¿Sabe usted qué tipo de estudiante es su hijo? y usted… ¿de cuál tipo de estudiante es?

Dr. Franco Lotito C. – www.aurigaservicios.cl
Docente e Investigador (UACh)

Toda persona –en su fuero interno e indistinto de su edad– siempre desea obtener buenos resultados en aquello que realiza: desempeñarse con éxito en alguna actividad, aprobar con notas de excelencia una asignatura, un curso de capacitación, un diplomado o un programa de magíster que está realizando, tener un promedio de notas alto, sacar sobre 750 puntos en la PSU, etc.

¿Cómo y cuándo logra una persona sacar buenos resultados, al mismo tiempo que destacarse por sobre los demás? ¿Qué pasos debe dar una determinada persona para lograr un buen rendimiento? De acuerdo con un estudio realizado por la psicóloga de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Michelle Rougier, así como con las propias investigaciones del autor de este escrito, la primera pregunta que debe responder la persona interesada en este tema, es ¿conozco mis fortalezas (o virtudes) y sé cuáles son mis debilidades (o defectos)? Aunque para algunos esta información pudiera parecerles irrelevante o de poca importancia, en realidad, conocer la respuesta a estas preguntas representa una de las claves –o secretos–­ más importantes del éxito (o fracaso) personal.

En consecuencia, a continuación tome un lápiz y un cuaderno, lea las descripciones consignadas más abajo y anote aquello con lo cual usted se sienta más identificado:

1. Me siento motivado por la posibilidad de manejar la mayor cantidad de información posible. Asisto siempre a clases y participo activamente en cada sesión. Acostumbro a leer sobre las materias tratadas en cada actividad o clase. Hago los trabajos, ejercicios o tareas que me dan, sin que alguien tenga que decírmelo y/o pedírmelo. Me preocupo de estudiar y/o leer diariamente. Tengo muy claro que el resultado final que obtenga dependerá exclusivamente de mí y de mi esfuerzo, y de nadie más.

2. Me interesas estudiar y que me vaya bien. Asisto a clases, pero si el profesor no es muy claro, me distraigo y no trato de preguntar ni de profundizar en el tema tocado. Hago la mayor parte de las tareas solicitadas por el profesor, pero cuando no entiendo la materia, las dejo a un lado y las acumulo. Cuando obtengo buenos resultados logro motivarme para hacer el esfuerzo, pero cuando me va mal, me desanimo un poco y me dejo estar.

3. Me gustaría que me fuera mejor de lo que me va, pero me cuesta ponerme a estudiar. Suelo faltar a clases, o bien llego atrasado o tarde a ellas. Mis cuadernos están incompletos y me falta parte de la materia que han pasado en clases. Me cuesta apagar la televisión o despegarme de mi celular. No me pongo al día con las tareas y estoy con la permanente sensación de tener muchas cosas pendientes. Muchas veces dependo de otras personas para hacer los trabajos. Me siento ansioso y preocupado en relación con los resultados que puedo lograr.

4. Pienso que sería bueno ser un profesional, pero no me gusta estudiar. Falto a clases y, cuando voy, tiendo a estar pendiente de cualquier cosa –computador, teléfono celular, Facebook, chatear, conversar con mis compañeros, etc.–, menos de lo que está explicando el profesor. Hay muchas materias de las cuales no tengo cuadernos ni apuntes. Creo que hay personas a las que sin estudiar les va bien y a veces he pensado que es mejor que me ponga a trabajar.

Ahora contraste cuáles de las descripciones consignadas más arriba siente o cree usted que describen mejor la conducta o actitud de su hijo. Y en el caso suyo ¿con cuáles de las descripciones se siente más identificado? Tome en consideración lo siguiente:

Caso 1: Estudiante aplicado. Suele ser catalogado como un sujeto “mateo” o visto como un “ñoño”, pero es seguro que esta persona conseguirá alcanzar cualquier objetivo que se proponga en su vida.

Caso 2: Estudiante motivado. Si usted es de este tipo de personas y desea progresar, entonces debe organizarse mucho mejor y convertirse en un sujeto más proactivo y perseverante.

Caso 3: Estudiante desorganizado y dependiente de los demás. Si muy pronto no es capaz de modificar su actitud e innovar en su forma de proceder, es casi seguro que se quedará a medio camino.

Caso 4: No es un estudiante propiamente tal, y las probabilidades de fracasar en sus propósitos y objetivos son muy altas.

Al respecto de todo lo consignado más arriba, tenga siempre presente que usted es el arquitecto de su propio destino, y el éxito o el fracaso de su gestión –salvo que se confabulen muchos factores, la mala suerte y el azar en su contra– dependerá exclusivamente de su esfuerzo personal y del grado de motivación interna que usted posea. Culpar al destino, a la diosa fortuna, a la mala suerte o a "los otros" por el propio fracaso suele ser la salida más fácil, pero también la menos inteligente (y demasiado a menudo, la menos acertada).

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