Necesitamos triunfos reales

Por: Hugo Pérez White.
Obtener un triunfo deportivo internacional provoca una fiebre apoteósica en un país deportivo, que ya se la quisieran los medallistas olímpicos cuando suben al podio de los triunfadores y en sus pechos sienten el calor del oro cuando ganan sus preseas.
Esta lucha competitiva permanente que se vive a diario en muchos países del mundo, se traslada también al nuestro, en que se trabaja intensamente por mejorar la salud física y mental de sus ciudadanos para obtener algún día algunos triunfos que nos permitan manifestar con alegría las frustraciones deportivas que hemos cultivado por tanto tiempo.
El estímulo sirve para eliminar estas tensiones negativas e incentivar la superación individual o colectiva, porque siendo este método una acción estimulante, no debemos caer en el sensacionalismo, pues, lo único que se consigue con esta actitud triunfalista, es exacerbar las pasiones multitudinarias.
La competencia es buena de por sí, ya que los mejores deportistas que representan a sus respectivos países participan de la sana convivencia, compartiendo la fraternidad internacional, esencia de estas confrontaciones.
Predomina en toda competencia el amor por la camiseta que llevan puesta, identificándose con los colores de sus banderas y demostrando el cariño por su patria.
Lo hemos experimentado con los triunfos obtenidos por la selección chilena de fútbol y todo el país deportivo ha vibrado con las victorias que nos han abierto las esperanzas de participar como finalistas en la próxima copa mundial del fútbol a realizarse en Sudáfrica el año 2010.
Una joven atleta que participó en el Mundial Juvenil de Polonia, nos dio una gran alegría, al obtener medalla de oro en el lanzamiento de la bala y ello nos permitió visualizar una gran actuación en los Juegos Olímpicos realizados en Beijing, China y que desgraciadamente no se concretaron.
Los campeones nacen en el fragor de la lucha diaria y se hacen con fe y optimismo y para muestra tenemos un ejemplo que remeció al país, en un momento en que la gente quería alegría y la tuvo con creces, cuando un joven tenista, decidió dedicar todo su esfuerzo a su deporte favorito y a la tierra que lo vio nacer.
La dedicación y el esfuerzo dieron sus frutos y tuvimos un campeón mundial en el tenis profesional y fue ejemplo para muchos adolescentes de su época el cual perdurará en el tiempo, para gloria del deporte nacional.
Otros deportistas están tratando se seguir este camino al éxito y esperamos que algún día se logre este preciado galardón mundial en muchas actividades deportivas y que la cadena triunfalista vaya en constante ascenso, para dar alegría a un país que necesita vibrar con triunfos deportivos y eliminar gradualmente las frustraciones que producen las derrotas.
Obtener un triunfo deportivo internacional provoca una fiebre apoteósica en un país deportivo, que ya se la quisieran los medallistas olímpicos cuando suben al podio de los triunfadores y en sus pechos sienten el calor del oro cuando ganan sus preseas.
Esta lucha competitiva permanente que se vive a diario en muchos países del mundo, se traslada también al nuestro, en que se trabaja intensamente por mejorar la salud física y mental de sus ciudadanos para obtener algún día algunos triunfos que nos permitan manifestar con alegría las frustraciones deportivas que hemos cultivado por tanto tiempo.
El estímulo sirve para eliminar estas tensiones negativas e incentivar la superación individual o colectiva, porque siendo este método una acción estimulante, no debemos caer en el sensacionalismo, pues, lo único que se consigue con esta actitud triunfalista, es exacerbar las pasiones multitudinarias.
La competencia es buena de por sí, ya que los mejores deportistas que representan a sus respectivos países participan de la sana convivencia, compartiendo la fraternidad internacional, esencia de estas confrontaciones.
Predomina en toda competencia el amor por la camiseta que llevan puesta, identificándose con los colores de sus banderas y demostrando el cariño por su patria.
Lo hemos experimentado con los triunfos obtenidos por la selección chilena de fútbol y todo el país deportivo ha vibrado con las victorias que nos han abierto las esperanzas de participar como finalistas en la próxima copa mundial del fútbol a realizarse en Sudáfrica el año 2010.
Una joven atleta que participó en el Mundial Juvenil de Polonia, nos dio una gran alegría, al obtener medalla de oro en el lanzamiento de la bala y ello nos permitió visualizar una gran actuación en los Juegos Olímpicos realizados en Beijing, China y que desgraciadamente no se concretaron.
Los campeones nacen en el fragor de la lucha diaria y se hacen con fe y optimismo y para muestra tenemos un ejemplo que remeció al país, en un momento en que la gente quería alegría y la tuvo con creces, cuando un joven tenista, decidió dedicar todo su esfuerzo a su deporte favorito y a la tierra que lo vio nacer.
La dedicación y el esfuerzo dieron sus frutos y tuvimos un campeón mundial en el tenis profesional y fue ejemplo para muchos adolescentes de su época el cual perdurará en el tiempo, para gloria del deporte nacional.
Otros deportistas están tratando se seguir este camino al éxito y esperamos que algún día se logre este preciado galardón mundial en muchas actividades deportivas y que la cadena triunfalista vaya en constante ascenso, para dar alegría a un país que necesita vibrar con triunfos deportivos y eliminar gradualmente las frustraciones que producen las derrotas.