La Salud Pública en Osorno y la falta de Ginecólogos para todas
Por: Yinki Lobo
Hace pocos días, una entrevista en televisión abierta mostró a la saliente Ministra Vocera de Gobierno, Camila Vallejos, hablando sobre su experiencia atendiendo su embarazo en un Cesfam y destacando el acceso a la salud pública. Sus palabras, aunque alentadoras, despiertan una interrogante relevante para las mujeres de Osorno: ¿Es realmente posible acceder a atención ginecológica en un Cesfam?
La respuesta, en mi experiencia, es no. En los Centros de Salud Familiar (Cesfam) de Osorno no habría ginecólogos ni ginecólogas disponibles para las usuarias. La atención ginecológica en estos centros depende casi exclusivamente de las matronas, quienes realizan un trabajo excepcional pese a las limitaciones del sistema. Sin embargo, acceder a una consulta es un desafío en sí mismo: las mujeres debemos llegar al Cesfam a las 7 de la mañana y estar dispuestas a pasar toda la mañana esperando para conseguir una de las pocas horas disponibles. Esta situación es arbitraría e injusta, especialmente considerando que no todas las mujeres pueden permitirse perder horas de trabajo o cuidado de sus familias para obtener atención.
A esto se suma un problema más grave: en Osorno no habría ginecólogos ni ginecólogas que atiendan a través de Fonasa (y si existen que alguien pase el dato). Esta realidad deja a un amplio sector de la población –especialmente a las mujeres que no pueden costear una consulta privada– sin acceso a una atención médica especializada. Para dimensionar la situación, recordemos que según datos del Ministerio de Salud, más del 77% de los chilenos están afiliados a Fonasa, mientras que solo un 16% pertenece a Isapres.
En Osorno, la oferta de ginecólogos es visible en las clínicas privadas y en portales de agendamiento online. Sin embargo, estas atenciones son exclusivas para quienes pueden pagar consultas cuyo valor oscila entre los $30.000 y $60.000 por visita. Para las mujeres que dependen del sistema público, esta opción es inviable.
El contraste es indignante. En una ciudad donde existen suficientes profesionales en ginecología, ¿por qué no se han generado convenios para que estos especialistas atiendan a través de Fonasa? Las inequidades en salud no solo perpetúan las brechas sociales, sino que también ponen en riesgo la vida y el bienestar de las mujeres.
Este panorama debe ser una alerta para las autoridades locales y nacionales. Es urgente implementar políticas que garanticen el acceso a ginecólogos para todas las mujeres, independiente de su previsión o capacidad económica. Asimismo, el llamado es para las y los médicos especialistas en Osorno a considerar atender a través de Fonasa, contribuyendo a una atención más justa y accesible para la comunidad.
Mientras tanto, muchas osorninas seguirán enfrentando problemas ginecológicos sin la atención adecuada, un precio demasiado alto que ninguna mujer debería pagar.
Hace pocos días, una entrevista en televisión abierta mostró a la saliente Ministra Vocera de Gobierno, Camila Vallejos, hablando sobre su experiencia atendiendo su embarazo en un Cesfam y destacando el acceso a la salud pública. Sus palabras, aunque alentadoras, despiertan una interrogante relevante para las mujeres de Osorno: ¿Es realmente posible acceder a atención ginecológica en un Cesfam?
La respuesta, en mi experiencia, es no. En los Centros de Salud Familiar (Cesfam) de Osorno no habría ginecólogos ni ginecólogas disponibles para las usuarias. La atención ginecológica en estos centros depende casi exclusivamente de las matronas, quienes realizan un trabajo excepcional pese a las limitaciones del sistema. Sin embargo, acceder a una consulta es un desafío en sí mismo: las mujeres debemos llegar al Cesfam a las 7 de la mañana y estar dispuestas a pasar toda la mañana esperando para conseguir una de las pocas horas disponibles. Esta situación es arbitraría e injusta, especialmente considerando que no todas las mujeres pueden permitirse perder horas de trabajo o cuidado de sus familias para obtener atención.
A esto se suma un problema más grave: en Osorno no habría ginecólogos ni ginecólogas que atiendan a través de Fonasa (y si existen que alguien pase el dato). Esta realidad deja a un amplio sector de la población –especialmente a las mujeres que no pueden costear una consulta privada– sin acceso a una atención médica especializada. Para dimensionar la situación, recordemos que según datos del Ministerio de Salud, más del 77% de los chilenos están afiliados a Fonasa, mientras que solo un 16% pertenece a Isapres.
En Osorno, la oferta de ginecólogos es visible en las clínicas privadas y en portales de agendamiento online. Sin embargo, estas atenciones son exclusivas para quienes pueden pagar consultas cuyo valor oscila entre los $30.000 y $60.000 por visita. Para las mujeres que dependen del sistema público, esta opción es inviable.
El contraste es indignante. En una ciudad donde existen suficientes profesionales en ginecología, ¿por qué no se han generado convenios para que estos especialistas atiendan a través de Fonasa? Las inequidades en salud no solo perpetúan las brechas sociales, sino que también ponen en riesgo la vida y el bienestar de las mujeres.
Este panorama debe ser una alerta para las autoridades locales y nacionales. Es urgente implementar políticas que garanticen el acceso a ginecólogos para todas las mujeres, independiente de su previsión o capacidad económica. Asimismo, el llamado es para las y los médicos especialistas en Osorno a considerar atender a través de Fonasa, contribuyendo a una atención más justa y accesible para la comunidad.
Mientras tanto, muchas osorninas seguirán enfrentando problemas ginecológicos sin la atención adecuada, un precio demasiado alto que ninguna mujer debería pagar.