5 Claves sobre la Narcocultura que van más allá de la música

5 Claves sobre la Narcocultura que Van Más Allá de la Música
La narcocultura parece estar en todas partes. Desde los ritmos virales de Peso Pluma en TikTok hasta las series más vistas en streaming, su estética se ha integrado en el consumo masivo. Sin embargo, tras los ritmos pegadizos y el brillo superficial, se esconde un complejo ecosistema cultural que se nutre de la desigualdad y redefine las nociones de éxito y poder. Este artículo revela cinco claves que explican este fenómeno en América Latina.

1. No es un fenómeno de TikTok: Sus raíces son más antiguas (y hollywoodenses) de lo que crees

Contrario a la percepción actual, la narcocultura no es una invención de las redes sociales. Sus orígenes se remontan a los años 60, en la ruta del tráfico de drogas entre Colombia, México y Estados Unidos. La fascinación por el criminal como antihéroe tampoco es exclusiva de Latinoamérica. De hecho, se trata de la creación de un arquetipo cultural universal que fue importado y adaptado localmente.

El cine de Hollywood sentó el precedente con películas icónicas como "El Padrino" (1972) y "Scarface" (1983), que construyeron el imaginario del mafioso carismático y poderoso. Este arquetipo permeó el rap estadounidense de los 80 y 90, y en México encontró el vehículo perfecto para su localización: el corrido. La tradición del corrido revolucionario fue adaptada, sustituyendo al héroe de la revolución por la figura del contrabandista, logrando así una resonancia cultural inmediata y profunda.

2. Música por encargo: Muchos narcocorridos son una transacción comercial con el crimen organizado

Una de las realidades más crudas del género es su naturaleza comercial. Lejos de la admiración espontánea, muchos de los narcocorridos más famosos son "corridos de encargo", donde los propios criminales pagan a los compositores para que narren sus hazañas y exalten su poder.

No se trata de un homenaje, sino de un trabajo pagado. La naturaleza transaccional de esta relación es tan directa y desprovista de romanticismo que un compositor la compara, con una crudeza reveladora, con pedir comida rápida: "Yo quiero pizza con champiñón sin peperon." Y te va a llegar la pizza a donde estés tú.

Esta dinámica trasciende géneros y fronteras. El célebre grupo de salsa colombiano Grupo Niche, por ejemplo, también llegó a dedicar canciones a narcotraficantes, demostrando que la música puede convertirse en un servicio más dentro de la economía criminal.

3. El atractivo del ‘antihéroe’ narco: La precariedad social es su mejor caldo de cultivo

La fascinación por el narco es mucho más que una aspiración al lujo; constituye un síntoma cultural. Sociológicamente, el narco se presenta como un antihéroe que emerge de la pobreza, desafía un sistema percibido como fallido y ofrece una narrativa de éxito fulminante. Esta historia ofrece una falsa promesa de movilidad social que resuena tanto en comunidades marginadas como en sectores acomodados.

La precariedad que lo alimenta no es solo económica, sino también emocional e identitaria. El narco ofrece una solución integral, aunque perversa, a un vacío existencial: los grupos criminales proveen un sentido de "familia" y pertenencia, junto con un código de conducta para validar la masculinidad a través de la violencia. Como explica uno de los expertos en el análisis, las raíces son sistémicas: en realidad es un síntoma profundo de una sociedad capitalista que ha fallado de sociedades neoliberales que han fallado y que han fallado en dar en garantizar un bienestar básico para los ciudadanos.

4. De la TV a los ‘Narcoinfluencers’: Así funciona la nueva maquinaria de propaganda digital

Esta precariedad social y la búsqueda de validación son precisamente el combustible que la nueva maquinaria de propaganda del narco sabe explotar. Los cárteles han sofisticado su aparato de influencia, adaptándolo a la economía de la atención digital, invirtiendo en "narcoinfluencers" para lavar dinero y hacer publicidad.

El mecanismo es perverso: los criminales financian la carrera de los influencers, quienes devuelven parte de sus ganancias, "lavando" así el dinero. En pantalla, refuerzan una imagen aspiracional del narco. Los ejemplos son tan populares como trágicos:
  • Marquitos Toys: Vinculado al Cártel de los Chapitos, acumula millones de suscriptores. La cruda realidad detrás de esta fachada se hizo evidente cuando su hermano, Gil Toys, también creador de contenido, fue asesinado a tiros.
  • Sabrina Durán: La "narcoinfluencer" chilena, quien estuvo presa por tráfico de drogas, fue asesinada en 2023 en un presunto ajuste de cuentas, confirmando el vínculo mortal entre la fama digital y el crimen real.
Esta difusión logra una normalización viral que las generaciones anteriores de propaganda criminal no podían ni soñar.

5. Prohibir vs. Educar: El dilema real que divide a los gobiernos de América Latina

La respuesta gubernamental a este avance cultural es un debate complejo que, a menudo, evita atacar la raíz del problema. Las dos posturas principales, prohibir o educar, son un síntoma de la dificultad de los Estados para abordar las fallas estructurales que la narcocultura evidencia.

Quienes apoyan la censura alegan que es apología del delito y buscan proteger a los jóvenes. Quienes se oponen advierten que la prohibición puede ser contraproducente, generando un "espíritu rebelde" que incentive su consumo, y apuestan por la educación para fomentar el pensamiento crítico. Mientras tanto, se toman medidas que atacan las manifestaciones culturales en lugar de las causas:
  • México: Estados como Nayarit, Aguascalientes y Michoacán han prohibido los narcocorridos por ley o decreto.
  • Estados Unidos: Ha negado o retirado visas a cantantes del género.
  • Colombia: Demolió la residencia de Pablo Escobar para construir un memorial a las víctimas y discute una ley para prohibir souvenirs con la imagen de narcotraficantes.


Conclusión: Más que una simple moda

La narcocultura no es solo entretenimiento. Es un fenómeno multifacético que legitima economías ilegales, moldea las aspiraciones de miles de jóvenes y, sobre todo, funciona como un espejo de problemas sociales profundos como la desigualdad y la falta de oportunidades. Aunque sus manifestaciones son seguidas por millones, no se puede ignorar que normalizan estilos de vida basados en la violencia.

Al final, la discusión toca valores, libertades y realidades sociales muy arraigadas. Y tú, ¿dónde crees que se debe trazar la línea?

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