Una noche en aeropuerto de Lima

Por: Hugo Perez White. Cuando se programa un vuelo, la sensación de angustia es parte del viaje por muy acostumbrado que se esté a trasladarse en avión de un país a otro y esa extraña sensación produce una tensión permanente que sólo termina cuando se llega a destino.

Esta experiencia para el común de la gente no tendría nada de extraordinario si se produjera diariamente, sin embargo, el asunto no es tan fácil ni tan sencillo de explicar especialmente cuando se ha vivido una situación imprevista y odiosa por lo molesta y degradante que resulta.

En un viaje a Caracas, volé en una aerolínea peruana dejando en manos de una agencia de viajes toda la tramitación de asuntos legales, pasaporte, pasajes e informes generales de ruta.

Salimos de Pudahuel en una tarde de verano y después de haber volado tres horas aproximadamente llegamos al aeropuerto Jorge Chávez, acogidos en un hermoso edificio, con una torre en altura y una placa extensa y cómoda.

Los pasajeros en tránsito fuimos pasando por policía internacional y al presentar mi pasaporte se me comunica que no puedo ingresar al país por no tener la visa correspondiente de la embajada peruana en Santiago.

Funcionarios de las aerolíneas involucradas manifestaron a las autoridades que el tránsito era obligado por asuntos de conexiones de vuelos, pero ningún argumento hizo variar la medida adoptada y tuve que pasar sentado la noche y toda la mañana siguiente en las butacas de la sala de pasajeros en tránsito, con un calor insoportable y una invasión de zancudos que se deleitaban con nuestra sangre, porque poco a poco fueron aumentando los huéspedes provenientes de otros países de paso hacia Chile.

Varios compatriotas venían desde Venezuela a nuestro país y también fueron retenidos en el aeropuerto limeño lo que nos hizo pensar que la acción se debía al sentimiento antichileno que existe en el vecino país hacia nuestros connacionales y así, conversando la noche, fue pasando el tiempo, lento, triste y nostálgico.

En esos momentos nos damos cuenta de lo que significa la libertad y lo que afecta anímicamente el sentirse prácticamente preso en tierra extraña y surgen raudamente los recuerdos del hogar y de los seres queridos que hace pocas horas se dejaron en casa.

Desgraciadamente esto sucede a menudo y sería muy conveniente que se pusiera término a esta falta de respeto hacia los pasajeros que en última instancia son los que pagan y sufren las consecuencias de las discriminaciones.

La lectura entre líneas siempre oculta algo más delicado y esa noche escribí esta nota y lo recuerdo como una experiencia amarga en un viaje que pudo haber sido hermoso y no lo fue.
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