Imagen Ciudad y Delincuencia: Aproximaciones a las lamentables noticias de La Unión ocurridas a fines de 2014
Para cualquier ciudad, comuna o unidad territorial, resulta importante conservar su identidad, por medio del patrimonio material o inmaterial, lo que constituye un baluarte resguardado legítimamente por los ciudadanos que se sienten parte de una comunidad, la cual aspira a proyectar esa identidad al exterior, lo que se conoce como la ” imagen ciudad”.
El objetivo de ésta columna es abordar lo dañino que puede resultar noticias de criminalidad y delincuencia para una localidad. En particular, se analizarán los lamentables casos de homicidio y violaciones ocurridos a finales del año 2014 en la ciudad de La Unión, con una perspectiva crítica, pero a la vez constructiva, ofreciendo posibles caminos que pueden conducir a tener una alerta prudente y permanente frente a hechos que son considerados aislados para algunos, pero muy peligrosos en el contexto donde se desarrollan.
Desde hace un tiempo, se vienen escuchando casos lamentables de noticias relacionadas con homicidios en la ciudad de La Unión, esta situación resulta preocupante, por sus características trágicas que enrojecen portadas de medios de comunicación social principalmente de tipo local. El año recién pasado se despidió con varias noticias de homicidio y una violación, las cuales resultan repudiables a los ojos de cualquier ciudadano, perdiendo en cierto modo, la paz social que se palpaba desde hace varios años en la ciudad.
Se debe dejar claro que la intención de ésta columna no es alarmar ni colocar en el tapete la criminalidad, por sobre otros problemas cotidianos que coexisten en cualquier ciudad, pues la delincuencia aunque no sea popular decirlo, es como los conflictos siempre están presentes, y hay que aprender a vivir con aquello, la gracia está en establecer las condiciones necesarias para garantizar un control adecuado, por intermedio de la participación de todos los actores que intervienen en una localidad, con el fin de adelantar una discusión con altura de miras, la cual debe constituir un pilar fundamental, para realizar acciones concretas en post de la seguridad de todos los unioninos y unioninas.
Tampoco es la intención actuar como aguafiestas, considerando que ésta temporada es alta en cuanto al flujo de turistas, donde es habitual la presencia de muchas festividades propias del verano. Por lo mismo, es preciso hacer hincapié en la importancia de tomar los resguardos necesarios que garanticen el disfrute merecido y descanso de quienes tienen vacaciones o simplemente aspiran a habitar en un ambiente de bienestar social.
Ahora bien, volviendo al contenido de ésta columna, si se hace un poco de memoria, hace aproximadamente una década atrás existieron casos de connotación nacional, con características similares, pero con consecuencias mucho más graves, pues lo constituyeron desapariciones y homicidios que dieron, por mucho tiempo, una mala fama a la ciudad en medios de comunicación a nivel nacional. El caso más recordado lo constituye la desaparición del joven Jordan, que dio a conocer a la Ciudad de La Unión como misteriosa y peligrosa en su momento. Lamentablemente al día de hoy no se sabe nada del paradero de éste joven y eso quedó tapado en el olvido colectivo de los ciudadanos.
Por ese motivo, es primordial no soslayar la existencia de un problema o fenómeno, que es bastante grave, ya sea por sus características de habitualidad, en cuanto a ocurrencia y cantidad en el corto plazo en que sucedieron, así como también por sus consecuencias negativas para la “imagen ciudad” que se proyecta hacia el resto del país. Por lo tanto, surge la necesidad de tomar medidas al respecto, usando como premisa fundamental, que éstos hechos de violencia no ocurren por simple casualidad.
No es prudente apuntar los dardos a un único culpable, pues se reconoce que el problema de delincuencia va mucho más allá de medidas paliativas y operativas, tales como aumentar el número de policías, generar planes comunales de seguridad, mejorar la iluminación de la ciudad, etc. La causalidad de evidencias mostradas en los medios de comunicación, dan a entender que, el problema tiene un fuerte componente sociológico, que está presente en el imaginario colectivo y que debe ser abordado de manera integral, por ejemplo generando equipos de trabajo multidisciplinarios que puedan plantear soluciones desde sus diferentes disciplinas.
Un componente sociológico directamente relacionado con la violencia de hechos de delincuencia lo constituye la propia desocupación laboral. Para nadie es una novedad de que en La Unión existe mucha población desempleada, sobre todo juvenil, independientemente de que la Región del Los Ríos, en general, presenta mejores índices de empleabilidad que desde hace algunos años, según los datos actualizados del Instituto Nacional de Estadística (INE). En toda localidad existe la llamada “cesantía encubierta”, la cual incluye a personas que nunca han trabajado formalmente, y que por lo tanto, no son parte de la población económicamente activa (PEA), que es la que se cuenta para calcular los índices de empleabilidad. Por tanto, una de las causalidades podría estar dada por las escasas oportunidades de trabajo que existen en la ciudad, pues lamentablemente cada vez hay menos empresas productivas y escasas empresas de servicios, lo que conduce a una ociosidad obligada, que puede transformarse en un foco de delincuencia, lo cual no quiere decir que, el hecho de que las personas no tengan trabajo se transformen en delincuentes, sino que simplemente es una de las tantas posibles causas a este complejo problema.
