No repetir la historia: lecciones para la centro derecha

Hardy Oyarzo C.
Señor Director:

Lo que vimos en las recientes elecciones primarias de la izquierda no es solo una pugna interna ni una anécdota electoral. Es, en el fondo, la culminación de un proceso político largo, en que la centroizquierda —el socialismo democrático— fue cediendo terreno, espacios y convicciones frente a un Partido Comunista más radical, refundacional y muchas veces abiertamente antidemocrático. Hoy, simbólicamente, “la izquierda mató al padre”, como diría Freud: el Partido Comunista terminó devorando a quienes le abrieron la puerta.

Este proceso debería ser una advertencia clara para la centroderecha democrática y liberal. Frente a la tentación del populismo, de la simplificación extrema de los problemas y de la confrontación como única forma de hacer política, es necesario reafirmar nuestra identidad, no disolverla.

La derecha chilena ha hecho un largo camino de modernización. Se ha abierto a causas sociales, ha integrado discursos de derechos, ha consolidado una visión republicana que entiende que el desarrollo económico debe ir de la mano de instituciones sólidas, respeto a las libertades individuales y una democracia robusta. Pero ese avance corre riesgo si se opta por mimetizarse con una nueva derecha populista, reactiva, que polariza en vez de construir, y que suele preferir el grito fácil a la solución compleja.

Esa derecha —que hoy gana visibilidad y votos— no representa el futuro, sino una regresión. Su lógica es similar a la que ha devorado a la izquierda democrática: la deslegitimación del adversario, el culto al antagonismo y la pérdida del respeto por los límites institucionales. Y al igual que la centroizquierda, si la derecha moderada se entrega a ella sin advertencias ni límites, corre el riesgo de desaparecer.

La historia reciente nos enseña que cuando se renuncia a las convicciones para agradar al más vociferante, se pierde el alma y también el espacio político. Por eso, hoy más que nunca, necesitamos reafirmar una derecha liberal, democrática y responsable. Una derecha que sepa escuchar el malestar ciudadano, pero que no lo instrumentalice. Que enfrente los desafíos de seguridad, migración o pobreza sin caer en recetas autoritarias o populistas. Ser firmes no significa ser extremos. Ser audaces no significa ser irresponsables. Y ser mayoría no significa renunciar a los principios.

La desaparición del socialismo democrático no fue casual. Fue la consecuencia de ceder sin exigir, de aliarse sin diferenciarse, de entregar sin exigir reciprocidad. Si no aprendemos de eso, la centroderecha puede ir directo hacia el mismo destino.

Hardy Oyarzo C.

Fuente información: hoyarzocs@gmail.com
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