Criminalidad en Chile: Invertir en jóvenes para romper el ciclo
Por Héctor Zúñiga, Vicepresidente Evopoli Los Lagos.
Cada día en Chile nos encontramos con noticias alarmantes sobre la creciente criminalidad. Las bandas criminales operan con menores de edad, las balaceras resultan en muertes, y los homicidios se han vuelto una realidad cotidiana. La situación actual es insostenible y nos obliga a cuestionar hacia dónde debemos dirigir nuestros esfuerzos y recursos para combatir este flagelo de manera efectiva y sostenible.
Según datos de 2020, el gasto mensual por reo en Chile asciende a $930.000, supongo que al 2024 este ya creció. En contraste, el gasto en un menor de edad bajo el Servicio Nacional de Reinserción Social Juvenil parte de una base de $237.600. Esta diferencia en la inversión refleja una brecha significativa en nuestras prioridades como sociedad. Es inaceptable que se destinen recursos exorbitantes a mantener a individuos en un ciclo de criminalidad, mientras que los fondos destinados a la prevención y apoyo a nuestros jóvenes son insuficientes.
La situación es clara: estamos fallando en proteger y apoyar a nuestros jóvenes, dejándolos vulnerables a las influencias delictivas. En lugar de invertir en medidas punitivas que perpetúan el ciclo de violencia, debemos redirigir nuestros recursos hacia la prevención y el desarrollo integral de nuestros menores.
Imaginemos por un momento qué podríamos lograr si destináramos la misma cantidad de dinero que se gasta en mantener a un reo, a un menor en situación de riesgo. Este cambio de enfoque implicaría proporcionar alimentación adecuada, un techo seguro, educación de calidad, acceso a servicios de salud y un sinfín de oportunidades para aquellos que están en peligro de caer en manos de bandas criminales. Es inadmisible que no estemos haciendo más para evitar que nuestros jóvenes caigan en el camino de la delincuencia.
Invertir en nuestros jóvenes no es solo una medida preventiva, es una estrategia a largo plazo para construir una sociedad más justa y segura. Un menor que recibe el apoyo necesario para desarrollarse plenamente es un ciudadano que tiene más probabilidades de vivir una vida libre de la delincuencia. Generaciones enteras podrían ser salvadas si nos comprometemos a proporcionarles las herramientas y oportunidades necesarias para triunfar.
El impacto de esta inversión sería monumental. No solo estaríamos reduciendo la criminalidad, sino que también estaríamos fomentando una cultura de esperanza y posibilidades. Cada joven rescatado del círculo de la delincuencia representa una victoria para toda la comunidad. Además, este enfoque podría aliviar la presión sobre el sistema penal, permitiendo una mejor asignación de recursos y una rehabilitación más efectiva para aquellos que ya se encuentran privados de libertad.
La criminalidad en Chile es un problema complejo que requiere soluciones integrales y un cambio de paradigma en cómo asignamos nuestros recursos. La prevención y el apoyo a nuestros jóvenes deben ser la piedra angular de cualquier estrategia para combatir la delincuencia. Solo a través de una inversión decidida y sostenida en nuestros menores, podremos construir un futuro donde la criminalidad no sea la norma, sino la excepción. Es hora de actuar y de reorientar nuestros esfuerzos hacia la construcción de una sociedad más equitativa y segura para todos.
Como siempre ha defendido Evópoli, debemos poner a "Los niños primero". Invertir en nuestros jóvenes es el primer paso para garantizar un futuro prometedor y libre de delincuencia para Chile. No podemos seguir ignorando esta realidad. Es hora de actuar con determinación y compromiso, priorizando a nuestros niños y asegurando que tengan las oportunidades necesarias para prosperar.
Fuente información: heangajardo@gmail.com
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Cada día en Chile nos encontramos con noticias alarmantes sobre la creciente criminalidad. Las bandas criminales operan con menores de edad, las balaceras resultan en muertes, y los homicidios se han vuelto una realidad cotidiana. La situación actual es insostenible y nos obliga a cuestionar hacia dónde debemos dirigir nuestros esfuerzos y recursos para combatir este flagelo de manera efectiva y sostenible.
Según datos de 2020, el gasto mensual por reo en Chile asciende a $930.000, supongo que al 2024 este ya creció. En contraste, el gasto en un menor de edad bajo el Servicio Nacional de Reinserción Social Juvenil parte de una base de $237.600. Esta diferencia en la inversión refleja una brecha significativa en nuestras prioridades como sociedad. Es inaceptable que se destinen recursos exorbitantes a mantener a individuos en un ciclo de criminalidad, mientras que los fondos destinados a la prevención y apoyo a nuestros jóvenes son insuficientes.
La situación es clara: estamos fallando en proteger y apoyar a nuestros jóvenes, dejándolos vulnerables a las influencias delictivas. En lugar de invertir en medidas punitivas que perpetúan el ciclo de violencia, debemos redirigir nuestros recursos hacia la prevención y el desarrollo integral de nuestros menores.
Imaginemos por un momento qué podríamos lograr si destináramos la misma cantidad de dinero que se gasta en mantener a un reo, a un menor en situación de riesgo. Este cambio de enfoque implicaría proporcionar alimentación adecuada, un techo seguro, educación de calidad, acceso a servicios de salud y un sinfín de oportunidades para aquellos que están en peligro de caer en manos de bandas criminales. Es inadmisible que no estemos haciendo más para evitar que nuestros jóvenes caigan en el camino de la delincuencia.
Invertir en nuestros jóvenes no es solo una medida preventiva, es una estrategia a largo plazo para construir una sociedad más justa y segura. Un menor que recibe el apoyo necesario para desarrollarse plenamente es un ciudadano que tiene más probabilidades de vivir una vida libre de la delincuencia. Generaciones enteras podrían ser salvadas si nos comprometemos a proporcionarles las herramientas y oportunidades necesarias para triunfar.
El impacto de esta inversión sería monumental. No solo estaríamos reduciendo la criminalidad, sino que también estaríamos fomentando una cultura de esperanza y posibilidades. Cada joven rescatado del círculo de la delincuencia representa una victoria para toda la comunidad. Además, este enfoque podría aliviar la presión sobre el sistema penal, permitiendo una mejor asignación de recursos y una rehabilitación más efectiva para aquellos que ya se encuentran privados de libertad.
La criminalidad en Chile es un problema complejo que requiere soluciones integrales y un cambio de paradigma en cómo asignamos nuestros recursos. La prevención y el apoyo a nuestros jóvenes deben ser la piedra angular de cualquier estrategia para combatir la delincuencia. Solo a través de una inversión decidida y sostenida en nuestros menores, podremos construir un futuro donde la criminalidad no sea la norma, sino la excepción. Es hora de actuar y de reorientar nuestros esfuerzos hacia la construcción de una sociedad más equitativa y segura para todos.
Como siempre ha defendido Evópoli, debemos poner a "Los niños primero". Invertir en nuestros jóvenes es el primer paso para garantizar un futuro prometedor y libre de delincuencia para Chile. No podemos seguir ignorando esta realidad. Es hora de actuar con determinación y compromiso, priorizando a nuestros niños y asegurando que tengan las oportunidades necesarias para prosperar.
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