El deporte exige esfuerzo y tenacidad

Por: Hugo Pérez White

Estamos tan acostumbrados a los triunfos morales, que obtener un triunfo internacional esporádico, provoca una fiebre apoteósica que ya la quisieran sentir los atletas que en sus pechos sienten la alegría del triunfo y el calor de las medallas que los hace vibrar de emoción después de tantos años de esfuerzos, dedicación exclusiva y sacrificios personales.

Esta lucha competitiva permanente que se vive a diario en muchos países se traslada también al nuestro en que se trabaja intensamente para mejorar la salud física y mental de sus ciudadanos, y también para demostrar calidad, eficiencia y supremacía entre sus iguales.

Por eso es bueno el estímulo, el cual sirve para mejorar las frustraciones e incentivar la superación individual o colectiva, porque siendo este método una acción positiva, no debemos frustrarnos ni caer en el pesimismo colectivo ante las derrotas deportivas, pues, lo único que se consigue con esto, es exacerbar las pasiones multitudinarias en el aspecto negativo.

La competencia es buena de por sí, ya que los mejores deportistas que representan a sus respectivos países, participan de la convivencia humana, compartiendo la fraternidad internacional, esencia de estas confrontaciones en el mejor sentido de la palabra.

Ahí no importa el color de la piel, la forma de los ojos, el estilo del cabello, o el idioma que se hable aunque ello sea un factor fundamental para un mejor entendimiento y convivencia deportiva.

Predomina en toda competencia el amor por la camiseta que llevan en su pecho, identificándose con los colores de sus banderas y el cariño por su patria.

Así nacen y se hacen los campeones y para muestra valga un ejemplo deportivo, que remeció a un país entero, en un momento en que la gente quería alegría y la tuvo con creces, cuando un joven, lleno de inquietudes y con unas ganas tremendas de triunfar, decidió en su fuero interno, dedicar su esfuerzo a la tierra que lo vio nacer y que tanto anhelaba agradecer por todo lo que le había dado, aún a costa de grandes sacrificios personales.

Logró su meta y en un día de gloria, levantó sus brazos ungido como el mejor tenista del mundo y el número UNO en su especialidad.

La dedicación y el esfuerzo dieron sus frutos y tuvimos un campeón mundial que fue ejemplo para muchos adolescentes de su época.

El esfuerzo desplegado por este deportista al igual que muchos otros que también han sobresalido en sus respectivas especialidades, son ejemplos que perdurarán en la historia deportiva y serán ejemplos de constancia y superación e incentivos indudables para muchos jóvenes que tratan de destacarse en las disciplinas que practican a diario.

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