Reconocimiento y valoración del trabajo de cuidados: Una deuda del Estado
Por Diego Gerter, Frente Amplio Osorno
A sus 82 años, Georgina vive en una zona rural de la provincia de Osorno junto a su “viejo” quien padece una enfermedad que lo tiene postrado hace más de 10 años. Desde esa fecha que no puede dejarlo a sol ni a sombra. Sus cuidados exigen dedicación exclusiva. Viven apenas de la pensión básica solidaria del Estado, ya que desde que su viejo enfermó no pudo salir más al pueblo a vender en la feria como hacían antes.
Sus hijos la llaman de vez en cuando para saber cómo están. Vienen menos a visitarla, desde que la pandemia los dejó sin trabajo. De todas maneras se fueron hace años a buscar su vida a las ciudades. Georgina no los culpa. Al final –dice- ella es la responsable de su “viejo”.
A veces piensa que le gustaría tener algunas horas con quien dejarlo para salir a hacer sus trámites, comprar sus cosas o haber continuado con la venta de productos de su huerta. Pero las distancias son grandes y nadie está dispuesto a pasar un día entero cuidando a su “viejo”.
Así como Georgina, hay miles de adultos mayores en todo el país que cuidan a cónyuges, hermanos y hermanas, e incluso a sus propias madres y padres que tienen más de 85 años. Y como ellos, también hay cientos de miles de mujeres, madres, tías o abuelas, al cuidado de personas con discapacidad severa, niñas y niños enfermos, que necesitan atención las 24 horas del día.
¿Quién piensa en cómo se sienten esas miles de personas, mayoritariamente mujeres, que pasan buena parte de sus vidas al cuidado de familiares, sin remuneración, sin previsión social, sin horas de descanso, sin derecho a recrearse? Los seres humanos somos interdependientes. Las niñas y niños pequeños, las personas con discapacidad severa o con enfermedades graves requieren cuidados. Esos cuidados se dan en los hogares, dentro de las familias, y particularemente por las mujeres adultas de la casa. No es fácil. Es una labor esencial que sostiene el funcionamiento de la vida, y el Estado debe partir por reconocer que el trabajo doméstico y de cuidados ES efectivamente un trabajo.
Visibilizar esta realidad es sólo el primer paso y esperamos que nuestra nueva Constitución consagre el reconocimiento de las labores de cuidado. Pero necesitamos ir más allá.
Si algo dejó claro la movilización masiva de 2019 en todo el país es que tenemos que avanzar como sociedad con decisión hacia la conformación de un Estado garante de derechos y superar la mirada subsidiaria. La calidad de vida de las personas que habitamos en el territorio no debe depender del tamaño de nuestros bolsillos, ni de si vivimos en sectores rurales, ni de si contamos con una red familiar de apoyo o no como es el caso de Georgina.
Todas y todos debemos tener acceso universal al bienestar y ese acceso debe transformarse en regla y nunca más en un privilegio. Es por esta razón que el programa de Gobierno de Gabriel Boric y el Frente Amplio, de cara a las elecciones primarias del próximo 18 de julio, pondrá en el centro de su gestión el valor del Cuidado de las y los habitantes del país y para ello creará un Sistema Nacional de Cuidados (SNC), bajo los principios de universalidad y corresponsabilidad entre Estado, sociedad y comunidades locales.
Gabriel Boric tiene muy claro que no podemos seguir cargando sobre los hombros de las mujeres todo el trabajo de cuidados. Tenemos que distribuir ese trabajo entre los otros integrantes de las familias. La corresponsabilidad es clave. Por eso promoveremos la igualdad de oportunidades de hombres y mujeres incentivando la participación masculina en los cuidados.
Este sistema promoverá el reconocimiento de las labores de cuidado como un trabajo valorizado y afecto a leyes sociales. Para ello, se consolidará un sistema de apoyo integral de Cuidados ampliando algunos sistemas existentes (como Chile Crece Contigo), mejorando la coordinación entre actores de la red local, disminuyendo las brechas de registro de quienes requieren Cuidados y quienes cuidan e identificando la falta de respuestas ante alertas y derivaciones.
Junto a ello se capacitará en las labores de cuidado, se creará una red de residencias sociosanitarias que cubra la brecha de cuidados con mayor especialización, se aumentarán las residencias para personas mayores, con criterios de accesibilidad, suficiencia y calidad, y se promoverá el envejecimiento activo y saludable.
Está claro que el mercado laboral formal (para trabajadoras y trabajadores contratados) no está diseñado para coexistir con las demandas del Cuidado, así es que para las personas que cuidan y tienen trabajos formales, se modificará la cantidad de permisos remunerados por año para acciones relativas al cuidado. Por otro lado, se avanzará en la profesionalización de esta tarea y se proveerá una red de apoyo emocional en las comunidades.
Si queremos ver a más mujeres participando en el mercado laboral para su autonomía económica, a más mujeres participar en actividades ecológicas, culturales, deportivas, políticas y comunitarias para una mejor sociedad y una mejor democracia, un Estado que Cuida es la clave que llevará a Chile a enfrentar mejor los desafíos del siglo XXI.
Si bien estamos conscientes que significará esfuerzos fiscales relevantes y que el camino es largo, es hora de empezar a andarlo, gradualmente, para entregar certezas a las familias y terminar con el agobio físico, sicológico y económico que significa la profunda desigualdad en el acceso a derechos sociales.
