Crónica de una contaminación anunciada - Detalles del desastre de Osorno
La odisea del agua todavía no terminó. Ahora es el turno de las declaraciones del operario que estaba a cargo de la planta de Caipulli, la fatídica noche del 11 de julio, publicadas este martes por el diario El Mercurio.
En medio de la incertidumbre de si tomar o no el agua repuesta por ESSAL, si bañarnos de una manera reducida, en cantidad, mejorando la calidad de nuestra higiene y los movimientos sociales que exigen una sanción ejemplificadora para la empresa que comanda y administra los destinos del agua en Osorno, aparece un nombre y dos apellidos, que será el nuevo destinatario de los dardos y del dedo condenatorio de la odisea vivida por el pueblo osornino: Manuel Pailahual Rivas.
¿Por qué? Porque es el operario que la noche del 11 de julio estaba a cargo de la planta Caipulli, de la empresa ESSAL, y el principal imputado en la crisis del agua que debió soportar Osorno, por más de 10 días, cuya declaración fue tomada por la Fiscalía de Los Lagos y la PDI.
La Fiscalía de Osorno, fue quien tomó el caso de contaminación de las aguas de ese fatídico 11 de julio, por el derrame de combustible en la planta de producción de Caipulli, de la empresa ESSAL, que afectó a casi todo el pueblo osornino, por el corte de agua. La primera parte se cumplió: se tomaron las muestras, comenzaron los estudios, la lectura de informes, los correspondientes peritajes y la toma de declaraciones. Es ahí donde aparece en escena Manuel Pailahual Rivas, chileno de 52 años.
En su declaración, detalla la precariedad en la que trabajaba y en las condiciones que se encontraba la planta de Caipulli, de la que era encargado de apagar el sistema eléctrico fijo, utilizando un generador de electricidad, el cual, funcionaba con petróleo.
La declaración, cuyo extracto fue publicado este martes por el diario El Mercurio, detalla las múltiples labores que habitualmente hacía Pailahual en el turno de noche, entre las 20:30 y las 08:30 horas. El trabajador explicó que tras recibir el turno sin novedades, "alrededor de las 23:10 horas, me trasladé hasta el sector de la planta baja, donde se encuentra el estanque de almacenaje de petróleo, procediendo a realizar el trasvasije (...) al generador de electricidad que se había utilizado desde las 18:00 y hasta las 23:00 horas, dado que esas son las horas de restricción eléctrica y, por ende, el valor de la electricidad es mayor".
Es precisamente donde admite su error: "Siendo las 23:10 horas, abrí las dos válvulas del estanque de petróleo que están conectadas por una sola cañería al generador (...). Después me retiré en dirección a la oficina de la planta alta, ubicada a unos 100 metros, calculando que en aproximadamente 40 minutos se realizaría la carga completa al generador (...); sin embargo, me olvidé del procedimiento, acordándome de ello a las 00:10 horas (...), es decir, 20 minutos más de lo que corresponde, razón por la cual me trasladé en forma inmediata al sector de la planta baja, procediendo a cerrar las dos válvulas".
El operario afirmó a la PDI, desconocer "cuánto fue la cantidad total de petróleo que se trasvasijó desde el estanque al generador y por ende el combustible que se rebalsó, sumado a que el piso es de ripio tierra, por lo cual pudo ser absorbido".
Indicó que el estanque donde se almacenaba el carburante tiene una capacidad de 2 mil litros, versus los 350 litros de capacidad que posee el reservorio del generador. El generador, dijo: "cuenta con un indicador de llenado, que consta de una aguja, la cual periódicamente presenta problemas en el marcaje, razón por la cual hay que golpearlo con una piedra para que muestre el nivel real".
Estas simples declaraciones, colocan sobre la mesa de las discusiones, una muestra de la precariedad con que se desempeñaba la planta generadora de agua potable.
Según la declaración de Manuel Pailahual Rivas, que publica el diario El Mercurio de este martes, advierte "la existencia de una película de petróleo que salía desde la ventilación ubicada en la parte superior del estanque local del generador", entonces fue "a inspeccionar alrededor del generador, haciendo uso de una linterna, ya que el lugar no cuenta con iluminación, donde no observé combustible en el suelo". Luego aclaró que "debido a la experiencia que tengo, no le di mayor importancia a este punto, dado que no vi ninguna acumulación de petróleo en el suelo que pudiera provocar la filtración a los estanques de agua, por lo cual no di cuenta de lo ocurrido (...) como tampoco dejé registro alguno en el libro de novedades, tal como lo establece el protocolo".
Al finalizar el turno, relata: "me trasladé en un furgón de la empresa (...) a fin de ir a buscar a mi colega del turno entrante", a quien de vuelta en la planta le entregó el turno a las 08:30. Esto, "no sin antes revisar juntos el lugar con luz natural para verificar lo que yo había intuido, corroborando que desde mi punto de vista, nada grave había sucedido, no existiendo filtración de combustible a los estanques de agua, pero si (sic) había un olor a combustible en la sala de bombas".
