Sueldo de los concejales de Osorno
Señor Director:
La reciente propuesta de la concejala Cecilia Ubilla de reducir la dieta de los concejales de Osorno ha abierto una conversación interesante y necesaria. Más allá de su habilidad para poner la atención sobre el tema y, por ende, en su figura, surgen algunas preguntas: ¿Qué se pretende hacer con los recursos que podrían liberarse? ¿Existen planes concretos para darles un uso efectivo y beneficioso para la comuna? Si bien el gesto puede parecer un símbolo de austeridad, sin un propósito claro, corre el riesgo de quedar como un simple acto de buenas intenciones.
La discusión tomó un giro cuando la segunda sesión del Concejo Municipal fue suspendida por falta de quórum. Solo tres de los ocho concejales asistieron (Arturo Buschmann, Cecilia Ubilla y Miguel Ángel Arredondo), lo que resulta contradictorio e irresponsable para los ojos de la ciudadanía. Es precisamente en estos espacios donde se espera que los temas de interés público sean debatidos con seriedad y compromiso. La imagen que queda es decepcionante. Porque, ¿A quién se le ocurriría faltar a su segundo día de trabajo?
Volviendo a la idea de la reducción de sueldos, la propuesta podría tener un impacto positivo si es acompañada de un plan claro. ¿Podrían esos recursos financiar becas para estudiantes locales? ¿Invertirse en apoyo para las pymes de la comuna? ¿O fortalecer programas sociales que realmente necesiten recursos adicionales? Porque más allá de reducir el gasto, lo que verdaderamente importa es qué se hará con ese dinero. Sin un propósito definido, se corre el riesgo de que esta discusión derive en populismo vacío, incapaz de resolver las necesidades concretas de Osorno.
Es relevante también abordar otra cuestión de fondo: reducir el sueldo de las autoridades no solo abre la posibilidad de redestinar recursos, sino también de que es posible reducir el gasto público. En un contexto donde cada peso cuenta, la opción de no desembolsar esos fondos podría traducirse en un alivio fiscal, evitando mayor endeudamiento o carga tributaria para la comuna. Sin embargo, ¿es realmente viable desde el punto de vista político y técnico? ¿Es tan sencillo como decidirlo y luego ejecutarlo tras una votación del Concejo? Estas son preguntas que, de raíz, aún no han sido planteadas con la profundidad necesaria.
Lo cierto es que esta propuesta ha generado una discusión sana y urgente: ¿cómo podemos ser más eficientes con los recursos públicos? El desafío ahora es pasar de los titulares a los hechos. No basta con reducir sueldos; lo que realmente importa es que los ahorros se traduzcan en beneficios tangibles para la comunidad. Porque en tiempos donde la política se enfrenta a una crisis de confianza, lo que los ciudadanos necesitan no son símbolos, sino resultados concretos.
Carolina Castillo C.
Periodista UEM / UNAB
Comunicación y Políticas Públicas UChile
Fuente información: Carolina Castillo C.
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La reciente propuesta de la concejala Cecilia Ubilla de reducir la dieta de los concejales de Osorno ha abierto una conversación interesante y necesaria. Más allá de su habilidad para poner la atención sobre el tema y, por ende, en su figura, surgen algunas preguntas: ¿Qué se pretende hacer con los recursos que podrían liberarse? ¿Existen planes concretos para darles un uso efectivo y beneficioso para la comuna? Si bien el gesto puede parecer un símbolo de austeridad, sin un propósito claro, corre el riesgo de quedar como un simple acto de buenas intenciones.
La discusión tomó un giro cuando la segunda sesión del Concejo Municipal fue suspendida por falta de quórum. Solo tres de los ocho concejales asistieron (Arturo Buschmann, Cecilia Ubilla y Miguel Ángel Arredondo), lo que resulta contradictorio e irresponsable para los ojos de la ciudadanía. Es precisamente en estos espacios donde se espera que los temas de interés público sean debatidos con seriedad y compromiso. La imagen que queda es decepcionante. Porque, ¿A quién se le ocurriría faltar a su segundo día de trabajo?
Volviendo a la idea de la reducción de sueldos, la propuesta podría tener un impacto positivo si es acompañada de un plan claro. ¿Podrían esos recursos financiar becas para estudiantes locales? ¿Invertirse en apoyo para las pymes de la comuna? ¿O fortalecer programas sociales que realmente necesiten recursos adicionales? Porque más allá de reducir el gasto, lo que verdaderamente importa es qué se hará con ese dinero. Sin un propósito definido, se corre el riesgo de que esta discusión derive en populismo vacío, incapaz de resolver las necesidades concretas de Osorno.
Es relevante también abordar otra cuestión de fondo: reducir el sueldo de las autoridades no solo abre la posibilidad de redestinar recursos, sino también de que es posible reducir el gasto público. En un contexto donde cada peso cuenta, la opción de no desembolsar esos fondos podría traducirse en un alivio fiscal, evitando mayor endeudamiento o carga tributaria para la comuna. Sin embargo, ¿es realmente viable desde el punto de vista político y técnico? ¿Es tan sencillo como decidirlo y luego ejecutarlo tras una votación del Concejo? Estas son preguntas que, de raíz, aún no han sido planteadas con la profundidad necesaria.
Lo cierto es que esta propuesta ha generado una discusión sana y urgente: ¿cómo podemos ser más eficientes con los recursos públicos? El desafío ahora es pasar de los titulares a los hechos. No basta con reducir sueldos; lo que realmente importa es que los ahorros se traduzcan en beneficios tangibles para la comunidad. Porque en tiempos donde la política se enfrenta a una crisis de confianza, lo que los ciudadanos necesitan no son símbolos, sino resultados concretos.
Carolina Castillo C.
Periodista UEM / UNAB
Comunicación y Políticas Públicas UChile
Fuente información: Carolina Castillo C.
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