Fuente: convergenciasocial.d25@gmail.com
A sus 82 años, Georgina vive en una zona rural de la provincia de Osorno junto a su “viejo” quien padece una enfermedad que lo tiene postrado hace más de 10 años. Desde esa fecha que no puede dejarlo a sol ni a sombra. Sus cuidados exigen dedicación exclusiva. Viven apenas de la pensión básica solidaria del Estado, ya que desde que su viejo enfermó no pudo salir más al pueblo a vender en la feria como hacían antes.
Sus hijos la llaman de vez en cuando para saber cómo están. Vienen menos a visitarla, desde que la pandemia los dejó sin trabajo. De todas maneras se fueron hace años a buscar su vida a las ciudades. Georgina no los culpa. Al final –dice- ella es la responsable de su “viejo”.
A veces piensa que le gustaría tener algunas horas con quien dejarlo para salir a hacer sus trámites, comprar sus cosas o haber continuado con la venta de productos de su huerta. Pero las distancias son grandes y nadie está dispuesto a pasar un día entero cuidando a su “viejo”.
Así como Georgina, hay miles de adultos mayores en todo el país que cuidan a cónyuges, hermanos y hermanas, e incluso a sus propias madres y padres que tienen más de 85 años. Y como ellos, también hay cientos de miles de mujeres, madres, tías o abuelas, al cuidado de personas con discapacidad severa, niñas y niños enfermos, que necesitan atención las 24 horas del día.
¿Quién piensa en cómo se sienten esas miles de personas, mayoritariamente mujeres, que pasan buena parte de sus vidas al cuidado de familiares, sin remuneración, sin previsión social, sin horas de descanso, sin derecho a recrearse? Los seres humanos somos interdependientes. Las niñas y niños pequeños, las personas con discapacidad severa o con enfermedades graves requieren cuidados. Esos cuidados se dan en los hogares, dentro de las familias, y particularemente por las mujeres adultas de la casa. No es fácil. Es una labor esencial que sostiene el funcionamiento de la vida, y el Estado debe partir por reconocer que el trabajo doméstico y de cuidados ES efectivamente un trabajo.
Visibilizar esta realidad es sólo el primer paso y esperamos que nuestra nueva Constitución consagre el reconocimiento de las labores de cuidado. Pero necesitamos ir más allá.
Si algo dejó claro la movilización masiva de 2019 en todo el país es que tenemos que avanzar como sociedad con decisión hacia la conformación de un Estado garante de derechos y superar la mirada subsidiaria. La calidad de vida de las personas que habitamos en el territorio no debe depender del tamaño de nuestros bolsillos, ni de si vivimos en sectores rurales, ni de si contamos con una red familiar de apoyo o no como es el caso de Georgina.
Todas y todos debemos tener acceso universal al bienestar y ese acceso debe transformarse en regla y nunca más en un privilegio. Es por esta razón que el programa de Gobierno de Gabriel Boric y el Frente Amplio, de cara a las elecciones primarias del próximo 18 de julio, pondrá en el centro de su gestión el valor del Cuidado de las y los habitantes del país y para ello creará un Sistema Nacional de Cuidados (SNC), bajo los principios de universalidad y corresponsabilidad entre Estado, sociedad y comunidades locales.
Gabriel Boric tiene muy claro que no podemos seguir cargando sobre los hombros de las mujeres todo el trabajo de cuidados. Tenemos que distribuir ese trabajo entre los otros integrantes de las familias. La corresponsabilidad es clave. Por eso promoveremos la igualdad de oportunidades de hombres y mujeres incentivando la participación masculina en los cuidados.
Este sistema promoverá el reconocimiento de las labores de cuidado como un trabajo valorizado y afecto a leyes sociales. Para ello, se consolidará un sistema de apoyo integral de Cuidados ampliando algunos sistemas existentes (como Chile Crece Contigo), mejorando la coordinación entre actores de la red local, disminuyendo las brechas de registro de quienes requieren Cuidados y quienes cuidan e identificando la falta de respuestas ante alertas y derivaciones.
Junto a ello se capacitará en las labores de cuidado, se creará una red de residencias sociosanitarias que cubra la brecha de cuidados con mayor especialización, se aumentarán las residencias para personas mayores, con criterios de accesibilidad, suficiencia y calidad, y se promoverá el envejecimiento activo y saludable.
Está claro que el mercado laboral formal (para trabajadoras y trabajadores contratados) no está diseñado para coexistir con las demandas del Cuidado, así es que para las personas que cuidan y tienen trabajos formales, se modificará la cantidad de permisos remunerados por año para acciones relativas al cuidado. Por otro lado, se avanzará en la profesionalización de esta tarea y se proveerá una red de apoyo emocional en las comunidades.
Si queremos ver a más mujeres participando en el mercado laboral para su autonomía económica, a más mujeres participar en actividades ecológicas, culturales, deportivas, políticas y comunitarias para una mejor sociedad y una mejor democracia, un Estado que Cuida es la clave que llevará a Chile a enfrentar mejor los desafíos del siglo XXI.
Si bien estamos conscientes que significará esfuerzos fiscales relevantes y que el camino es largo, es hora de empezar a andarlo, gradualmente, para entregar certezas a las familias y terminar con el agobio físico, sicológico y económico que significa la profunda desigualdad en el acceso a derechos sociales.
Fuente: convergenciasocial.d25@gmail.com