La historia continúa así: minutos después informó por teléfono a un superior al que contó de lo ocurrido, "quien a su vez instruyó inspeccionar el hecho a otro colega (...) por lo cual yo me retiré a mi domicilio a descansar, en donde alrededor de las 13:00 horas me entero que el agua de Osorno proveniente de la Planta Caipulli, mi lugar de trabajo, estaba contaminada con petróleo, momento en el cual me di cuenta de que lo más probable es que yo había sido el responsable de tal situación".
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En lo legal ¿Qué le espera a los culpables y a los afectados tras el desastre de Osorno? - ARDD 461
https://www.paislobo.cl/2019/07/osorno-emergencia-condenas-leyes.html
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La fiscalía aclaró que la investigación no solo se basará en el operario, ya que se busca saber quién le dio las instrucciones y desde cuándo los sistemas de alertas habrían estado con fallas.
Para eso, la BIDEMA, Brigada de Delitos Medio Ambientales de la PDI ya incautó los libros de registros de capacitaciones e inducciones del personal. Esto se cotejará con la versión del prevencionista de riesgo, de la empresa y del operario. El subcomisario de la BIDEMA, Patricio Corbalán, dijo que “se hicieron peritajes de fotografía para fijar lo que había, planimetría, mecánico y de paisajismo, este es para levantar un perfil topográfico del suelo y ver las pendientes, para saber por dónde se filtró el recorrido del petróleo. Estos resultados tardarán entre dos y tres semanas”.
Con respecto a la declaración de las jefaturas de ESSAL, se espera que comiencen en los próximos días, aunque advierten que en el caso de los miembros del directorio, esta diligencia dependerá de lo que digan los funcionarios de la empresa sobre las cadenas de mando en la firma. Lo que conocemos como la pirámide, en donde las órdenes bajan desde la punta hasta las bases, pasando por cada uno de los estamentos.
Al momento de escribir estas líneas, Manuel Pailahual Rivas se encuentra con licencia médica por su estado emocional, ante el hecho ocurrido, al que tilda de accidente. El resto de los osorninos, espera respuestas, entre mitos y realidades, sobre lo que realmente sucedió en la planta de Caipulli de la empresa ESSAL, esa noche del 11 de julio de 2019, que nadie olvidará en Osorno.
Tal vez algún escritor vernáculo, escriba esta historia que supera cualquier ficción inimaginable, cuyo título puede ser: Crónica de una contaminación anunciada, con el correspondiente permiso literario a Gabriel García Márquez.
Por Hugo Medrano
En medio de la incertidumbre de si tomar o no el agua repuesta por ESSAL, si bañarnos de una manera reducida, en cantidad, mejorando la calidad de nuestra higiene y los movimientos sociales que exigen una sanción ejemplificadora para la empresa que comanda y administra los destinos del agua en Osorno, aparece un nombre y dos apellidos, que será el nuevo destinatario de los dardos y del dedo condenatorio de la odisea vivida por el pueblo osornino: Manuel Pailahual Rivas.
¿Por qué? Porque es el operario que la noche del 11 de julio estaba a cargo de la planta Caipulli, de la empresa ESSAL, y el principal imputado en la crisis del agua que debió soportar Osorno, por más de 10 días, cuya declaración fue tomada por la Fiscalía de Los Lagos y la PDI.
La Fiscalía de Osorno, fue quien tomó el caso de contaminación de las aguas de ese fatídico 11 de julio, por el derrame de combustible en la planta de producción de Caipulli, de la empresa ESSAL, que afectó a casi todo el pueblo osornino, por el corte de agua. La primera parte se cumplió: se tomaron las muestras, comenzaron los estudios, la lectura de informes, los correspondientes peritajes y la toma de declaraciones. Es ahí donde aparece en escena Manuel Pailahual Rivas, chileno de 52 años.
En su declaración, detalla la precariedad en la que trabajaba y en las condiciones que se encontraba la planta de Caipulli, de la que era encargado de apagar el sistema eléctrico fijo, utilizando un generador de electricidad, el cual, funcionaba con petróleo.
La declaración, cuyo extracto fue publicado este martes por el diario El Mercurio, detalla las múltiples labores que habitualmente hacía Pailahual en el turno de noche, entre las 20:30 y las 08:30 horas. El trabajador explicó que tras recibir el turno sin novedades, "alrededor de las 23:10 horas, me trasladé hasta el sector de la planta baja, donde se encuentra el estanque de almacenaje de petróleo, procediendo a realizar el trasvasije (...) al generador de electricidad que se había utilizado desde las 18:00 y hasta las 23:00 horas, dado que esas son las horas de restricción eléctrica y, por ende, el valor de la electricidad es mayor".
Es precisamente donde admite su error: "Siendo las 23:10 horas, abrí las dos válvulas del estanque de petróleo que están conectadas por una sola cañería al generador (...). Después me retiré en dirección a la oficina de la planta alta, ubicada a unos 100 metros, calculando que en aproximadamente 40 minutos se realizaría la carga completa al generador (...); sin embargo, me olvidé del procedimiento, acordándome de ello a las 00:10 horas (...), es decir, 20 minutos más de lo que corresponde, razón por la cual me trasladé en forma inmediata al sector de la planta baja, procediendo a cerrar las dos válvulas".
