Advierten sobre riesgos en avistamiento de pumas y lanzan inédita regulación en la Patagonia
Ante la creciente viralización de encuentros cercanos entre visitantes y fauna silvestre, la Municipalidad de Torres del Paine dictó en agosto el primer protocolo de buenas prácticas para regular el avistamiento de pumas en la Reserva de la Biósfera. La medida busca gestionar los riesgos y garantizar la seguridad tanto de las personas como de los animales, estableciendo distancias mínimas y un registro obligatorio para operadores turísticos.
La creciente popularidad del avistamiento de pumas en la Patagonia, impulsada por espectaculares videos en redes sociales que muestran a estos felinos interactuando con sorprendente cercanía a los turistas, ha encendido las alarmas entre autoridades y expertos en conservación. En respuesta a esta nueva realidad, que conlleva un riesgo latente, la Municipalidad de Torres del Paine ha tomado una medida pionera: la creación del primer protocolo para las buenas prácticas de avistamiento seguro de pumas, aplicable a toda la Reserva de la Biósfera.
La nueva normativa, oficializada en agosto de este año, surge como consecuencia directa del cambio de paradigma en la zona. Antiguamente vistos como una amenaza para la ganadería, hoy los pumas son considerados un valioso atractivo turístico que genera ingresos y empleo. Sin embargo, este cambio ha provocado una mayor tolerancia de los pumas a la presencia humana y, a su vez, un exceso de confianza por parte de los visitantes. Estadísticas internacionales son claras al respecto: casi el 50% de los ataques de carnívoros a nivel global se relacionan con conductas humanas de riesgo que son, en su mayoría, prevenibles.
“Queremos que el avistamiento de pumas sea una experiencia segura, responsable y beneficiosa para la comunidad local, para los visitantes y, sobre todo, para la especie”, afirmó la alcaldesa de Torres del Paine, Anahí Cárdenas.
El protocolo, trabajado con más de 150 actores del sector, establece lineamientos estrictos. Entre ellos se cuenta un registro obligatorio para los operadores turísticos dedicados al avistamiento, la firma de un consentimiento informado por parte de los visitantes, y una charla de seguridad obligatoria. Además, se fijan normas claras durante la observación: una distancia mínima de 50 metros si el animal está quieto, que se amplía a 100 metros si se encuentra en movimiento, junto a directrices sobre vestimenta adecuada, tiempos máximos de permanencia y sectores autorizados.
Para profundizar en esta materia, durante el 3 y 4 de septiembre se desarrolló en Puerto Natales el seminario “Rewilding, pumas y turismo en áreas protegidas”, organizado por la Fundación Rewilding Chile, la Corporación Nacional Forestal (CONAF) de Magallanes y el municipio. El evento contó con la participación de expertos de Estados Unidos, Sudáfrica y Brasil.
Cristián Saucedo, director del programa Vida Silvestre de Fundación Rewilding Chile, destacó la importancia de anticiparse a escenarios futuros. “Queremos anticiparnos a lo que podría pasar en un futuro cercano en Aysén respecto al creciente interés turístico por la fauna silvestre y, en especial, el puma”, señaló. Por su parte, Mauricio Ruiz, director regional de CONAF Magallanes, indicó que “la presencia de predadores tope como el puma es fundamental para la salud de los ecosistemas, y la forma en que gestionemos su observación marcará la diferencia”.
Los especialistas internacionales compartieron sus experiencias. El biólogo estadounidense Jim Williams, experto en manejo de osos grizzly, sostuvo que “la coexistencia entre grandes carnívoros y comunidades es posible si hay reglas claras y una buena gestión”. Desde Sudáfrica, Les Carlisle advirtió que un mal manejo "significa inevitablemente la pérdida de un animal", dañando no solo la reputación del país sino también al ecosistema.
Sustentando la necesidad de estas regulaciones, un estudio de Fundación Rewilding Chile, CONAF y la Universidad de Chile, reveló que el mayor riesgo de interacción entre humanos y pumas ocurre durante el crepúsculo. Tras analizar durante 18 meses más de 2.600 fotografías de pumas y 11.000 de turistas con cámaras trampa, se determinó que, aunque sus patrones de actividad son distintos, los períodos del amanecer y el anochecer presentan la mayor superposición de movimiento en los mismos senderos, un dato clave para el diseño de estrategias que garanticen una coexistencia segura.
