Sebastián Piñera desde la periferia del poder

Sebastián Piñera desde la periferia del poder
Por Ricardo Alt Hayal, Periodista y Cientista Político, Jefe de Comunicaciones de la Subsecretaría del Interior marzo de 2010-enero de 2013. Asesor de Comunicaciones de Senda (2018). Asesor del Canciller Teodoro Ribera (2019-2020)

Conocí a Sebastián Piñera como periodista en 2001, cuando este era Presidente de Renovación Nacional y concurrió a El Diario Austral de Osorno para una entrevista que me correspondió realizarle. Pude constatar ese día que todo lo que se decía de él era cierto: se le podía pasear por temas específicos de la zona y era capaz de hablar de todos ellos con precisión: carne, leche, granos, turismo, obras públicas específicas anheladas por la zona, etc…

Debe haber sido el presidente de RN que más veces vino a Osorno, sin lugar a dudas, y por ello era muy querido por sus partidarios acá. No es de extrañar que hayan sido osorninos los que en ese histórico Consejo General de RN en el cual partido debía apoyar al UDI Joaquín Lavín como abanderado de la centroderecha en 2005, levantaran la candidatura de Piñera. De ello puede dar fe Harry Jürgensen Caesar, Soledad Barrios y otros militantes históricos de la colectividad en Osorno.

En 2007, instado por el senador Andrés Allamand, Sebastián Piñera se embarcó a través de su Fundación Futuro en el proyecto de estadio para Osorno: presentó primero un bosquejo elaborado por el arquitecto Gonzalo Mardones que convertía al Parque Schott en una Bombonera, pero el entonces presidente de la Anfp, Harold Mayne-Nicholls, dijo que no era un lugar adecuado y Sebastián Piñera terminó presentando un proyecto para ser emplazado en la cancha 3 y 4 de la Villa Olímpica, lo que nunca convenció a la Municipalidad que, hasta hoy, privilegia la cancha 2 como el lugar adecuado.

En julio de 2009, conmigo ya como Director del diario, se produjo un impasse a raíz de una entrevista a un reconocido abogado osornino quien realizó un emplazamiento que, se estimaba, impactaba a la candidatura del futuro Presidente, por el revuelo que causó. Cuando llegó a Osorno para el cierre de campaña, su equipo de prensa señaló que el diario sería vetado para la toma de fotografías, a lo cual respondimos que entonces no podríamos llevar nada, por no permitírsenos reportear.

Cuando el diario estaba por cerrar, sonó el teléfono. Era el futuro Presidente para aclarar lo que consideró un mal entendido y dar una entrevista sin restricciones. Era tarde, pero con su entusiasmo de siempre, habló de los proyectos para Osorno con un detalle digno de un candidato a alcalde. Por esos años, él había desarrollado ya una cercanía especial con el alcalde DC Mauricio Saint-Jean. Había sido testigo de la importancia de los convenios de programación y creo que esa exitosa experiencia en Osorno le hizo perfilar los compromisos regionales de cara a la segunda vuelta que se llevó a cabo en enero de 2010. En ningún momento se mostró molesto por la tensión que se había registrado con su equipo de prensa en las horas previas. Sebastián Piñera respetaba la libertad de prensa.

Un día antes del terremoto del 27/F, recibí un llamado de Rodrigo Ubilla, quien hasta ese minuto era jefe de Gabinete del senador Andrés Allamand. Me invitó a ser jefe de Prensa de la Subsecretaría del Interior para darle un fuerte tinte regional a su gestión. Horas después, conmovido por el terremoto, tomamos la decisión familiar de partir a Santiago.

La reconstrucción fue una gesta impresionante que sólo era posible en un Chile distinto, menos grave que el actual, donde los puentes público y privado funcionaban con menos desconfianzas y de manera más fluida. El Comité de Reconstrucción operaba al alero del Ministerio del Interior y su desempeño mostró lo mejor del Presidente Piñera: la capacidad para convocar equipos altamente competentes y la eficiencia en situaciones complejas.

Recién asumido como Presidente, recuerdo que ingresó a la Subsecretaría del Interior y pasó por las oficinas para observar quiénes trabajaban en los gabinetes de La Moneda. Preguntó qué hacíamos y cuando se fue, los que estábamos bromeábamos que probablemente estaría analizando si había o no exceso de “grasa” en su administración.

El corolario de esos primeros meses fue el Rescate de los Mineros, cuando siguiendo su instinto nos llevó como país a una gesta inédita. En términos políticos, su adhesión superaba entonces el 60%, según Adimark. Era octubre de 2010. Muchas cosas pudieron hacerse mejor en ese punto de inflexión, pero no viene al caso.

En esos meses conocimos el stress de la preparación de las bilaterales… Era, literalmente, un examen de grado sobre temas específicos, pero que podrían derivar a cualquier tema. Se trabajaba en equipo de gabinete, pero quien ponía la cara por la Subsecretaría del Interior era siempre en solitario Rodrigo Ubilla. A él nunca lo vi llegar a La Moneda después de las 8 ni irse antes de las 22 horas y la razón era porque el Presidente tenía esos mismos horarios.

Comenzaron los estallidos regionales. Magallanes a contar del 28 de diciembre de 2010, Aysén al año siguiente. Antes de ello, Isla de Pascua, Freirina, Calama, la agudización del conflicto de La Araucanía, la problemática de Hiadroaysén, Barrancones, para cerrar con el Movimiento Estudiantil 2.0. Me correspondió acompañar a Rodrigo Ubilla en todas esas crisis. Diría que es en ese momento donde el espíritu de la reconstrucción y el rescate de los mineros se acabó para siempre. Octubre de 2019 fue sólo la consolidación de un profundo proceso de descomposición de la convivencia cívica.