El operario afirmó a la PDI, desconocer "cuánto fue la cantidad total de petróleo que se trasvasijó desde el estanque al generador y por ende el combustible que se rebalsó, sumado a que el piso es de ripio tierra, por lo cual pudo ser absorbido".
Indicó que el estanque donde se almacenaba el carburante tiene una capacidad de 2 mil litros, versus los 350 litros de capacidad que posee el reservorio del generador. El generador, dijo: "cuenta con un indicador de llenado, que consta de una aguja, la cual periódicamente presenta problemas en el marcaje, razón por la cual hay que golpearlo con una piedra para que muestre el nivel real".
Estas simples declaraciones, colocan sobre la mesa de las discusiones, una muestra de la precariedad con que se desempeñaba la planta generadora de agua potable.
Según la declaración de Manuel Pailahual Rivas, que publica el diario El Mercurio de este martes, advierte "la existencia de una película de petróleo que salía desde la ventilación ubicada en la parte superior del estanque local del generador", entonces fue "a inspeccionar alrededor del generador, haciendo uso de una linterna, ya que el lugar no cuenta con iluminación, donde no observé combustible en el suelo". Luego aclaró que "debido a la experiencia que tengo, no le di mayor importancia a este punto, dado que no vi ninguna acumulación de petróleo en el suelo que pudiera provocar la filtración a los estanques de agua, por lo cual no di cuenta de lo ocurrido (...) como tampoco dejé registro alguno en el libro de novedades, tal como lo establece el protocolo".
Al finalizar el turno, relata: "me trasladé en un furgón de la empresa (...) a fin de ir a buscar a mi colega del turno entrante", a quien de vuelta en la planta le entregó el turno a las 08:30. Esto, "no sin antes revisar juntos el lugar con luz natural para verificar lo que yo había intuido, corroborando que desde mi punto de vista, nada grave había sucedido, no existiendo filtración de combustible a los estanques de agua, pero si (sic) había un olor a combustible en la sala de bombas".
La historia continúa así: minutos después informó por teléfono a un superior al que contó de lo ocurrido, "quien a su vez instruyó inspeccionar el hecho a otro colega (...) por lo cual yo me retiré a mi domicilio a descansar, en donde alrededor de las 13:00 horas me entero que el agua de Osorno proveniente de la Planta Caipulli, mi lugar de trabajo, estaba contaminada con petróleo, momento en el cual me di cuenta de que lo más probable es que yo había sido el responsable de tal situación".
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En lo legal ¿Qué le espera a los culpables y a los afectados tras el desastre de Osorno? - ARDD 461
https://www.paislobo.cl/2019/07/osorno-emergencia-condenas-leyes.html
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¿Un solo hombre es el culpable?
Esta interrogante deberá ser respondida para conocer a los responsables de esta verdadera odisea de estar más de 10 días sin agua, sin respuestas claras, con promesas casi perversas y con la incertidumbre, cargada de miedos, de volver a confiar en la calidad de agua, al abrir nuevamente un grifo.La fiscalía aclaró que la investigación no solo se basará en el operario, ya que se busca saber quién le dio las instrucciones y desde cuándo los sistemas de alertas habrían estado con fallas.
Para eso, la BIDEMA, Brigada de Delitos Medio Ambientales de la PDI ya incautó los libros de registros de capacitaciones e inducciones del personal. Esto se cotejará con la versión del prevencionista de riesgo, de la empresa y del operario. El subcomisario de la BIDEMA, Patricio Corbalán, dijo que “se hicieron peritajes de fotografía para fijar lo que había, planimetría, mecánico y de paisajismo, este es para levantar un perfil topográfico del suelo y ver las pendientes, para saber por dónde se filtró el recorrido del petróleo. Estos resultados tardarán entre dos y tres semanas”.
Con respecto a la declaración de las jefaturas de ESSAL, se espera que comiencen en los próximos días, aunque advierten que en el caso de los miembros del directorio, esta diligencia dependerá de lo que digan los funcionarios de la empresa sobre las cadenas de mando en la firma. Lo que conocemos como la pirámide, en donde las órdenes bajan desde la punta hasta las bases, pasando por cada uno de los estamentos.
Al momento de escribir estas líneas, Manuel Pailahual Rivas se encuentra con licencia médica por su estado emocional, ante el hecho ocurrido, al que tilda de accidente. El resto de los osorninos, espera respuestas, entre mitos y realidades, sobre lo que realmente sucedió en la planta de Caipulli de la empresa ESSAL, esa noche del 11 de julio de 2019, que nadie olvidará en Osorno.
Tal vez algún escritor vernáculo, escriba esta historia que supera cualquier ficción inimaginable, cuyo título puede ser: Crónica de una contaminación anunciada, con el correspondiente permiso literario a Gabriel García Márquez.
Por Hugo Medrano