

Primero que todo, es preciso aclarar el significado que tiene la palabra “manipulación”, especialmente, cuando frente a nosotros aparece el concepto “manipulación emocional”, por cuanto, esta situación se produce cuando un individuo intenta ejercer algún grado de control o influencia en el comportamiento de otra persona –o grupo de personas–, utilizando diversas técnicas de persuasión –incluso de sugestión–, con la finalidad de anular y/o eliminar la capacidad crítica de aquella persona sobre la cual se quiere ejercer la manipulación, una acción que, sin excepción, siempre trae aparejada una “agenda oculta”.

En este sentido, la agenda oculta hace referencia a ciertas intenciones del sujeto manipulador hacia otra persona, pero que no son reveladas en forma abierta –y que dicho sujeto espera que nunca serán descubiertas–, con la finalidad última de conseguir un determinado objetivo que sólo beneficiará a quién ejerce la manipulación.

Si bien, el manipulador emocional aparece ante el otro como una “persona encantadora y simpática”, en realidad, este sujeto es un “embaucador profesional”, es decir, es un individuo que tiende a engañar con palabras y cantos de sirena a las personas con las cuales interactúa, ofreciendo –o prometiendo– cosas que no puede cumplir, o que, simplemente, no piensa ni tiene intención de cumplir jamás.

En este sentido, este sujeto experto en manipular las emociones de los demás, tiene, asimismo, grandes habilidades para mentir y disfrazar sus engaños. Dado el hecho que son personas muy egocéntricas, es decir, sujetos que están convencidos, que sus propias opiniones, ideas e intereses son más importantes y valiosas que las de los demás, es muy difícil –cuando no imposible–, que el sujeto sea capaz de interesarse por lo que están sintiendo o pensando las otras personas.



Si los manipuladores emocionales fueran capaces de comprender que las acciones y palabras equivocadas destruyen sueños, destruyen relaciones y destruyen la autoestima de las personas, entonces tendrían un enorme filtro en la garganta, ya que, si un individuo no es capaz de amar, respetar, proteger y cuidar al otro, lo mejor, es mantener la boca completamente cerrada y callada.

El egocentrismo de estos sujetos los hace tener una necesidad enfermiza por controlarlo todo, a raíz de lo cual, sus víctimas preferidas son personas sensibles y vulnerables, sobre las que intenta ejercer su dominio y control total. Esta necesidad de dominio llega hasta tal grado, que el manipulador emocional es capaz de cuestionar no sólo todo lo que dice o hace la otra persona, sino que también, es capaz de poner en duda la salud mental de su víctima, haciéndole pensar a la otra persona que ella está “mal de la cabeza” y que “necesita de ayuda urgente”.

Estos sujetos llegan a tal nivel de miseria personal, que a espaldas de sus víctimas, se ríen y se dedican a juzgarlas y a emitir juicios malévolos y malintencionados, con un solo objetivo in mente: destruir –ojalá por completo–, la autoestima de las personas que tuvieron la mala fortuna de caer en las redes de este embaucador y manipulador profesional, al punto, de hacer pensar a estas personas que “sus vidas, sus ideas y sus opiniones, no valen nada”.

La explicación de cómo y por qué razón un sujeto está en condiciones de actuar con otros de una manera tan negativa y con una falta total de empatía o de solidaridad por el otro, radica, precisamente, en que este tipo de sentimientos están totalmente ausentes en el manipulador emocional. Estos individuos no experimentan ningún tipo de culpabilidad o arrepentimiento por lo que le dicen o le hacen a otras personas, ya que su frialdad y distanciamiento respecto de alguna emoción o sentimiento positivo hacia otros seres humanos prevalece por sobre todas las cosas, siendo, por lo demás, totalmente incapaces de reconocer sus faltas y errores.

Digamos finalmente, que si usted descubre una –o más– de estas características –o rasgos– en la persona con la cual mantiene algún tipo de contacto, vínculo o relación, la recomendación es una sola: dé media vuelta y aléjese cuanto antes de ese individuo, ya que corre un serio peligro de salir muy dañado de esa insana relación.



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