Valentina Ríos, la tenimesista osornina que conquistó el oro sudamericano
La deportista de 23 años, radicada en Portugal desde 2022, fue una pieza clave en el histórico triunfo del equipo femenino chileno en el Campeonato Sudamericano de Tenis de Mesa en Asunción, Paraguay. En una conversación exclusiva, Ríos detalla su complejo proceso de adaptación al alto rendimiento europeo, los sacrificios familiares y los desafíos que enfrenta para mantenerse en la élite mundial, donde Chile logró por primera vez superar a la potencia de Brasil en el medallero general.
Un oro que brilla con la intensidad de la perseverancia. La tenimesista osornina Valentina Ríos (23) regresó por unos días a su ciudad natal con la medalla de campeona sudamericana por equipos colgada al cuello, un logro histórico para el deporte nacional conseguido la semana pasada en Asunción, Paraguay. Este triunfo no solo representa la consolidación de un equipo, sino también el punto cúlmine de un arduo proceso personal y deportivo que la tiene radicada en Portugal desde hace tres años, lejos de casa, pero enfocada en un solo objetivo: la élite mundial.
El reciente Campeonato Sudamericano Adulto no fue una competencia más. Por primera vez en la historia reciente, la delegación chilena, tanto en damas como en varones, logró destronar a Brasil, la potencia indiscutida del continente. "Chile quedó campeón de la General, ganándole a Brasil después de unos cuantos años. Brasil siempre fue potencia, tiene jugadores top mundiales, pero nosotros pudimos competir contra eso, le ganamos a Brasil también. Nos vamos súper contentas, no solo por nosotras, sino por los hombres también", relató Valentina Ríos en una entrevista, reflejando la magnitud del hito.
Este éxito colectivo coincide con un renacer personal para la osornina. Tras un período de dudas y frustraciones, volvió a ser titular en la selección chilena, un rol que asumió con nerviosismo pero con la convicción que le han dado los últimos años de trabajo silencioso en Europa. "Volver a la selección fue muy bonito. Hace dos años yo dudaba mucho de mí, me ponía tan nerviosa jugando que no podía soltarme", confiesa.
El camino no ha sido fácil. Su primera experiencia en el viejo continente fue en Alemania, en plena pandemia, una etapa que la marcó por su dureza. "Me costó mucho, más encima era pandemia. Quedé media sentida con esa experiencia", recuerda. Sin embargo, una nueva oportunidad surgió en Portugal, en un centro de alto rendimiento con un entrenador argentino que vio su potencial. Con el apoyo incondicional de su familia, decidió emprender el nuevo desafío a principios de 2022.
Instalarse en Portugal significó empezar de cero, no solo en lo deportivo, sino también en lo personal. La adaptación fue un proceso largo y, a ratos, doloroso. "Me costó mucho al principio. Yo me acuerdo que lloraba en los entrenamientos porque me frustraba. Cuando era chica, por lo general siempre como que destacaba y allá era una más, me corregían todo y no me salían las cosas", narra con honestidad. La desconfianza comenzó a aparecer, pero la perseverancia, esa palabra que los deportistas de élite repiten como un mantra, fue su principal aliada. "Puedo decir que después de tres años me están saliendo esas técnicas que me empezaron a corregir al principio. Este año recién me dijeron: 'Vale, ahora le estás pegando bien'. Hay que respetar un proceso de tres años que la gente no ve", subraya.
Los resultados de esa constancia comenzaron a materializarse a fines del año pasado. Se coronó campeona nacional en diciembre, venciendo a las tres seleccionadas que habían representado a Chile en los Juegos Olímpicos, y también obtuvo el oro en los Juegos Deportivos Nacionales. Estos triunfos le devolvieron la confianza y le aseguraron un cupo en el equipo nacional para el Sudamericano, validando su decisión de apostar por una carrera profesional en el extranjero.
Este camino ha implicado un enorme sacrificio familiar. "Mi papá tuvo que vender el auto también", revela, dando cuenta de que el esfuerzo económico es una carga constante. Valentina se financia a través de la beca Proddar, un beneficio estatal para deportistas de alto rendimiento que depende de la obtención de medallas, junto con aportes del Gobierno Regional (GORE) de Los Lagos a través de proyectos concursables y una beca deportiva de la Municipalidad de Osorno. "Los dos años que no estuve en la selección, no tuve Proddar. La verdad, el GORE y la Muni no se olvidaron de mí cuando estuve súper desmotivada", agradece.
Lejos de descansar, la agenda de Valentina Ríos para las próximas semanas es intensa. A fines de julio competirá en dos torneos del circuito mundial en Argentina y Brasil, buscando sumar puntos para mejorar su ranking mundial y obtener mejores siembras en competencias futuras. Luego, en agosto, enfrentará un selectivo nacional para ratificar su puesto en la selección chilena antes de regresar a Europa para iniciar una nueva temporada.
Paralelamente a su exigente carrera deportiva, cursa estudios universitarios en modalidad online, desmitificando la idea de que es una opción más sencilla. "Nada que ver, es más exigente, hay que planificar mucho más tu horario", afirma.
Con la sencillez que la caracteriza, Valentina aprovechó su visita para compartir con los clubes de tenis de mesa de Osorno, devolviendo la mano a la comunidad que la vio crecer. Consciente de las dificultades, hace un llamado al sector privado a involucrarse más en el deporte. "En Europa se nota mucho la diferencia porque la empresa privada apuesta en los clubes. A los deportistas les pasan hasta autos. No solo yo, hay muchos deportistas que seguro dejaron su deporte porque no hay apoyo", reflexiona, esperando que sus logros y los de sus compañeros inspiren a más empresas a invertir en el talento nacional. Por ahora, sigue adelante, "catete", como ella misma se define, insistiendo una y otra vez hasta que los resultados, como el oro sudamericano, hablen por sí solos.
