Desafíos éticos que enfrentan los Profesionales de las Ciencias Administrativas y Económicas en Chile
Qué duda cabe, plantear el hecho de que hoy en día los profesionales se ven enfrentados a un sin número de escenarios paralelos de alta complejidad, donde la única constante es el permanente cambio (Heráclito), influenciado ciertamente por la globalización de los mercados como diría un economista o con la mundialización de la sociedad como prefieren mencionarlo los investigadores ligados más a las ciencias humanas, pero lo cierto es que el intercambio de mercados y culturas obliga a los nuevos profesionales a estar consientes del entorno que les rodea, ya sea porque se lo recomiendan durante su paso por la educación superior o por simple mera inercia, que llevamos los seres humanos para enfrentar los desafíos que se le presenten.
Si lleváramos estos cambios a las variables que afectan directamente a la labor que realizan los profesionales en nuestros días, se podría decir que sus desafíos principalmente están ligados a factores tecnológicos, científicos, económicos y otros que indudablemente llevan a alinearse con tendencias mundiales que marcan la pauta en materia de innovación, buscando entablar múltiples formas de homologar o estandarizar el actuar de las profesiones, con el fin de aproximar un lenguaje común entre personas, empresas, instituciones y otro tipo de entidades que dan valor a las naciones.
Chile no es la excepción, siendo uno de los países más globalizados de Latinoamérica y del mundo, donde es sabido de la cantidad importante de tratados y acuerdos internacionales que ha sostenido en estas últimas dos décadas, lo cual obliga necesariamente estar a la par con otros países en vías de desarrollo, así como también, con los más desarrollados que se encuentran a la vanguardia en cuanto a la implementación de sistemas avanzados de gestión, midiendo constantemente su potencialidad por medio de la comparación de sus resultados, apuntando a obtener un estatus privilegiado frente a su competencia, lo cual obedece a una mirada netamente económica, resaltando ventajas competitivas en términos de desarrollo mercantil.
Sin embargo, si traspasamos tales avances económicos y tecnológicos a la forma de ejercer relaciones interpersonales entre los profesionales, se puede detectar la existencia de un retroceso significativo desde el punto de vista sociológico, debido a que muchas de las tecnologías tienden a privilegiar esta suerte de ahorro de costos, con la automatización por sobre las relaciones del face to face o cara a cara, que en una mirada a largo plazo, siempre resultan fundamentales para entablar un ambiente que va más allá de esperar buenas utilidades, pues aquello depende netamente de la formación de base que tengan quienes se encuentran insertos en el proceso de toma de decisiones en cualquier entidad.
En tanto, no hay duda del hecho que las empresas de hoy tienen como desafío alcanzar un sostenido mejoramiento en su rendimiento, rentabilidad y aumento de la eficacia y eficiencia económica, el cual debe ser demostrado en el medio en que operan, todo esto en una lógica legítima que cualquier entidad quiere alcanzar. Esto no es muy distinto a los objetivos corporativos de antaño, pues la diferencia que se evidencia en nuestros días, está dada con un cambio realmente paradigmático, que centra su atención en la exigencia de un sentido ético amplio, que ve su pragmatismo en el acto de la toma de decisiones por parte de niveles estratégicos y operativos de las empresas, en los cuales generalmente están insertos los profesionales de las ciencias económicas y administrativas.
Para ello, es necesario reconocer que el desafío de llevar a buen rumbo el destino de las empresas, debe ser compartido entre los todos los que están destinados a tomar las decisiones de la misma, es decir los facultados gerentes, así como también los mismos dueños, que muchas veces les cuesta desprenderse de las responsabilidades que tienen en sus negocios. En este proceso es necesario incorporar también el rol activo que cumplen los gobiernos, que si bien es cierto no son directamente los que toman decisiones, a ellos les concierne la labor de apoyar a las entidades con las capacidades instaladas que presentan, como por ejemplo la implementación de políticas públicas que institucionalicen la regulación de los mercados, la protección a los consumidores, como ocurre con el Sernac, la promoción de programas que apoyen la incorporación de tecnologías blandas (conocimientos especializados) en las empresas, etc. En fin, son muchas las formas en que los gobiernos pueden manifestar su apoyo para mejorar la gestión en una empresa, lo importante es que los profesionales sepan internalizarlas para llevarlas a cabo cumpliendo obviamente los preceptos legales que ello implica.
Ciertamente que los perfiles que deben tener las profesiones que son objeto de esta columna, exigen naturalmente una base sólida en el manejo de herramientas administrativas y económicas que, si bien es cierto, van evolucionando a través del tiempo, no se debe perder de vista que existen valores de fondo que son imperecederos a través del tiempo, los cuales deben ser internalizados en todas las formas de actuar de un profesional. Creo que es necesario profundizar en aquello, debido a que existen muchos distractores que llevan a transitar por los innumerables caminos oscuros que ofrece el mercado.
