Lu Xun: La palabra como rebelión y la nostalgia como inspiración
Leonardo Sandoval Hermosilla - leonardo.ivan.sandoval@gmail.com
Para quienes nos motiva la literatura en general, a medida que transcurren los años y a veces como en general en la vida, acontece que nuestras exigencias respecto de la calidad de los autores como de lo novedoso que nos puedan transmitir va aumentando.
Pero también, es cierto que a veces nos sorprende la lectura de libros que por situaciones por llamar de alguna forma anecdóticas, llegan a nuestras manos.
Este es el caso que me sucedió con el escritor chino LU XUN, también conocido con el nombre de Lu Sin, reconocido como el mayor exponente del movimiento de la nueva cultura china que irrumpe por el año 1919, en el marco del término de la dinastía Quing y el llamado a redefinir culturalmente a la nación oriental en términos de una nación moderna. Sí, así fue, en una parte recóndita de una estantería del Supermercado Carrefour de Bariloche me tope con un sencillo librito amarillo de una antología de cuentos de varios autores como Chejov y su “Dama del perrito”, Cortázar y “La Srta. Cora” y Lu Sin con “Tierra Natal”.
La sencillez de su prosa, la melancolía y nostalgia por el campo en que vivió en su niñez, esos hermosos recuerdos de infancia con su amigo Runtu, hizo que me identificara con el recuerdo de las vivencias que te marcan para toda la vida.
Empero, al mismo tiempo de esa sencillez sentí que emanaba una notoria protesta por la condición social de los marginados de la educación y de las oportunidades de la vida moderna. Esa voz de protesta que se enmarca en el arraigo, fueron las que motivaron a este autor a emprender su lucha, como a tantos otros escritores hasta el día de hoy y a denunciar aquella muralla invisible - pero existente- que la sociedad se encarga de construir cuando no existe igualdad en las oportunidades para acceder a la educación y a la cultura; es más, cuando ni siquiera se permite lo más primario: el sustento básico para la sobrevivencia.
Lu Xun se encarga de decirnos a través de su personaje autobiográfico, verdades tan tristes pero incontrarrestables, cuando entiende que su amigo de infancia Runtu con quien se encuentra después de dos décadas, a quien considera un hermano , padre de seis hijos, envejecido por el trabajo en el campo, empobrecido por las malas cosechas, - a diferencia de él , hombre educado y de ciudad- que ya nada los puede volver a unir , pues Runtu no lo puede tratar de igual a igual cuando se dirige a él y exclama: Señor…y Lu Xun confiesa: “Me atravesó como escalofrío. Entendí de golpe que entre nosotros se había levantado un triste y grueso muro. Yo tampoco supe que decir”.
Es por eso que Lun Xun también escribe en el prologo de otro de sus textos llamado “Gritos” que: “Sin importar cuán sano o cuan fuerte sea físicamente un pueblo, mientras sea inculto y medroso está condenado…”
A la vez esta tristeza que denota su escritura a la usanza de un Dostoievski Chino, es su mayor fuente de lucha e inspiración, cuando nos dice: “Pensé: de la esperanza no puede decirse que existe ni que no existe. Es como los caminos en la tierra; al principio no hay camino, pero luego al andar muchas personas, el camino aparece”.
Estas inquietudes por una mayor justicia social, aunque a muchos les incomode, demostrado está que jamás podrán pasar al olvido, pues siempre habrán hombres y mujeres que con su palabra nos motiven para que el estado de las cosas cambien para mejor.
Para quienes nos motiva la literatura en general, a medida que transcurren los años y a veces como en general en la vida, acontece que nuestras exigencias respecto de la calidad de los autores como de lo novedoso que nos puedan transmitir va aumentando.
Pero también, es cierto que a veces nos sorprende la lectura de libros que por situaciones por llamar de alguna forma anecdóticas, llegan a nuestras manos.
Este es el caso que me sucedió con el escritor chino LU XUN, también conocido con el nombre de Lu Sin, reconocido como el mayor exponente del movimiento de la nueva cultura china que irrumpe por el año 1919, en el marco del término de la dinastía Quing y el llamado a redefinir culturalmente a la nación oriental en términos de una nación moderna. Sí, así fue, en una parte recóndita de una estantería del Supermercado Carrefour de Bariloche me tope con un sencillo librito amarillo de una antología de cuentos de varios autores como Chejov y su “Dama del perrito”, Cortázar y “La Srta. Cora” y Lu Sin con “Tierra Natal”.
La sencillez de su prosa, la melancolía y nostalgia por el campo en que vivió en su niñez, esos hermosos recuerdos de infancia con su amigo Runtu, hizo que me identificara con el recuerdo de las vivencias que te marcan para toda la vida.
Empero, al mismo tiempo de esa sencillez sentí que emanaba una notoria protesta por la condición social de los marginados de la educación y de las oportunidades de la vida moderna. Esa voz de protesta que se enmarca en el arraigo, fueron las que motivaron a este autor a emprender su lucha, como a tantos otros escritores hasta el día de hoy y a denunciar aquella muralla invisible - pero existente- que la sociedad se encarga de construir cuando no existe igualdad en las oportunidades para acceder a la educación y a la cultura; es más, cuando ni siquiera se permite lo más primario: el sustento básico para la sobrevivencia.
Lu Xun se encarga de decirnos a través de su personaje autobiográfico, verdades tan tristes pero incontrarrestables, cuando entiende que su amigo de infancia Runtu con quien se encuentra después de dos décadas, a quien considera un hermano , padre de seis hijos, envejecido por el trabajo en el campo, empobrecido por las malas cosechas, - a diferencia de él , hombre educado y de ciudad- que ya nada los puede volver a unir , pues Runtu no lo puede tratar de igual a igual cuando se dirige a él y exclama: Señor…y Lu Xun confiesa: “Me atravesó como escalofrío. Entendí de golpe que entre nosotros se había levantado un triste y grueso muro. Yo tampoco supe que decir”.
Es por eso que Lun Xun también escribe en el prologo de otro de sus textos llamado “Gritos” que: “Sin importar cuán sano o cuan fuerte sea físicamente un pueblo, mientras sea inculto y medroso está condenado…”
A la vez esta tristeza que denota su escritura a la usanza de un Dostoievski Chino, es su mayor fuente de lucha e inspiración, cuando nos dice: “Pensé: de la esperanza no puede decirse que existe ni que no existe. Es como los caminos en la tierra; al principio no hay camino, pero luego al andar muchas personas, el camino aparece”.
Estas inquietudes por una mayor justicia social, aunque a muchos les incomode, demostrado está que jamás podrán pasar al olvido, pues siempre habrán hombres y mujeres que con su palabra nos motiven para que el estado de las cosas cambien para mejor.