Fuente información: Álvaro Torres Riobó
Un oro que brilla con la intensidad de la perseverancia. La tenimesista osornina Valentina Ríos (23) regresó por unos días a su ciudad natal con la medalla de campeona sudamericana por equipos colgada al cuello, un logro histórico para el deporte nacional conseguido la semana pasada en Asunción, Paraguay. Este triunfo no solo representa la consolidación de un equipo, sino también el punto cúlmine de un arduo proceso personal y deportivo que la tiene radicada en Portugal desde hace tres años, lejos de casa, pero enfocada en un solo objetivo: la élite mundial.
El reciente Campeonato Sudamericano Adulto no fue una competencia más. Por primera vez en la historia reciente, la delegación chilena, tanto en damas como en varones, logró destronar a Brasil, la potencia indiscutida del continente. "Chile quedó campeón de la General, ganándole a Brasil después de unos cuantos años. Brasil siempre fue potencia, tiene jugadores top mundiales, pero nosotros pudimos competir contra eso, le ganamos a Brasil también. Nos vamos súper contentas, no solo por nosotras, sino por los hombres también", relató Valentina Ríos en una entrevista, reflejando la magnitud del hito.
Este éxito colectivo coincide con un renacer personal para la osornina. Tras un período de dudas y frustraciones, volvió a ser titular en la selección chilena, un rol que asumió con nerviosismo pero con la convicción que le han dado los últimos años de trabajo silencioso en Europa. "Volver a la selección fue muy bonito. Hace dos años yo dudaba mucho de mí, me ponía tan nerviosa jugando que no podía soltarme", confiesa.
El camino no ha sido fácil. Su primera experiencia en el viejo continente fue en Alemania, en plena pandemia, una etapa que la marcó por su dureza. "Me costó mucho, más encima era pandemia. Quedé media sentida con esa experiencia", recuerda. Sin embargo, una nueva oportunidad surgió en Portugal, en un centro de alto rendimiento con un entrenador argentino que vio su potencial. Con el apoyo incondicional de su familia, decidió emprender el nuevo desafío a principios de 2022.
El desafío de Europa y el sacrificio familiar
Instalarse en Portugal significó empezar de cero, no solo en lo deportivo, sino también en lo personal. La adaptación fue un proceso largo y, a ratos, doloroso. "Me costó mucho al principio. Yo me acuerdo que lloraba en los entrenamientos porque me frustraba. Cuando era chica, por lo general siempre como que destacaba y allá era una más, me corregían todo y no me salían las cosas", narra con honestidad. La desconfianza comenzó a aparecer, pero la perseverancia, esa palabra que los deportistas de élite repiten como un mantra, fue su principal aliada. "Puedo decir que después de tres años me están saliendo esas técnicas que me empezaron a corregir al principio. Este año recién me dijeron: 'Vale, ahora le estás pegando bien'. Hay que respetar un proceso de tres años que la gente no ve", subraya.
Los resultados de esa constancia comenzaron a materializarse a fines del año pasado. Se coronó campeona nacional en diciembre, venciendo a las tres seleccionadas que habían representado a Chile en los Juegos Olímpicos, y también obtuvo el oro en los Juegos Deportivos Nacionales. Estos triunfos le devolvieron la confianza y le aseguraron un cupo en el equipo nacional para el Sudamericano, validando su decisión de apostar por una carrera profesional en el extranjero.
Este camino ha implicado un enorme sacrificio familiar. "Mi papá tuvo que vender el auto también", revela, dando cuenta de que el esfuerzo económico es una carga constante. Valentina se financia a través de la beca Proddar, un beneficio estatal para deportistas de alto rendimiento que depende de la obtención de medallas, junto con aportes del Gobierno Regional (GORE) de Los Lagos a través de proyectos concursables y una beca deportiva de la Municipalidad de Osorno. "Los dos años que no estuve en la selección, no tuve Proddar. La verdad, el GORE y la Muni no se olvidaron de mí cuando estuve súper desmotivada", agradece.
Un futuro intenso y el llamado al sector privado
Lejos de descansar, la agenda de Valentina Ríos para las próximas semanas es intensa. A fines de julio competirá en dos torneos del circuito mundial en Argentina y Brasil, buscando sumar puntos para mejorar su ranking mundial y obtener mejores siembras en competencias futuras. Luego, en agosto, enfrentará un selectivo nacional para ratificar su puesto en la selección chilena antes de regresar a Europa para iniciar una nueva temporada.
Paralelamente a su exigente carrera deportiva, cursa estudios universitarios en modalidad online, desmitificando la idea de que es una opción más sencilla. "Nada que ver, es más exigente, hay que planificar mucho más tu horario", afirma.
Con la sencillez que la caracteriza, Valentina aprovechó su visita para compartir con los clubes de tenis de mesa de Osorno, devolviendo la mano a la comunidad que la vio crecer. Consciente de las dificultades, hace un llamado al sector privado a involucrarse más en el deporte. "En Europa se nota mucho la diferencia porque la empresa privada apuesta en los clubes. A los deportistas les pasan hasta autos. No solo yo, hay muchos deportistas que seguro dejaron su deporte porque no hay apoyo", reflexiona, esperando que sus logros y los de sus compañeros inspiren a más empresas a invertir en el talento nacional. Por ahora, sigue adelante, "catete", como ella misma se define, insistiendo una y otra vez hasta que los resultados, como el oro sudamericano, hablen por sí solos.
Fuente información: Álvaro Torres Riobó