Desde hace ya un tiempo se ha vuelto cotidiano ver en los noticiarios mostrando la cantidad de fraudes financieros que están presentes a la orden del día, ya sea en políticos, empresarios, y por sobre todo profesionales vinculados a las áreas estratégicas de las empresas. Por lo tanto, surge la necesidad de preguntarse, acerca de las causas que llevan a maquinar balances, mostrar falsas carteras de clientes, realizar retiros encubiertos, fomentar la elución y evasión tributaria, certificar estados financieros sin analizarlos, en fin podría dedicar varias líneas más para dilucidar y tipificar la cantidad de fraudes que son vistos y analizados por los medios de comunicación. En lo particular, apelo a que hay algo detrás de esto, no puede ser que de la noche a la mañana se haya destapado una tras otra olla, las causas pueden ser de forma, donde entra en juego aspectos técnicos, tecnológicos, de control, de seguimiento, de diseño, de ejecución, en fin, y es que las causas de fondo, son las más profundas e importantes, pues son las que se vinculan con la formación valórica de los profesionales.
Y es que poco o nada se habla de temáticas relacionadas con la ética y los aspectos filosóficos que dan origen a cualquier teoría modera que se enseñe en las cátedras de administración o de cualquier ciencia económica. Han sacado de las mallas curriculares, la mayoría de las asignaturas de ética profesional, responsabilidad profesional, con la escusa de que se verán en forma transversal, pero en aquí hay que tener cuidado, porque cuando se termina viendo todo tan transversal, esto se diluye en el camino. Ahora no puedo caer en la generalización, pues en hora buena existen muchos docentes y académicos que efectivamente tratan temas valóricos en sus enseñanzas, eso debe rescatarse, porque si nos adentramos en el análisis detallado de cualquier ciencia, podemos dilucidar la conexión con temáticas éticas, que se encuentran de alguna forma tácita o explícita, en el desarrollo de las misma, dándole naturalmente un sentido pragmático al ethos profesional que debe conocer y practicar cualquier persona que está dispuesta a robustecer su carrera profesional.

Dicho esto, no me queda más que resaltar el rol que cumple un profesional relacionado con áreas administrativas, financieras y contables en nuestro país, el cual debe estar consiente de la relevancia que representa su actuar ya sea en el ámbito público como privado, donde llamo a asumir más que compromisos institucionales, compromisos hacia su propio yo, de esta manera es posible generar cambios de fondo, que aunque en un principio sean pequeños, podrán servir como base para el accionar del comportamiento de otros profesionales, dejando una huella ética que represente un modelo a seguir para las generaciones futuras.
Si lleváramos estos cambios a las variables que afectan directamente a la labor que realizan los profesionales en nuestros días, se podría decir que sus desafíos principalmente están ligados a factores tecnológicos, científicos, económicos y otros que indudablemente llevan a alinearse con tendencias mundiales que marcan la pauta en materia de innovación, buscando entablar múltiples formas de homologar o estandarizar el actuar de las profesiones, con el fin de aproximar un lenguaje común entre personas, empresas, instituciones y otro tipo de entidades que dan valor a las naciones.
Chile no es la excepción, siendo uno de los países más globalizados de Latinoamérica y del mundo, donde es sabido de la cantidad importante de tratados y acuerdos internacionales que ha sostenido en estas últimas dos décadas, lo cual obliga necesariamente estar a la par con otros países en vías de desarrollo, así como también, con los más desarrollados que se encuentran a la vanguardia en cuanto a la implementación de sistemas avanzados de gestión, midiendo constantemente su potencialidad por medio de la comparación de sus resultados, apuntando a obtener un estatus privilegiado frente a su competencia, lo cual obedece a una mirada netamente económica, resaltando ventajas competitivas en términos de desarrollo mercantil.
Sin embargo, si traspasamos tales avances económicos y tecnológicos a la forma de ejercer relaciones interpersonales entre los profesionales, se puede detectar la existencia de un retroceso significativo desde el punto de vista sociológico, debido a que muchas de las tecnologías tienden a privilegiar esta suerte de ahorro de costos, con la automatización por sobre las relaciones del face to face o cara a cara, que en una mirada a largo plazo, siempre resultan fundamentales para entablar un ambiente que va más allá de esperar buenas utilidades, pues aquello depende netamente de la formación de base que tengan quienes se encuentran insertos en el proceso de toma de decisiones en cualquier entidad.
