¿Fracasó Sudamérica?
Por: Vladimir Hernández. Fuente: BBC Mundo.
En Alemania 2006 fueron cuatro los europeos que acapararon los últimos cuatro lugares en el Mundial. Alemania, Italia, Francia y Portugal. Todos forman parte de la aristocracia del balompié.
Las principales ligas de fútbol del planeta están en Europa. Es ahí donde los jugadores ganan más, las ligas mueven más dinero y hay más exposición televisiva internacional.
Por ende, cuando un país no europeo irrumpe en un torneo multinacional se desata regularmente el debate sobre el deterioro de los equipos tradicionales y cómo se fortalecen otras regiones.
En esta edición sudafricana, sin embargo, seguramente sorprendió a muchos que fuera Uruguay, y no Argentina o Brasil, la que llegase más lejos. Sobre todo porque las figuras de la albiceleste como de la canarinha juegan en Europa.
Para Uruguay influyó que sus dos principales atacantes -Diego Forlán y Luis Suárez- se encuentran entre los mejores del mundo actualmente. Y no sólo en el papel, sino que lo demostraron en este Mundial.
A diferencia de, por ejemplo, el portugués Cristiano Ronaldo, el francés Franck Ribery o el italiano Antonio Di Natale, todos ya de vuelta en casa.
Pero el avance uruguayo también revela la calidad que hay en Sudamérica en cuanto a fútbol. De hecho cuatro de las cinco clasificadas por la Conmebol (la federación de fútbol sudamericano) se encuentran entre las 20 mejores selecciones del mundo, según la FIFA.
Además entre las 20 primeras están México y Estados Unidos, también del continente americano.
La inyección de recursos de la televisión en las ligas regionales, como por ejemplo la Copa Libertadores, también influyó para que muchos clubes pudiesen financiar más el desarrollo de jugadores que en otros momentos suelen ser vendidos prematuramente a clubes europeos (donde está la plata) para sanar los estados financieros.
Sin embargo, en un torneo corto como el Mundial, donde al ganar siete juegos es suficiente para ser campeón, también es difícil establecer tendencias de cómo se mueve el poder del fútbol global.
Porque Paraguay, 31 en el ranking mundial, llegó más lejos que Inglaterra (octava), Francia (novena) o Croacia (décima, pero ni se clasificó), revalida que los paraguayos son un buen equipo, pero no mucho más.
Pero el desenvolvimiento de los equipos latinoamericanos -además de Argentina y Brasil- fue motivo de comentarios bastante favorables en la prensa internacional.
Chile recibió halagos por su fútbol ofensivo, México por su posesión de balón, Paraguay por su defensa y Uruguay por su fortaleza.
No es lo mismo alabanzas que un título Mundial, pero por lo menos América Latina ha destacado como no lo hacía en décadas en el balompié global. Y quizás eso evita hablar de fracasos.
En Alemania 2006 fueron cuatro los europeos que acapararon los últimos cuatro lugares en el Mundial. Alemania, Italia, Francia y Portugal. Todos forman parte de la aristocracia del balompié.
Las principales ligas de fútbol del planeta están en Europa. Es ahí donde los jugadores ganan más, las ligas mueven más dinero y hay más exposición televisiva internacional.
Por ende, cuando un país no europeo irrumpe en un torneo multinacional se desata regularmente el debate sobre el deterioro de los equipos tradicionales y cómo se fortalecen otras regiones.
En esta edición sudafricana, sin embargo, seguramente sorprendió a muchos que fuera Uruguay, y no Argentina o Brasil, la que llegase más lejos. Sobre todo porque las figuras de la albiceleste como de la canarinha juegan en Europa.
Para Uruguay influyó que sus dos principales atacantes -Diego Forlán y Luis Suárez- se encuentran entre los mejores del mundo actualmente. Y no sólo en el papel, sino que lo demostraron en este Mundial.
A diferencia de, por ejemplo, el portugués Cristiano Ronaldo, el francés Franck Ribery o el italiano Antonio Di Natale, todos ya de vuelta en casa.
Pero el avance uruguayo también revela la calidad que hay en Sudamérica en cuanto a fútbol. De hecho cuatro de las cinco clasificadas por la Conmebol (la federación de fútbol sudamericano) se encuentran entre las 20 mejores selecciones del mundo, según la FIFA.
Además entre las 20 primeras están México y Estados Unidos, también del continente americano.
La inyección de recursos de la televisión en las ligas regionales, como por ejemplo la Copa Libertadores, también influyó para que muchos clubes pudiesen financiar más el desarrollo de jugadores que en otros momentos suelen ser vendidos prematuramente a clubes europeos (donde está la plata) para sanar los estados financieros.
Sin embargo, en un torneo corto como el Mundial, donde al ganar siete juegos es suficiente para ser campeón, también es difícil establecer tendencias de cómo se mueve el poder del fútbol global.
Porque Paraguay, 31 en el ranking mundial, llegó más lejos que Inglaterra (octava), Francia (novena) o Croacia (décima, pero ni se clasificó), revalida que los paraguayos son un buen equipo, pero no mucho más.
Pero el desenvolvimiento de los equipos latinoamericanos -además de Argentina y Brasil- fue motivo de comentarios bastante favorables en la prensa internacional.
Chile recibió halagos por su fútbol ofensivo, México por su posesión de balón, Paraguay por su defensa y Uruguay por su fortaleza.
No es lo mismo alabanzas que un título Mundial, pero por lo menos América Latina ha destacado como no lo hacía en décadas en el balompié global. Y quizás eso evita hablar de fracasos.