En éstos casos es imprescindible darle el énfasis que se merecen los programas de prevención de delitos, entendiendo que esto lo trabajan normalmente las policías o programas específicos de gobierno, pero siempre faltan manos para ello, es por eso que, en esta ocasión, se invoca al rol que cumplen otras disciplinas, que traducido a una localidad, sería genuino apelar al protagonismo que deben ejercer las organizaciones sociales en éstos temas, haciéndose participe del acontecer local, aportando desde sus esferas, como por ejemplo formando monitores de prevención de delitos, activando defensa civil o de cualquier otra forma que realmente sea un aporte para tratar éste tipo de tema tan complejo y con esto de paso se hace efectiva la tan anhelada participación ciudadana.
Otra causal de carácter instrumental, puede estar dada por la gran cantidad de sitios eriazos que se encuentran sin realizar mantención alguna, para palear esto, se requiere establecer una política local permanente de mantención e inspección de éstos lugares, realizando mapas que permitan identificar los más peligrosos, colocando letreros de alerta si no hay recursos para cercar. En las grandes ciudades de otros países es normal encontrar éste tipo de mapas de delincuencia, que tienen como objetivo alertar a los ciudadanos de forma permanente y actualizada, previniendo de ésta forma la generación de delitos.
Siguiendo la idea anterior, resulta interesante hacer uso del espacio público, manteniendo a los ciudadanos permanentemente informados, generando estadísticas de delincuencia publicables, en sitios confiables, entendiendo que las policías tienen esos datos, pero poco lo difunden, tal vez si se mantuviera a la población más informada, podría disminuir la delincuencia, sabiendo que es una simple hipótesis no probada, pero que puede servir, por lo menos, para perder el miedo de la ciudadanía a la delincuencia, enfrentando de forma permanente un problema que persiste, pero que puede ser combatido simplemente con más información.
Finalmente, es de esperar que éste año 2015 pueda mostrar noticias alentadoras y proyectivas, que apunten a mejorar la “imagen de la ciudad” y demostrar que todas las acciones que se emprendan en post de mejorar la seguridad de la ciudad, deben ser bienvenidas. Tales acciones, deben ser impulsadas por diferentes instituciones de carácter público y privadas, contando con el compromiso de ciudadanos que actúen como entes activos del proceso de planificación que emane de las diferentes autoridades, con el fin de garantizar una temporada estival y un año en general liberado de preocupaciones extras, que no aportan al mejoramiento de una posición que se quiere tener de una verdadera y renovada imagen de la ciudad de La Unión.
Guido Asencio
El objetivo de ésta columna es abordar lo dañino que puede resultar noticias de criminalidad y delincuencia para una localidad. En particular, se analizarán los lamentables casos de homicidio y violaciones ocurridos a finales del año 2014 en la ciudad de La Unión, con una perspectiva crítica, pero a la vez constructiva, ofreciendo posibles caminos que pueden conducir a tener una alerta prudente y permanente frente a hechos que son considerados aislados para algunos, pero muy peligrosos en el contexto donde se desarrollan.
Desde hace un tiempo, se vienen escuchando casos lamentables de noticias relacionadas con homicidios en la ciudad de La Unión, esta situación resulta preocupante, por sus características trágicas que enrojecen portadas de medios de comunicación social principalmente de tipo local. El año recién pasado se despidió con varias noticias de homicidio y una violación, las cuales resultan repudiables a los ojos de cualquier ciudadano, perdiendo en cierto modo, la paz social que se palpaba desde hace varios años en la ciudad.
Se debe dejar claro que la intención de ésta columna no es alarmar ni colocar en el tapete la criminalidad, por sobre otros problemas cotidianos que coexisten en cualquier ciudad, pues la delincuencia aunque no sea popular decirlo, es como los conflictos siempre están presentes, y hay que aprender a vivir con aquello, la gracia está en establecer las condiciones necesarias para garantizar un control adecuado, por intermedio de la participación de todos los actores que intervienen en una localidad, con el fin de adelantar una discusión con altura de miras, la cual debe constituir un pilar fundamental, para realizar acciones concretas en post de la seguridad de todos los unioninos y unioninas.
Tampoco es la intención actuar como aguafiestas, considerando que ésta temporada es alta en cuanto al flujo de turistas, donde es habitual la presencia de muchas festividades propias del verano. Por lo mismo, es preciso hacer hincapié en la importancia de tomar los resguardos necesarios que garanticen el disfrute merecido y descanso de quienes tienen vacaciones o simplemente aspiran a habitar en un ambiente de bienestar social.
