La meditación y su gran efecto en el control de las emociones

Dr. Franco Lotito C. – www.aurigaservicios.cl - Académico, escritor e investigador (PUC-UACh)



La capacidad de poder tomar la decisión correcta en el momento apropiado tiene una directa relación con el conocimiento de las propias emociones. En este sentido, la habilidad para identificar cuáles son las opciones de las que dispone una persona y cómo estas opciones pueden o no ir de la mano con las necesidades de decisión que vive el sujeto, es una destreza que –desde el punto de vista biológico– se desprende “del funcionamiento de la corteza orbitofrontal del cerebro”.

Se ha demostrado que las “personas que practican la meditación entre 10 y 90 minutos diariamente tienen esa y otras áreas cerebrales más desarrolladas que aquellas otras personas que no practican meditación alguna”. Es lo que una investigación realizada por un equipo de científicos de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), Estados Unidos, sacó a la luz por intermedio del “uso de imágenes de resonancia nuclear magnética de alta resolución”, determinando por esta vía que quienes practicaban diversas técnicas de meditación lograban incrementar su materia gris en varias zonas del cerebro que controlan las emociones, condición que les permite tomar mejores decisiones en diversos escenarios.

El estudio que fue publicado en la revista científica NeuroImage aplicó la técnica de resonancia magnética a un grupo de 22 personas que meditaban en forma regular y a otro grupo de 22 sujetos que no lo hacían. De esta manera se determinó que los “meditadores presentaban volúmenes significativamente mayores de materia gris en la corteza orbitofrontal, el hipotálamo y el giro temporal inferior” del cerebro. Todas éstas son zonas vinculadas con el control de las emociones.

Las personas que meditaban de manera habitual practicaban técnicas conocidas como “zazen, vipassana y samatha”, técnicas que consisten en el establecimiento de una fuerte conexión entre la mente y el cuerpo mediante la atención a las sensaciones físicas y evitando la irrupción de los pensamientos, resultado que se logra al asumir la persona una posición sentada o acostada y practicando una respiración profunda.

Las personas del grupo experimental habían practicado estas técnicas entre cinco y más de treinta años, con una media de 24 años, y la mayoría de ellas meditaba entre diez y noventa minutos. De acuerdo con los expertos que llevaron a cabo el estudio, el aumento de volumen fue de hasta un centímetro cúbico en las regiones antes señaladas, una cifra que puede considerarse “como significativa”. En tanto que el equipo dirigido por la Dra. Eileen Luders determinó que en los sujetos no meditadores no se pudo encontrar que alguno de ellos tuviera un volumen mayor o más cantidad de materia gris.

De acuerdo con la Dra. Luders, una experta en el campo de la neurociencia, neuroimágenes, neuroplasticidad y mapeado del cerebro, ella señala que es conocido el hecho que las personas que meditan de manera habitual poseen una capacidad excepcional para cultivar emociones positivas y concentrarse en un comportamiento consciente, agregando que las “diferencias observadas en la anatomía cerebral nos entregan una clave de por qué razón los meditadores tienen estas capacidades excepcionales”.

Las zonas que presentan un aumento de volumen corresponden al área donde se agrupan los “somas neuronales” que son el cuerpo “inteligente o el cerebro de las células nerviosas”. Por lo tanto, al haber un mayor volumen, entonces hay una mayor concentración de cuerpos neuronales, lo que significaría tener más capacidades o ventajas de carácter cognitivos, de concentración o de manejo del pensamiento.

Los autores del estudio indican que investigaciones anteriores han puesto en evidencia que la corteza orbitofrontal está estrechamente relacionada con la capacidad para regular las emociones y, específicamente, de suprimir estímulos negativos y aversivos, en función de lo cual, el aumento observado podría reflejar habilidades ligadas a la autorregulación y a la flexibilidad del comportamiento.

Las capacidades derivadas de esta zona de nuestro cerebro se traducen en el hecho que la persona es más coherente al momento de tomar decisiones, así como en el acto de separar los pensamientos automáticos y hábitos, condición que permite un examen más detenido de las opciones más congruentes con las necesidades de la persona y sus valores personales.

Los efectos que tiene la meditación en las zonas cerebrales podrían estar relacionados con la estimulación de mecanismos de “neuroplasticidad cerebral”, donde es altamente probable que se formen más vasos sanguíneos y haya un mayor crecimiento y desarrollo neuronal en estas zonas, al practicar la meditación.

Los estudios indican que, en promedio, son tres los años de meditación que ya provocan un efecto en el cerebro asociado a la regulación de emociones, siendo tres los pasos cruciales para comenzar a practicar la meditación, la cual, sin que resulte ser un proceso fácil de desarrollar y/o adquirir, sí lo puede lograr cualquier persona que se haya propuesto hacerlo. Los pasos para meditar en el hogar son los siguientes:
  1. Crear un ambiente de total tranquilidad: puede haber música de relajación de fondo, en tanto que la persona debe ponerse cómoda y relajada, en que la posición del sujeto puede ser sentado y cruzando las piernas, o bien, estar acostado.
  2. Cerrar los ojos y practicar la respiración profunda: la respiración y exhalación por la nariz es esencial. Los expertos señalan que la respiración es el puente entre el cuerpo y la mente de las personas.
  3. Buscar aquietar la mente: aun cuando esta parte es la más difícil, la práctica habitual ayuda una enormidad. La idea es fijar la mente en una imagen, un sonido o una palabra (o “mantra”) y mantener la mente fijada ahí.
Estos estudios y resultados dan pie para pensar en la posibilidad de desarrollar distintas terapias en base a la meditación y convertirse en una “forma efectiva para enfrentar enfermedades neurodegenerativas tales como el Alzheimer, el Parkinson, la esclerosis lateral amiotrófica” y otras.

Digamos, finalmente, que si usted quiere potenciar estos resultados, la recomendación es que, paralelamente, realice alguna actividad física, por cuanto, un estudio realizado por el Dr. Alan Gow de la Universidad de Edimburgo, Escocia, muestra que el ejercicio regular ayuda a mantener la materia blanca y gris del cerebro, frenando la atrofia cerebral. Incluso más. El Dr. Gow señala que “las personas que eran más activas físicamente al entrar en la tercera edad, mostraron una significativa menor disminución del tamaño de su cerebro y un menor daño de la materia blanca”. La “materia blanca” del cerebro corresponde a las fibras nerviosas –o cableado– que permite la comunicación efectiva entre las neuronas.

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