Cuando enamorarse también puede ser fatal: Las graves consecuencias de un amor fracasado

Dr. Franco Lotito C. – www.aurigaservicios.cl

¿Sabía usted, que cuando las personas encuentran en otros sujetos ciertos rasgos que les recuerdan a sus seres queridos o a cosas que son muy agradables, aumenta en su flujo sanguíneo la presencia de diversas substancias químicas (dopamina, feniletilamina, occitocina, serotonina, endorfinas, etc.) que explicarían el sentimiento de atracción, apego, deseo, cariño o “sensación de amor” que experimenta una determinada persona?

Al respecto de esta “química del amor” –que está asociada a una suerte de “catarata de hormonas y neurotransmisores” circulando velozmente por el organismo–, es necesario tener presente, que este sentimiento ha estado vinculado con lo que se ha llamado “una vivencia de locura”, y a todos nosotros, por lo demás, nos son bastante conocidas las frases “morir de amor” o “estar loco(a) de amor” por alguna persona, cuyos “síntomas” más característicos son: experimentar estados de euforia, felicidad y éxtasis (cuando las cosas van bien), rabia, irritación, ideación suicida y cambios bruscos de humor (cuando las cosas van mal), pérdida del apetito, dificultades para concentrarse, insomnio, sentir “mariposas en el estómago”, etc.

Ya Antífanes, comediógrafo griego de la antigüedad, comentaba, que había dos cosas que el hombre no podía ocultar: cuando estaba borracho y cuando estaba enamorado. El escritor Ortega y Gasset, por su parte, es mucho menos benévolo al respecto, y habla del enamoramiento, como un estado de “imbecilidad transitoria”, el cual, sin embargo, no puede mantenerse bioquímicamente activo durante mucho tiempo.

Algunos estudios internacionales comparan los efectos del amor que se producen en el cerebro como equivalentes a los efectos que genera una adicción cualquiera. Es decir, que quienes se enamoran y se encuentran en las primeras fases de un nuevo amor, presentan en los exámenes de resonancia nuclear magnética una actividad cerebral similar a la de aquellas personas adictas a la cocaína, o bien, a aquellos que son apostadores compulsivos, con consecuencias que, en oportunidades, pueden ser graves, cuando no fatales, especialmente, cuando al sujeto enamorado le resulta imposible separarse del objeto de su amor y, en consecuencia, cae en conductas que sólo pueden ser descritas como “conductas de acoso”, “conductas irracionales”, “conductas posesivas y/u obsesivas”.

Según el Dr. Daniel Goleman, en toda persona, el inicio de un nuevo romance produce la activación de dos zonas cerebrales (el núcleo caudado y el área ventral tegmental), que son las encargadas de producir dopamina, un neurotransmisor que comienza a circular en forma muy activa cuando el sujeto anticipa algún tipo de recompensa y que está asociado al sistema de placer del cerebro. Esto podría explicar por qué razón este estado de activación gatilla emociones tan dispares como la euforia, los celos intensos, la ansiedad o la rabia, y la persona cae en estados de total descontrol, o bien, emite conductas que parecen ser irracionales ante los ojos de los demás.

Estas mismas emociones y conductas, parecen intensificarse al máximo cuando la relación entre dos personas se deshace y se rompe, o uno de los involucrados se aleja de la otra persona, quien no desea terminar el vínculo amoroso. Basta pensar en la desesperación en la que pueden caer los adictos a la cocaína o la heroína, cuando no pueden acceder a una dosis que calme o “recompense” su adicción. Estas personas, impulsadas por un estado de gran desesperación interna, están dispuestas, simplemente, a todo: delinquir, asaltar, mentir, acosar, robar, torturar y hasta... matar.

El amor puede generar en las personas todo tipo de emociones, dependiendo de la combinación de diversos eventos: de si este sentimiento es algo mutuo, de si se produce un rechazo (o desprecio) por parte de uno de los miembros, o si es que la relación termina con un quiebre total de la pareja.

La condición de “estar enfermo de amor”, aparte de elevar los niveles de estrés en algunas personas, puede despertar en ellas diversas manías y conductas de naturaleza obsesivo-compulsivo, tales como mirar decenas de veces por la ventana tratando de divisar al objeto de su amor, experimentar una necesidad exagerada por revisar los mensajes de texto en el celular o chequear cada cinco minutos el computador para verificar si llegó el e-mail esperado, o bien, actuar y tomar decisiones, que muchas veces resultan ser absurdas e incomprensibles –desde el punto de vista del que observa el hecho– como en el caso de aquella esposa británica, quien en el año 2006 abandonó a su marido y a sus ¡20 hijos! de entre 7 y 25 años, para fugarse con su nuevo amor, a quien, hacía poco, había conocido a través de Internet.

Hay pacientes, que en la consulta manifiestan en forma abierta el “grato cosquilleo” que experimentan, cada vez que inician una nueva relación de pareja, o que hacen una nueva conquista amorosa. Según ellos mismos declaran, es tan grata y deseable la sensación de bienestar y felicidad que sienten, que simplemente no están dispuestos a dejar de experimentarla. En esos momentos, los pacientes expresan estar dispuestos, incluso, a tirarse “ciegamente al vacío y en la relación”, a pesar de los sinsabores por los que luego deberán pasar, una vez que la ilusión o el entusiasmo inicial desaparezca, y comiencen a darse cuenta de ciertos signos y señales de alarma, que les indican, que la relación se ha vuelto insostenible. Estos elementos impulsivos y arrolladores que coartan el pensamiento reflexivo, son los que permiten que una pasión amorosa desborde y descontrole el curso de sus vidas, y son los que explican una buena parte de los “visibles síntomas” del enamoramiento y las “locuras” que de éste derivan.

Señalemos finalmente, que la fina perspicacia e ironía de los humoristas queda muy bien graficada en su definición de este sentimiento: “Amor: enfermedad mental transitoria… curable con matrimonio”. En la misma línea humorística, algunos aseguran que el “Amor es ciego, pero que el matrimonio –o la convivencia– termina por devolverles... la vista”.

Afortunadamente, también tenemos muchos ejemplos de personas que están dispuestas a entregar su vida sin dudarlo, si con ello pueden salvar la de su amada(o).

Fuente: Franco Lotito C - flotitoc@gmail.com
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