Fuente información: mariajose.saez@rewildingchile.org
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La creciente popularidad del avistamiento de pumas en la Patagonia, impulsada por espectaculares videos en redes sociales que muestran a estos felinos interactuando con sorprendente cercanía a los turistas, ha encendido las alarmas entre autoridades y expertos en conservación. En respuesta a esta nueva realidad, que conlleva un riesgo latente, la Municipalidad de Torres del Paine ha tomado una medida pionera: la creación del primer protocolo para las buenas prácticas de avistamiento seguro de pumas, aplicable a toda la Reserva de la Biósfera.
La nueva normativa, oficializada en agosto de este año, surge como consecuencia directa del cambio de paradigma en la zona. Antiguamente vistos como una amenaza para la ganadería, hoy los pumas son considerados un valioso atractivo turístico que genera ingresos y empleo. Sin embargo, este cambio ha provocado una mayor tolerancia de los pumas a la presencia humana y, a su vez, un exceso de confianza por parte de los visitantes. Estadísticas internacionales son claras al respecto: casi el 50% de los ataques de carnívoros a nivel global se relacionan con conductas humanas de riesgo que son, en su mayoría, prevenibles.
“Queremos que el avistamiento de pumas sea una experiencia segura, responsable y beneficiosa para la comunidad local, para los visitantes y, sobre todo, para la especie”, afirmó la alcaldesa de Torres del Paine, Anahí Cárdenas.
El protocolo, trabajado con más de 150 actores del sector, establece lineamientos estrictos. Entre ellos se cuenta un registro obligatorio para los operadores turísticos dedicados al avistamiento, la firma de un consentimiento informado por parte de los visitantes, y una charla de seguridad obligatoria. Además, se fijan normas claras durante la observación: una distancia mínima de 50 metros si el animal está quieto, que se amplía a 100 metros si se encuentra en movimiento, junto a directrices sobre vestimenta adecuada, tiempos máximos de permanencia y sectores autorizados.
Para profundizar en esta materia, durante el 3 y 4 de septiembre se desarrolló en Puerto Natales el seminario “Rewilding, pumas y turismo en áreas protegidas”, organizado por la Fundación Rewilding Chile, la Corporación Nacional Forestal (CONAF) de Magallanes y el municipio. El evento contó con la participación de expertos de Estados Unidos, Sudáfrica y Brasil.
Cristián Saucedo, director del programa Vida Silvestre de Fundación Rewilding Chile, destacó la importancia de anticiparse a escenarios futuros. “Queremos anticiparnos a lo que podría pasar en un futuro cercano en Aysén respecto al creciente interés turístico por la fauna silvestre y, en especial, el puma”, señaló. Por su parte, Mauricio Ruiz, director regional de CONAF Magallanes, indicó que “la presencia de predadores tope como el puma es fundamental para la salud de los ecosistemas, y la forma en que gestionemos su observación marcará la diferencia”.
Los especialistas internacionales compartieron sus experiencias. El biólogo estadounidense Jim Williams, experto en manejo de osos grizzly, sostuvo que “la coexistencia entre grandes carnívoros y comunidades es posible si hay reglas claras y una buena gestión”. Desde Sudáfrica, Les Carlisle advirtió que un mal manejo "significa inevitablemente la pérdida de un animal", dañando no solo la reputación del país sino también al ecosistema.
Sustentando la necesidad de estas regulaciones, un estudio de Fundación Rewilding Chile, CONAF y la Universidad de Chile, reveló que el mayor riesgo de interacción entre humanos y pumas ocurre durante el crepúsculo. Tras analizar durante 18 meses más de 2.600 fotografías de pumas y 11.000 de turistas con cámaras trampa, se determinó que, aunque sus patrones de actividad son distintos, los períodos del amanecer y el anochecer presentan la mayor superposición de movimiento en los mismos senderos, un dato clave para el diseño de estrategias que garanticen una coexistencia segura.
Fuente información: mariajose.saez@rewildingchile.org
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