Crisis climática y fuego transfronterizo: un llamado a la acción binacional
Por: Samuel Santa Cruz Corra, Presidente de Fundación Parque Cochamó y bombero de la Segunda Compañía de Puerto Varas.
Vengo llegando del Paso El León en Cochamó, donde junto a unos amigos pudimos apreciar el humo del incendio argentino avanzando hacia Chile. En nuestro viaje conocimos a Julián, un arriero que junto a su hijo bajaba cabalgando desde el límite fronterizo. Mientras compartíamos una rebanada de queso casero, pan amasado y un buen mate, nos expresó su temor de que el incendio llegara a su campo, donde tiene su casa y sus animales.
Ese día, tras una larga jornada de marcha, llegamos donde la señora Luisa, en el Lago Vidal Gormaz. Nos recibió en su antigua casa de alerce, de gruesas vigas y cielos altos. A la mañana siguiente, entre sopapillas caseras, mermelada de mosqueta, huevos de campo y un buen café, nos contó lo mucho que ha bajado el turismo esta temporada debido a los incendios en Argentina. Nos comentó que las autoridades han estado en constante contacto con ellos y les aseguraron que estaban preparados para atacar el fuego vía aérea en cuanto cruzara la frontera.
Sin embargo, lo que observamos en la Patagonia es parte de un problema mayor. Según la NASA, el 2024 fue el año más caluroso registrado, con temperaturas globales 1,48°C por sobre los niveles preindustriales. A nivel mundial, los incendios forestales han aumentado en frecuencia e intensidad, exacerbados por olas de calor y sequías prolongadas. Las proyecciones de la ONU no son auspiciosas e indican que los incendios aumentarán un 30% para 2050 y más de un 50% para fin de siglo.
En América del Sur, la deforestación y el cambio climático han transformado paisajes antes resilientes en polvorines listos para arder. La pérdida de bosques no solo implica la destrucción de hábitats, sino que también agrava la crisis climática. En el caso de Cochamó, se encuentra una de las últimas colonias de huemules en el mundo, lo que hace aún más urgente la necesidad de proteger estos territorios.
Los incendios no reconocen fronteras y a pesar de ello, la coordinación entre ambos países sigue siendo limitada. Es por eso fundamental establecer un sistema de cooperación formalizado entre Chile y Argentina, con mecanismos de respuesta rápida para la prevención y control del fuego. Algunos aspectos clave a fortalecer incluyen:
Primero, creación de una unidad de respuesta binacional con personal de ambos países, entrenado y equipado para actuar en conjunto. Segundo, formalización de protocolos de mutua asistencia que permitan la movilización rápida de brigadistas, aeronaves y equipos, estableciendo zonas prioritarias de cooperación y un sistema de permisos exprés en emergencias. Tercero, entrenamiento y planificación conjunta para brigadistas de ambos países y simulacros binacionales para mejorar la coordinación operativa. Por último, desarrollo de un sistema de monitoreo satelital conjunto que permita integración de datos en tiempo real para facilitar la toma de decisiones oportunas.
Ejemplos internacionales demuestran que la cooperación es clave. Durante los recientes incendios en California, equipos de México y Canadá se sumaron a las labores de extinción y rescate. Lo mismo sucede en Europa, donde España ha enviado en múltiples ocasiones unidades militares de emergencia para ayudar a Portugal en la contención de incendios descontrolados. Este tipo de respuesta rápida y coordinada es un modelo que Chile y Argentina deben adoptar.
La clave está en la prevención. No podemos seguir reaccionando únicamente cuando las llamas ya han consumido miles de hectáreas y han cruzado la frontera. Es urgente fortalecer hoy las estrategias de cooperación con nuestros vecinos transfronterizos.
Vengo llegando del Paso El León en Cochamó, donde junto a unos amigos pudimos apreciar el humo del incendio argentino avanzando hacia Chile. En nuestro viaje conocimos a Julián, un arriero que junto a su hijo bajaba cabalgando desde el límite fronterizo. Mientras compartíamos una rebanada de queso casero, pan amasado y un buen mate, nos expresó su temor de que el incendio llegara a su campo, donde tiene su casa y sus animales.
Ese día, tras una larga jornada de marcha, llegamos donde la señora Luisa, en el Lago Vidal Gormaz. Nos recibió en su antigua casa de alerce, de gruesas vigas y cielos altos. A la mañana siguiente, entre sopapillas caseras, mermelada de mosqueta, huevos de campo y un buen café, nos contó lo mucho que ha bajado el turismo esta temporada debido a los incendios en Argentina. Nos comentó que las autoridades han estado en constante contacto con ellos y les aseguraron que estaban preparados para atacar el fuego vía aérea en cuanto cruzara la frontera.
Sin embargo, lo que observamos en la Patagonia es parte de un problema mayor. Según la NASA, el 2024 fue el año más caluroso registrado, con temperaturas globales 1,48°C por sobre los niveles preindustriales. A nivel mundial, los incendios forestales han aumentado en frecuencia e intensidad, exacerbados por olas de calor y sequías prolongadas. Las proyecciones de la ONU no son auspiciosas e indican que los incendios aumentarán un 30% para 2050 y más de un 50% para fin de siglo.
En América del Sur, la deforestación y el cambio climático han transformado paisajes antes resilientes en polvorines listos para arder. La pérdida de bosques no solo implica la destrucción de hábitats, sino que también agrava la crisis climática. En el caso de Cochamó, se encuentra una de las últimas colonias de huemules en el mundo, lo que hace aún más urgente la necesidad de proteger estos territorios.
Los incendios no reconocen fronteras y a pesar de ello, la coordinación entre ambos países sigue siendo limitada. Es por eso fundamental establecer un sistema de cooperación formalizado entre Chile y Argentina, con mecanismos de respuesta rápida para la prevención y control del fuego. Algunos aspectos clave a fortalecer incluyen:
Primero, creación de una unidad de respuesta binacional con personal de ambos países, entrenado y equipado para actuar en conjunto. Segundo, formalización de protocolos de mutua asistencia que permitan la movilización rápida de brigadistas, aeronaves y equipos, estableciendo zonas prioritarias de cooperación y un sistema de permisos exprés en emergencias. Tercero, entrenamiento y planificación conjunta para brigadistas de ambos países y simulacros binacionales para mejorar la coordinación operativa. Por último, desarrollo de un sistema de monitoreo satelital conjunto que permita integración de datos en tiempo real para facilitar la toma de decisiones oportunas.
Ejemplos internacionales demuestran que la cooperación es clave. Durante los recientes incendios en California, equipos de México y Canadá se sumaron a las labores de extinción y rescate. Lo mismo sucede en Europa, donde España ha enviado en múltiples ocasiones unidades militares de emergencia para ayudar a Portugal en la contención de incendios descontrolados. Este tipo de respuesta rápida y coordinada es un modelo que Chile y Argentina deben adoptar.
La clave está en la prevención. No podemos seguir reaccionando únicamente cuando las llamas ya han consumido miles de hectáreas y han cruzado la frontera. Es urgente fortalecer hoy las estrategias de cooperación con nuestros vecinos transfronterizos.