Los cuidados paliativos: cuidar sin poder sanar
Por el Dr. Franco Lotito C. – www.aurigaservicios.cl -Conferencista, escritor e investigador (PUC).
La experiencia de dolor es uno de aquellos síntomas que está en condiciones de afectar de manera significativa la calidad de vida de las personas gravemente enfermas, razón por la cual, el gran temor de muchos pacientes que sufren males incurables, es que al llegar a la fase terminal de la enfermedad, se vean expuestos a tener que someterse a una etapa de su vida que estará plagada de un elevado nivel de sufrimiento.
Esta condición puede llegar hasta tal grado de intensidad que podría, incluso, acelerar la muerte del paciente, debido a la gran sobrecarga emocional que representa para el organismo de la persona. Por lo tanto, hay que tener muy presente que siempre es posible cuidar, aun cuando el paciente no pueda sanar ni recuperarse.
De acuerdo con la Asociación Europea de Cuidados Paliativos, estos cuidados corresponden a “los cuidados activos totales e integrales que se proporcionan a los pacientes con una enfermedad en fase avanzada y progresiva, potencialmente mortal a corto plazo y que ya no responde al tratamiento curativo”, teniendo a la vista, dos objetivos principales: 1. Mantener y/o mejorar la calidad de vida de los pacientes y, 2. Brindar apoyo a los familiares del paciente durante esta fase y en la etapa de duelo.
Los cuidados paliativos surgen como una forma de ayudar a gente con graves enfermedades como el cáncer, por ejemplo. Sin embargo, a raíz del alto grado de bienestar y satisfacción que entregaba a los pacientes oncológicos, éstos se extendieron a otras patologías graves, tales como: demencias, cardiopatías, enfisema pulmonar, cirrosis hepática, etcétera. Si tomamos en cuenta lo que señala la Dra. Betty Ferrell acerca de la “filosofía que sostiene a los Cuidados Paliativos” y la combinamos con aquello que señala la OMS, los cuidados paliativos tienen como finalidad cumplir con los siguientes objetivos:
La etapa final de la vida de un enfermo terminal está acompañada de un fuerte impacto que abarca todas las áreas de su vida: física, espiritual, emocional y social, por lo tanto, la preocupación debe ser de tipo integral, ya que de muy poco sirve atender una necesidad específica del paciente como el dolor, la soledad, la baja autoestima, etcétera, y se descuidan otras de tanta o mayor importancia.
Muchos expertos aseguran que no es recomendable tratar una enfermedad como algo que le sucede “a una parte aislada del cuerpo”, sino que debe ser enfocada como “un evento integral que involucra a toda la persona”, por cuanto, todo síntoma que reviste de una cierta gravedad, viene acompañado por una vivencia de amenaza real que ocasiona angustia, desamparo, soledad y dolor en el sujeto que experimenta dicha vivencia.
Hoy en día, el gran objetivo a lograr, consiste en cambiar ciertos protocolos médicos y hospitalarios, en los cuales existen feudos de profesionales que circulan –de manera independiente unos de otros– a la búsqueda de “partes del cuerpo del paciente” para tratar, imposibilitando, por esta vía, la coordinación de los cuidados. Es preciso comprender que, tan importante como es el acto de curar y prolongar la vida de un enfermo, lo es también el acto de proporcionar una muerte digna, tranquila y en paz.
Por lo tanto, no se trata solamente de controlar el dolor que experimenta el paciente terminal, sino que aliviar, asimismo, su sufrimiento y angustia psicológica, a fin de conseguir que estas personas puedan vivir con dignidad sus últimos días o meses que les restan de vida, al mismo tiempo que puedan tener una “buena muerte o muerte digna”.
Tal como lo destaca el Dr. Julio Gómez, médico del equipo de Cuidados Paliativos del Hospital San Juan de Dios, España, se “muere mal cuando la muerte no es aceptada; se muere mal, cuando los profesionales no están formados en el manejo de las reacciones emocionales que emergen en la comunicación con los pacientes; se muere mal cuando se abandona la muerte al ámbito de lo irracional, al miedo a la soledad y en una sociedad donde no se sabe morir”.
A través de sus investigaciones, la Dra. Ferrell demuestra que existe una “clara discrepancia entre la forma en que las personas pasan sus últimos meses de vida y la forma en que estas mismas personas preferirían pasar el tiempo de vida que les queda”. Tanto es así, que los pacientes experimentan un gran temor ante la posibilidad de vivir una prolongada fase de su enfermedad caracterizada por el uso exagerado de aparatos tecnológicos que permiten mantener artificialmente con vida a los enfermos terminales, así como por la aplicación de tratamientos que son altamente invasivos y debilitantes.
Fuente información: flotitoc@gmail.com
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La experiencia de dolor es uno de aquellos síntomas que está en condiciones de afectar de manera significativa la calidad de vida de las personas gravemente enfermas, razón por la cual, el gran temor de muchos pacientes que sufren males incurables, es que al llegar a la fase terminal de la enfermedad, se vean expuestos a tener que someterse a una etapa de su vida que estará plagada de un elevado nivel de sufrimiento.
