Los viejos en la mira del actual gobierno en Chile

Los viejos en la mira del actual gobierno en Chile
Por Omar González Hurtado, ex osornino de corazón.

Es mi deseo comenzar este breve artículo, mencionando aquello que con tanto énfasis ha dicho nuestro nuevo presidente Gabriel Boric Font.

“Los adultos mayores merecen descansar con tranquilidad luego de toda una vida de trabajo. Nuestro gobierno entregará pensiones mínimas de 250 mil pesos, para avanzar hacia la dignidad y liberar de preocupaciones a los jubilados. ¡La vejez debe ser digna! ¡Por un Chile mejor!".

Es de esperar que si sea, por cuanto la vejez, que en términos un poco más refinado se ha venido en llamar “los de la tercera edad” o bien la “etapa del adulto mayor”, situación que por siempre ha sido postergada, olvidad e indiferente ante la sociedad que aún tiene la virtud de ser joven y estar activo, muchos obteniendo grandes ganancias para solventar una vida plena de satisfacciones personales y obviamente de sus familia.

La vejez ciertamente que es una etapa que por siempre ha sido definida como una etapa en que el hombre tanto como la mujer tarde o temprano tiene que llegar "al ocaso de la vida”. De una vida que se va, lenta y progresivamente, es una instancia que para muchos resulta difícil de aceptar, siendo por lo general una preocupación latente, no solo en su carácter y en la naturaleza individual reflejada en forma clara y categórica en las actitudes que se expresan de uno u otro modo, manifestado en aquellas labores que antes se hacían con cierta facilidad y que lentamente va cambiando, porque las fuerzas, el interés y el entusiasmo comienza dar un vuelco en la personalidad.

Por cierto que el envejecimiento es un proceso natural en la vida de todo ser vivo y en especial en los humanos, expresado en un proceso de cambio tanto fisiológico como morfológico y social, que puede comenzar a partir de los 30 ó 40 años de edad.

No obstante hay estudios serios que afirman que reconocer los síntomas de envejecimiento de este proceso natural puede ayudarnos a retrasarlo.

Haciendo una breve revisión de algunos síntomas y enfermedades más comunes que suelen afectar a las personas de la tercera edad, podemos observar que las piernas ya no se mueven con tanta agilidad, los pasos son cansinos cada día, las fuerzas comienzan a flaquear, las arrugas son cada vez más notorias en la piel, la mirada es cada día más débil, la musculatura se comienza a atrofiar, inclusive manifestar leves temblores en las manos y en otras partes del cuerpo. El sentido del equilibro también comienza a ser afectado, por lo mismo en las personas ancianas le es fácil tropezar y caer al suelo. Todo aquello y mucho más, resulta obvio y va aumentando más con los años que se haya logrado vivir, y por eso se debiera estar satisfecho y agradecidos…“por el alargue del partido que le ha sido otorgado por el Ser Supremo”, no obstante la realidad en que muchas veces se vive esta etapa no es para sentirse tan grato y tan cómodo es de esperar.

Llegar al “ocaso de la vida", debiera ser por cierto una instancia y motivo de preocupación social, y no una situación que inspire lástima, con expresiones y deseos siempre planteados, en términos políticos, pero jamás solucionado prontamente y de manera justa y digna obligando muchas veces a esa persona tener que seguir trabajando en cualquier actividad para poder sobrevivir. Por lo mismo es necesario mantener la esperanza que esta nefasta condición de vida sea un tanto mejorada en el actual gobierno, y digo “un tanto mejorada”, por cuanto la solución no está solamente en otorgar algunos cuantos pesos más, sino más bien, que el anciano tenga una atención integral y preferencial, en todos los ámbitos que rodean su existencia, en salud, alimentación, cuidado, condiciones de vivienda, y en especial con la presencia emocional de la familia reflejada en paciencia, comprensión y cariño.

Los años pasan es cierto, y el cuerpo tiene a encorvarse, la mirada va perdiéndose en la nebulosa del infinito y el recuerdo invade la mente, el corazón y el espíritu, el cabello va siendo invadido por la nieve que va cayendo copiosamente, mientras que en otros, la cabellera se va perdiendo..

De lo anteriormente dicho es de esperar entonces que la vejez, debiera verse y sentirse con naturalidad, los achaques, dolencias, padecimientos y enfermedades van apareciendo con naturalidad, uno más otros menos, entre los cuales está el deterioro mental y las múltiples enfermedades a que se está expuesto una vez que llega el mentado ocaso de la vida, instancia en la cual aquel viejo o vieja se sienta apoyado, rodeado de afecto, paz, armonía y comprensión.

En el "ocaso de la vida", cabe mencionar algunas de las múltiples enfermedades que comienzan a afectarles tales como: la hipertensión arterial un eterno enemigo silencioso, que por lo general afecta con la edad y que se presenta un elevado nivel de la presión de la sangre, pudiendo alcanzar límites muy peligrosos, con síntomas como dolores de cabeza, sangrados nasales y dificultad para respirar, conjuntamente con este síntoma, suele aparecer un alto nivel de colesterol, sustancia que se encuentra en todas las células del organismo y que es un compuesto necesario para muchos procesos fisiológicos en el ser humano. De todas formas, si se almacena en exceso, aumenta considerablemente el riesgo de padecer una enfermedad arterial coronaria. La Artrosis, es otra de las enfermedades más comunes en la vejez, aunque también es factible observarla en a todos los sectores de la población, incluyendo a jóvenes y niños, dolencia que se manifiesta por la hinchazón de una o más articulaciones, con síntomas de dolor, rigidez y disminución de la amplitud de movimiento de las extremidades afectadas.

