La historia de la criadora de aves enanas que desde Osorno lidera una comunidad de 14 mil aficionados

La historia de la criadora de aves enanas que desde Osorno lidera una comunidad de 14 mil aficionados
La osornina María Dolores Hidalgo ha transformado su hogar en pleno radio urbano en un singular centro de crianza de aves de razas enanas. Lo que comenzó hace años en la Carretera Austral como una innovadora terapia para su hijo diagnosticado con autismo, es hoy una pasión que la conecta con una comunidad de 14.000 personas en redes sociales, promoviendo la selección genética y la tenencia responsable de aves a pequeña escala.

En un patio de la ciudad de Osorno, lejos del campo tradicional, se desarrolla un proyecto avícola único liderado por María Dolores Hidalgo. Su especialidad no son las gallinas comunes, sino las aves de razas enanas, ejemplares que ella misma ha ido perfeccionando genéticamente para que sean más pequeñas y silenciosas, adaptadas a la vida urbana. "Yo crío aves de raza enana. La mía es más perfeccionada, estamos perfeccionándola, que sea más pequeñita e incluso que el gallo cante más suavecito", explica Hidalgo.

Su trabajo se centra en incorporar y miniaturizar características de aves criollas chilenas en estos pequeños ejemplares, que pueden llegar a pesar apenas 300 gramos. Entre las variedades que cría se encuentran la "cogote pelado", el "coyonco" (sin cola), los "patojos" (de patas cortas), el "trinche" (de plumas crespas) y ahora trabaja para incorporar la línea de postura de huevos de color verde y azul. Este minucioso trabajo de selección ha captado el interés de una vasta comunidad online a través de su grupo de Facebook "Amigos de Aves Enanas", que ya cuenta con 14.000 miembros.

Sin embargo, el origen de esta pasión no fue comercial, sino profundamente personal y terapéutico. Años atrás, mientras vivía en la Carretera Austral, su hijo fue diagnosticado con autismo. La familia notó que el niño, que hasta los tres años no hablaba, desarrollaba una conexión especial con los animales. "Fue una especie de terapia para él. Lo dejamos que él solo, después ya él bajó su intensidad y ya como que nosotros respiramos. Y nos gustó eso porque él empezó a tener esa conexión con las aves, con los animales y de ahí no paramos", relata María Dolores. Los conejos y las aves se convirtieron en sus compañeros, ayudándolo a explorar el mundo y a desarrollar nuevas habilidades.

La decisión de regresar a Osorno hace tres años fue motivada por las necesidades educativas de su hijo. Este cambio representó un desafío logístico: adaptar la crianza a un espacio reducido y urbano. La solución fue la implementación de jaulas para proteger a las aves de depredadores comunes en la ciudad, como los gatos domésticos, y un estricto régimen de higiene para evitar olores y moscas, asegurando la buena convivencia con sus vecinos. "En la ciudad, las aves grandes son muy escandalosas. Y volver con aves pequeñas es más fácil", comenta sobre la transición. Incluso ha desarrollado una rutina nocturna para disminuir las molestias: "en las noches entro a mis gallos,  para que no canten temprano".

La crianza urbana también ha implicado interacciones con organismos fiscalizadores. En una ocasión, recibió la visita del Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) tras una denuncia anónima que la acusaba de vender aves exóticas, un malentendido que se aclaró rápidamente cuando los funcionarios inspeccionaron sus instalaciones y constataron que solo criaba gallinas ornamentales.

El interés por sus aves es tal que la producción está prácticamente vendida antes de nacer. "Cuando nacen mis pollos, incluso cuando ya están incubando, ya están encargados", afirma. Esta alta demanda la ha llevado a profesionalizar sus métodos, manteniendo registros genealógicos para evitar la consanguinidad y mejorar las características de sus razas. Para Hidalgo, su labor va más allá de un simple pasatiempo; es una forma de promover en niños y adultos una conexión con la naturaleza y una alternativa a la tecnología. "A mí me encanta que los chicos se entusiasmen con esas cosas, que ya dejen un poquito los celulares, las pantallas, y se pongan a criar", concluye.




Fuente información: Rocío Gambra
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