Esta condición puede llegar hasta tal grado de intensidad que podría, incluso, acelerar la muerte del paciente, debido a la gran sobrecarga emocional que representa para el organismo de la persona. Por lo tanto, hay que tener muy presente que siempre es posible cuidar, aun cuando el paciente no pueda sanar ni recuperarse.
De acuerdo con la Asociación Europea de Cuidados Paliativos, estos cuidados corresponden a “los cuidados activos totales e integrales que se proporcionan a los pacientes con una enfermedad en fase avanzada y progresiva, potencialmente mortal a corto plazo y que ya no responde al tratamiento curativo”, teniendo a la vista, dos objetivos principales: 1. Mantener y/o mejorar la calidad de vida de los pacientes y, 2. Brindar apoyo a los familiares del paciente durante esta fase y en la etapa de duelo.
Los cuidados paliativos surgen como una forma de ayudar a gente con graves enfermedades como el cáncer, por ejemplo. Sin embargo, a raíz del alto grado de bienestar y satisfacción que entregaba a los pacientes oncológicos, éstos se extendieron a otras patologías graves, tales como: demencias, cardiopatías, enfisema pulmonar, cirrosis hepática, etcétera. Si tomamos en cuenta lo que señala la Dra. Betty Ferrell acerca de la “filosofía que sostiene a los Cuidados Paliativos” y la combinamos con aquello que señala la OMS, los cuidados paliativos tienen como finalidad cumplir con los siguientes objetivos:
- Proveer apoyo y cuidado a quienes enfrentan una enfermedad con peligro de su vida.
- Reafirmar la importancia de la vida de las personas, considerando a la muerte como un proceso natural y normal.
- El proceso de morir es reconocido como una experiencia muy profunda e intensa, tanto a nivel individual como familiar.
- Establecer una fórmula adecuada que no acelere la llegada de la muerte, pero que tampoco la posponga artificial e innecesariamente.
- Proporcionar un alivio al dolor que experimenta el paciente, así como mostrar preocupación y dar asistencia a otros síntomas angustiosos.
- Concentrarse en el mejoramiento de la calidad de vida que le queda al enfermo, integrando los aspectos físicos, psicológicos, sociales y espirituales.
- Ofrecer al enfermo una red y sistema de apoyo que le permita llevar una vida lo más activa posible, hasta que sobrevenga la muerte.
La etapa final de la vida de un enfermo terminal está acompañada de un fuerte impacto que abarca todas las áreas de su vida: física, espiritual, emocional y social, por lo tanto, la preocupación debe ser de tipo integral, ya que de muy poco sirve atender una necesidad específica del paciente como el dolor, la soledad, la baja autoestima, etcétera, y se descuidan otras de tanta o mayor importancia.
Muchos expertos aseguran que no es recomendable tratar una enfermedad como algo que le sucede “a una parte aislada del cuerpo”, sino que debe ser enfocada como “un evento integral que involucra a toda la persona”, por cuanto, todo síntoma que reviste de una cierta gravedad, viene acompañado por una vivencia de amenaza real que ocasiona angustia, desamparo, soledad y dolor en el sujeto que experimenta dicha vivencia.
Hoy en día, el gran objetivo a lograr, consiste en cambiar ciertos protocolos médicos y hospitalarios, en los cuales existen feudos de profesionales que circulan –de manera independiente unos de otros– a la búsqueda de “partes del cuerpo del paciente” para tratar, imposibilitando, por esta vía, la coordinación de los cuidados. Es preciso comprender que, tan importante como es el acto de curar y prolongar la vida de un enfermo, lo es también el acto de proporcionar una muerte digna, tranquila y en paz.
Por lo tanto, no se trata solamente de controlar el dolor que experimenta el paciente terminal, sino que aliviar, asimismo, su sufrimiento y angustia psicológica, a fin de conseguir que estas personas puedan vivir con dignidad sus últimos días o meses que les restan de vida, al mismo tiempo que puedan tener una “buena muerte o muerte digna”.
Tal como lo destaca el Dr. Julio Gómez, médico del equipo de Cuidados Paliativos del Hospital San Juan de Dios, España, se “muere mal cuando la muerte no es aceptada; se muere mal, cuando los profesionales no están formados en el manejo de las reacciones emocionales que emergen en la comunicación con los pacientes; se muere mal cuando se abandona la muerte al ámbito de lo irracional, al miedo a la soledad y en una sociedad donde no se sabe morir”.
A través de sus investigaciones, la Dra. Ferrell demuestra que existe una “clara discrepancia entre la forma en que las personas pasan sus últimos meses de vida y la forma en que estas mismas personas preferirían pasar el tiempo de vida que les queda”. Tanto es así, que los pacientes experimentan un gran temor ante la posibilidad de vivir una prolongada fase de su enfermedad caracterizada por el uso exagerado de aparatos tecnológicos que permiten mantener artificialmente con vida a los enfermos terminales, así como por la aplicación de tratamientos que son altamente invasivos y debilitantes.
Fuente información: flotitoc@gmail.com
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