Nunca estuve de acuerdo con la forma que el Presidente Piñera abordó el proceso de Primarias de la Alianza en 2013. Puede que me equivoque, pero en mi experiencia en la jefatura de Comunicaciones de la Campaña Presidencial de Andrés Allamand que asumí en enero de 2013, me parecía un Presidente muy poco interesado en la sucesión. Puede ser que, competitivo como era, Sebastián Piñera esperaba que alguien estuviera disponible para tomar su lugar, haciendo uso de sus capacidades y abriéndose camino por sí solo, como él mismo lo hizo siempre. Hasta hoy, sin embargo, estimo que debió hacerlo de otra forma.

Vino el segundo mandato. En enero de 2018 tuve la oportunidad de hacer un Taller de Comunicaciones para ministros y subsecretarios, a partir de la experiencia del Primer Gobierno. Aventuré que esta vez, la “Luna de Miel” con la opinión pública no llegaría a octubre, sino con suerte a agosto de 2018, porque la tensión social que se venía acumulando desde la primera revolución pinguina de 2006, se encontraba en estado de latencia.

A partir de 2018, mis participaciones en sus gobiernos estuvieron enfocadas a través de una asesoría a Carlos Charme en el desarrollo de la estrategia de comunicaciones de Senda y luego como asesor del ministro de Relaciones Exteriores Teodoro Ribera, a contar de 2019. La Apec y la COP 25 estaban a la vuelta de la esquina y en septiembre había que ir a la Asamblea General de la ONU en Nueva York. Muchos creían que se trataba de propaganda interna cuando se decía que la imagen de Chile estaba en un gran nivel, gracias a un trabajo con sentido país de tres décadas. Como testigo de ese viaje, puedo decir que la calidad de la agenda bilateral, los líderes con que se reunió y los temas que se abordaron, hablaban del peso político del país hasta ese minuto, gracias a una visión de Estado que permanece por sobre los vaivenes políticos internos. Menos de un mes después de la Asamblea General, así como la brusca caída tras el rescate de los mineros, el país estaba en medio ya no de estallidos regionales, sino de un gran estallido. Pocas semanas después, el Presidente estaba en un 6% de aprobación.

Había que tener temple de acero para ese minuto. Muchos eran los que creían que debía dar un paso al costado. No parecía posible que continuara y creo que no cualquiera hubiera estado en condiciones de seguir adelante. Sobre este punto, me quedo con la visión de Lucía Santa Cruz. “(la derecha tiene) una profunda incomprensión de la gravedad de la crisis de octubre de 2019, de la complejidad de sus causas, de las limitaciones en los medios existentes para enfrentarla y de los instrumentos disponibles en una democracia —a diferencia de una dictadura— para hacer frente a este tipo de insurrección”.
“Una parte de la derecha ha hecho suya una verdadera caricatura en la cual el Presidente de la República “vendió” la Constitución para salvarse a sí mismo y entregó el Estado de Derecho por falta de voluntad. Sin embargo, la verdad es que la extensión, la profundidad e intensidad de la violencia de la insurrección de octubre crearon una situación en que la única opción civilizada era buscar vías pacíficas para encontrar una salida institucional. La otra alternativa era usar la fuerza militar (en el supuesto incierto de que hubiera estado disponible), con la posible consecuencia de múltiples muertes o eventualmente una guerra civil: razón de más para hacer todo lo posible por evitar ese camino. Yo pregunto a quienes tienen como prioridad la economía: ¿cuál habría sido la reacción de la comunidad internacional frente a todo eso?, ¿cuánto habrían durado nuestros tratados de libre comercio y con qué consecuencias? (…) Gracias, Presidente, por mucho. Pero sobre todo por haber resguardado, contra viento y marea, la institucionalidad”
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Y de pronto estábamos nuevamente en una emergencia. No tengo duda alguna: el proceso de vacunación no habría sido exitoso como lo fue, si él no hubiese sido el Presidente. Se trató de una tarea en que le acompañó entre otros el ministro Ribera y con quien, creo, no se comportó bien al solicitarle que saliera de allí para que se hiciera cargo de la Secretaría General de la Presidencia.

No soy Piñerista, pero sé que por ese sueño que tuvo de conducir el país, me tocó poder trabajar indirectamente con él y por ello le estaré siempre agradecido. No comparto muchas de las cosas que hizo, pero no me pierdo respecto de que le tocó gobernar en una de las décadas más difíciles de nuestra vida republicana, que dio lo mejor de sí, que siempre estuvo animado por un amor gigantesco por Chile y que tenía el optimismo irrefrenable de un niño respecto de que podríamos llegar al desarrollo, todo enmarcado dentro de un sentido de propósito histórico que le llevó a explicar hasta la majadería de qué trataba su cruzada, aún cuando tuviera que sacar mil veces el papel de los mineros para hacerlo.

Hasta hace un tiempo le criticaba porque no dejara una generación de recambio. Fui injusto, porque en los últimos años hemos sido testigos que ningún otro líder lo ha dejado y todo aquel que ha tratado de tocar con el dedo a un sucesor, le ha ido mal.

Su ejemplo de vida está ahí, a la mano de todos, pero su inteligencia, capacidad de trabajo inagotable y temple de acero en situaciones complejas, son características únicas que no se pueden dejar como herencia.

Gracias por todo.

Fuente: ricardo@socialcomunicaciones.cl
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