En tanto, no hay duda del hecho que las empresas de hoy tienen como desafío alcanzar un sostenido mejoramiento en su rendimiento, rentabilidad y aumento de la eficacia y eficiencia económica, el cual debe ser demostrado en el medio en que operan, todo esto en una lógica legítima que cualquier entidad quiere alcanzar. Esto no es muy distinto a los objetivos corporativos de antaño, pues la diferencia que se evidencia en nuestros días, está dada con un cambio realmente paradigmático, que centra su atención en la exigencia de un sentido ético amplio, que ve su pragmatismo en el acto de la toma de decisiones por parte de niveles estratégicos y operativos de las empresas, en los cuales generalmente están insertos los profesionales de las ciencias económicas y administrativas.
Para ello, es necesario reconocer que el desafío de llevar a buen rumbo el destino de las empresas, debe ser compartido entre los todos los que están destinados a tomar las decisiones de la misma, es decir los facultados gerentes, así como también los mismos dueños, que muchas veces les cuesta desprenderse de las responsabilidades que tienen en sus negocios. En este proceso es necesario incorporar también el rol activo que cumplen los gobiernos, que si bien es cierto no son directamente los que toman decisiones, a ellos les concierne la labor de apoyar a las entidades con las capacidades instaladas que presentan, como por ejemplo la implementación de políticas públicas que institucionalicen la regulación de los mercados, la protección a los consumidores, como ocurre con el Sernac, la promoción de programas que apoyen la incorporación de tecnologías blandas (conocimientos especializados) en las empresas, etc. En fin, son muchas las formas en que los gobiernos pueden manifestar su apoyo para mejorar la gestión en una empresa, lo importante es que los profesionales sepan internalizarlas para llevarlas a cabo cumpliendo obviamente los preceptos legales que ello implica.
Ciertamente que los perfiles que deben tener las profesiones que son objeto de esta columna, exigen naturalmente una base sólida en el manejo de herramientas administrativas y económicas que, si bien es cierto, van evolucionando a través del tiempo, no se debe perder de vista que existen valores de fondo que son imperecederos a través del tiempo, los cuales deben ser internalizados en todas las formas de actuar de un profesional. Creo que es necesario profundizar en aquello, debido a que existen muchos distractores que llevan a transitar por los innumerables caminos oscuros que ofrece el mercado.
Desde hace ya un tiempo se ha vuelto cotidiano ver en los noticiarios mostrando la cantidad de fraudes financieros que están presentes a la orden del día, ya sea en políticos, empresarios, y por sobre todo profesionales vinculados a las áreas estratégicas de las empresas. Por lo tanto, surge la necesidad de preguntarse, acerca de las causas que llevan a maquinar balances, mostrar falsas carteras de clientes, realizar retiros encubiertos, fomentar la elución y evasión tributaria, certificar estados financieros sin analizarlos, en fin podría dedicar varias líneas más para dilucidar y tipificar la cantidad de fraudes que son vistos y analizados por los medios de comunicación. En lo particular, apelo a que hay algo detrás de esto, no puede ser que de la noche a la mañana se haya destapado una tras otra olla, las causas pueden ser de forma, donde entra en juego aspectos técnicos, tecnológicos, de control, de seguimiento, de diseño, de ejecución, en fin, y es que las causas de fondo, son las más profundas e importantes, pues son las que se vinculan con la formación valórica de los profesionales.
Y es que poco o nada se habla de temáticas relacionadas con la ética y los aspectos filosóficos que dan origen a cualquier teoría modera que se enseñe en las cátedras de administración o de cualquier ciencia económica. Han sacado de las mallas curriculares, la mayoría de las asignaturas de ética profesional, responsabilidad profesional, con la escusa de que se verán en forma transversal, pero en aquí hay que tener cuidado, porque cuando se termina viendo todo tan transversal, esto se diluye en el camino. Ahora no puedo caer en la generalización, pues en hora buena existen muchos docentes y académicos que efectivamente tratan temas valóricos en sus enseñanzas, eso debe rescatarse, porque si nos adentramos en el análisis detallado de cualquier ciencia, podemos dilucidar la conexión con temáticas éticas, que se encuentran de alguna forma tácita o explícita, en el desarrollo de las misma, dándole naturalmente un sentido pragmático al ethos profesional que debe conocer y practicar cualquier persona que está dispuesta a robustecer su carrera profesional.

Dicho esto, no me queda más que resaltar el rol que cumple un profesional relacionado con áreas administrativas, financieras y contables en nuestro país, el cual debe estar consiente de la relevancia que representa su actuar ya sea en el ámbito público como privado, donde llamo a asumir más que compromisos institucionales, compromisos hacia su propio yo, de esta manera es posible generar cambios de fondo, que aunque en un principio sean pequeños, podrán servir como base para el accionar del comportamiento de otros profesionales, dejando una huella ética que represente un modelo a seguir para las generaciones futuras.
Guido Asencio Gallardo
Académico Universidad de Los Lagos