En fin, son muchas las dolencias que comienzan a aparecer con los años, a los cuales se suma aquellos síndromes cardiovasculares o cardiopatías, que sufren las personas ancianas, lo que constituye un factor alto de riesgo.

Si agregamos a aquellas enfermedades que suelen ser crónicas, por desgracia el cáncer es otro peligro que suele atentar a todas las personas y en especial a las personas de la denominada tercera edad, la cual, y que como todos sabemos consiste en la formación de células malignas formando tumores de manera descontrolada debido a la agrupación de células malignas

La Diabetes es otra de las enfermedades muy común en la vejez, condición se caracteriza por la subida de los niveles de glucosa en sangre, ya sea por la falta de producción de insulina o por una utilización inadecuada de la misma dentro del organismo, igualmente las personas ancianas tampoco están exentas de sentir serios síntomas de Depresión que a veces son causadas por las condiciones de vida social en que muchos ancianos pueden encontrarse, entre ellos la soledad, junto a enfermedades de orden renal crónica que se van manifestando poco a poco, a medida de que el tejido renal pierde funcionalidad, expresados en síntomas como, náuseas, vómitos, fatiga, debilidad, hinchazón de los pies y los tobillos (edemas), dolor en el pecho, falta de aire y picazón constante, entre otros.

No obstante y pese a que cualquier persona anciana está propensa a esas y muchas otras enfermedades originadas por disfunción o desgaste físico, “la edad no es un sinónimo de desazón”.

Aunque algunos pueden sufrir la temible y penosa enfermedad denominada Alzheimer, que es causante de ciertos cuadros de demencia, y que caracteriza por una pérdida de memoria y de otras condiciones mentales, que produce daño neuronal y se atrofian diferentes zonas del cerebro.

Respecto a esta situación que siendo natural en el ser humano, cabe hacernos la pregunta: ¿de qué manera la vejez puede ser aminorada en su vertiginoso pasar? He ahí que cabe aquello que siempre se ha dicho he insistido! La ayuda económica, el apoyo afectivo y social es preponderante, a fin de hacer que “el ocaso de la vida” sea más "llevadera”, que el término de la vida sea algo natural y sin mayor drama más que la tristeza, la pena y la amargura de perder un ser querido.

En tal sentido es necesario reiterar que el apoyo familiar es fundamental, en especial la preocupación de las personas más cercanas, que son los hijos, y nietos, que alegran el alma al escuchar la algarabía de los niños, ver sus juegos, sentir sus risas y sus llantos, ello es señal que estamos vivos, y podemos disfrutar cada segundo, horas y días que nos depara ese largo caminar. Aunque estén fallando más de algunos de los cinco sentidos, el cabello cano, los oídos sordos, el olvido de aquello que ayer estaba tan presente, poder ver y escuchar con oídos y vista con cierto cansancio y languidez, el trinar de las aves, sentir el viento que acaricia el rostro con ternura.

No, no, no “repito”, no se necesita compasión, sino comprensión y apoyo, procurando dejar que el agua siga transcurriendo lentamente en este riachuelo que cubre la existencia de la vejez.

Lo contrario es lo que también de manera muy lamentable ocurre, cuando esas personas de la tercera edad, o edad avanzada, están solos, o se sienten solos, situación que junto con la precaria situación económica, en muchos casos la panacea más habitual para la familia, es dejar al anciano en un hogar o en algún lugar alejado, situación en la cual ese abandono social, junto a la postergación de sus necesidades, la falta de ejercicios, la despreocupación por su estado de salud, el aislamiento y la incomunicación, junto a una alimentación deficiente o inadecuada, no ayuda en nada a aceptar con resignación “el ocaso de la vida”.

Con esta breve nota, solo se espera hacer conciencia de tal adversa realidad y pueda estar presente como primera prioridad, no solo en los planes de gobierno, sino más aún se haga consciencia en todas aquellas personas que dentro de su grupo familiar se encuentre viviendo un adulto mayor.

Finalmente cabe mencionar ese bello poema de Amado Nervo, que dice:

“Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, vida, porque nunca me diste ni esperanza fallida, ni trabajos injustos, ni pena inmerecida. Porque veo al final de mi rudo camino que yo fui el arquitecto de mi propio destino. Que si extraje las mieles o la hiel de las cosas, fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas: cuando planté rosales, coseché siempre rosas. Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno: ¡más tú no me dijiste que mayo fuese eterno! Hallé sin duda largas las noches de mis penas; mas no me prometiste tan sólo noches buenas; y en cambio tuve algunas santamente serenas... Amé, fui amado, el sol acarició mi faz. ¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!".


Fuente: alonsitogh@gmail.com

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