Ahora bien, volviendo al contenido de ésta columna, si se hace un poco de memoria, hace aproximadamente una década atrás existieron casos de connotación nacional, con características similares, pero con consecuencias mucho más graves, pues lo constituyeron desapariciones y homicidios que dieron, por mucho tiempo, una mala fama a la ciudad en medios de comunicación a nivel nacional. El caso más recordado lo constituye la desaparición del joven Jordan, que dio a conocer a la Ciudad de La Unión como misteriosa y peligrosa en su momento. Lamentablemente al día de hoy no se sabe nada del paradero de éste joven y eso quedó tapado en el olvido colectivo de los ciudadanos.
Por ese motivo, es primordial no soslayar la existencia de un problema o fenómeno, que es bastante grave, ya sea por sus características de habitualidad, en cuanto a ocurrencia y cantidad en el corto plazo en que sucedieron, así como también por sus consecuencias negativas para la “imagen ciudad” que se proyecta hacia el resto del país. Por lo tanto, surge la necesidad de tomar medidas al respecto, usando como premisa fundamental, que éstos hechos de violencia no ocurren por simple casualidad.
No es prudente apuntar los dardos a un único culpable, pues se reconoce que el problema de delincuencia va mucho más allá de medidas paliativas y operativas, tales como aumentar el número de policías, generar planes comunales de seguridad, mejorar la iluminación de la ciudad, etc. La causalidad de evidencias mostradas en los medios de comunicación, dan a entender que, el problema tiene un fuerte componente sociológico, que está presente en el imaginario colectivo y que debe ser abordado de manera integral, por ejemplo generando equipos de trabajo multidisciplinarios que puedan plantear soluciones desde sus diferentes disciplinas.
Un componente sociológico directamente relacionado con la violencia de hechos de delincuencia lo constituye la propia desocupación laboral. Para nadie es una novedad de que en La Unión existe mucha población desempleada, sobre todo juvenil, independientemente de que la Región del Los Ríos, en general, presenta mejores índices de empleabilidad que desde hace algunos años, según los datos actualizados del Instituto Nacional de Estadística (INE). En toda localidad existe la llamada “cesantía encubierta”, la cual incluye a personas que nunca han trabajado formalmente, y que por lo tanto, no son parte de la población económicamente activa (PEA), que es la que se cuenta para calcular los índices de empleabilidad. Por tanto, una de las causalidades podría estar dada por las escasas oportunidades de trabajo que existen en la ciudad, pues lamentablemente cada vez hay menos empresas productivas y escasas empresas de servicios, lo que conduce a una ociosidad obligada, que puede transformarse en un foco de delincuencia, lo cual no quiere decir que, el hecho de que las personas no tengan trabajo se transformen en delincuentes, sino que simplemente es una de las tantas posibles causas a este complejo problema.
En éstos casos es imprescindible darle el énfasis que se merecen los programas de prevención de delitos, entendiendo que esto lo trabajan normalmente las policías o programas específicos de gobierno, pero siempre faltan manos para ello, es por eso que, en esta ocasión, se invoca al rol que cumplen otras disciplinas, que traducido a una localidad, sería genuino apelar al protagonismo que deben ejercer las organizaciones sociales en éstos temas, haciéndose participe del acontecer local, aportando desde sus esferas, como por ejemplo formando monitores de prevención de delitos, activando defensa civil o de cualquier otra forma que realmente sea un aporte para tratar éste tipo de tema tan complejo y con esto de paso se hace efectiva la tan anhelada participación ciudadana.
Otra causal de carácter instrumental, puede estar dada por la gran cantidad de sitios eriazos que se encuentran sin realizar mantención alguna, para palear esto, se requiere establecer una política local permanente de mantención e inspección de éstos lugares, realizando mapas que permitan identificar los más peligrosos, colocando letreros de alerta si no hay recursos para cercar. En las grandes ciudades de otros países es normal encontrar éste tipo de mapas de delincuencia, que tienen como objetivo alertar a los ciudadanos de forma permanente y actualizada, previniendo de ésta forma la generación de delitos.
Siguiendo la idea anterior, resulta interesante hacer uso del espacio público, manteniendo a los ciudadanos permanentemente informados, generando estadísticas de delincuencia publicables, en sitios confiables, entendiendo que las policías tienen esos datos, pero poco lo difunden, tal vez si se mantuviera a la población más informada, podría disminuir la delincuencia, sabiendo que es una simple hipótesis no probada, pero que puede servir, por lo menos, para perder el miedo de la ciudadanía a la delincuencia, enfrentando de forma permanente un problema que persiste, pero que puede ser combatido simplemente con más información.

Guido Asencio