Chile ¿País de Amigos?
Por Marisol Mora Arce, Cineasta y gestora cultural.
A quién no le ha pasado: alguien necesita un favor, saltarse la fila, conseguir una entrada, avanzar en la lista de espera, renovar una patente municipal, encontrar trabajo para un hijo recién egresado. Al otro lado del teléfono, funcionarios y ejecutivos que reciben estas solicitudes, ruegos y súplicas, y que en muchos casos tienen casi la obligación moral de decir que harán lo posible, evitando así quedar mal con ese pariente lejano, conocido del gimnasio o ex compañero de la enseñanza básica.
¿Es normal? Tendríamos que decir que no, pero hay que aceptar que es algo frecuente. Después de todo, nos identificamos desde hace generaciones con el dicho popular “Chile país de amigos”. Reconozcamos también que es ahí, en el ámbito de los favores y ayudas fuera de sistema, donde el concepto de amistad se amplía hasta llegar a los confines del universo, incluyendo a primos en tercer grado, vecinos de nuestros padres en sus pueblos de origen, o gente del asiento del lado con la que conversamos en el bus a Chiloé. Es parte de nuestra cultura, sin duda. ¿Es algo que tenemos que cambiar? Pienso que sí. Partamos por reconocerlo, por conocernos y aceptarnos, y generemos desde allí el cambio cultural necesario para una sociedad más transparente.
A pesar de nuestras diferencias, de las distintas crisis políticas y económicas por las que hemos pasado en los últimos 60 años, creo que Chile sigue siendo un país de amigos y amigas. Creo que la amistad en todas sus variantes ha sido muchas veces la respuesta a un sistema que sigue cojeando en áreas como la salud y la desigualdad en el acceso a oportunidades.
A quién no le ha pasado: alguien necesita un favor, saltarse la fila, conseguir una entrada, avanzar en la lista de espera, renovar una patente municipal, encontrar trabajo para un hijo recién egresado. Al otro lado del teléfono, funcionarios y ejecutivos que reciben estas solicitudes, ruegos y súplicas, y que en muchos casos tienen casi la obligación moral de decir que harán lo posible, evitando así quedar mal con ese pariente lejano, conocido del gimnasio o ex compañero de la enseñanza básica.
¿Es normal? Tendríamos que decir que no, pero hay que aceptar que es algo frecuente. Después de todo, nos identificamos desde hace generaciones con el dicho popular “Chile país de amigos”. Reconozcamos también que es ahí, en el ámbito de los favores y ayudas fuera de sistema, donde el concepto de amistad se amplía hasta llegar a los confines del universo, incluyendo a primos en tercer grado, vecinos de nuestros padres en sus pueblos de origen, o gente del asiento del lado con la que conversamos en el bus a Chiloé. Es parte de nuestra cultura, sin duda. ¿Es algo que tenemos que cambiar? Pienso que sí. Partamos por reconocerlo, por conocernos y aceptarnos, y generemos desde allí el cambio cultural necesario para una sociedad más transparente.
A pesar de nuestras diferencias, de las distintas crisis políticas y económicas por las que hemos pasado en los últimos 60 años, creo que Chile sigue siendo un país de amigos y amigas. Creo que la amistad en todas sus variantes ha sido muchas veces la respuesta a un sistema que sigue cojeando en áreas como la salud y la desigualdad en el acceso a oportunidades.
Invito a no bajar los brazos, a seguir exigiendo un país donde la gente encuentre respuesta a sus necesidades sin necesidad de saltarse la fila, donde podamos llamarnos con orgullo un país de amigos.
Fuente información: marismorarce@gmail.com
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