“Tenemos miedo”: La drástica medida de los apoderados de una escuela en Osorno
Una situación crítica se vive en la Escuela Paul Harris, en el sector de Rahue Bajo en Osorno, donde la comunidad educativa se encuentra en estado de alerta máxima. Tras sufrir cuatro robos en las últimas semanas, los apoderados decidieron no enviar a sus hijos a clases este miércoles, resultando en una asistencia de apenas 10 estudiantes de una matrícula de casi 200. La desesperación ha llevado a los propios padres y madres a organizar rondas de vigilancia hasta altas horas de la madrugada para proteger el establecimiento, que actualmente se encuentra sin agua potable en áreas clave, sin gas y con fallas eléctricas, mientras exigen una respuesta urgente del Departamento de Administración de Educación Municipal (DAEM) y las autoridades locales.
El frío matinal de este miércoles en Osorno fue el telón de fondo para una escena desoladora en las afueras de la Escuela Paul Harris: un establecimiento prácticamente vacío. La decisión de los apoderados fue drástica pero unánime: ante la ola de delincuencia que ha afectado al recinto, la gran mayoría optó por no enviar a sus hijos a clases, temiendo por su seguridad. De una matrícula cercana a los 200 alumnos, solo 10 se presentaron, y algunos de ellos fueron retirados por sus padres durante las primeras horas de la jornada.
La medida responde a una seguidilla de cuatro robos ocurridos en las últimas semanas. El último de ellos, perpetrado durante la tarde del martes, colmó la paciencia de la comunidad. Los delincuentes no solo sustrajeron especies, sino que causaron daños estructurales graves, rompiendo los fusibles de las llaves del agua potable y dejando a la escuela sin suministro en la cocina y los baños. A esto se suma la falta de gas para la preparación de alimentos y cortes de electricidad en diversos sectores, además de cámaras de seguridad que no se encuentran operativas.
Esta crisis obligó a los propios apoderados a tomar cartas en el asunto. Durante la noche del martes y hasta las 3 de la madrugada del miércoles, un grupo de padres y madres realizó rondas de vigilancia en el perímetro del colegio. "Estuvimos una manifestación desde las 4 de la mañana hasta las 8 y después solamente fue un tema de vigilancia que hicimos nosotros como apoderados por cuenta propia", relató una de las madres presentes, quien además confesó haber realizado la última ronda en su vehículo a las 3 AM.
La concejala María Valderas, quien ha visibilizado la problemática y la expuso en el concejo municipal del martes, se hizo presente en la escuela para entregar leche caliente y desayuno a los pocos niños que asistieron. "Llegaron poquitos niños porque los papás prefirieron dejarlos en las casas", comentó la edil, quien lamentó la falta de condiciones mínimas.
La frustración de la comunidad se dirige principalmente hacia el DAEM, el Departamento de Administración de Educación Municipal, entidad responsable de la gestión del establecimiento. Durante el concejo, el encargado de finanzas del departamento habría señalado que "no había plata como para poder arreglar las cosas ahora" y que todo debe seguir un protocolo.
Esta respuesta es inaceptable para los apoderados. "Están vulnerándole un derecho a los niños de la comida. Otro es sanitario y el otro es seguridad", afirmó una apoderada mientras preparaba nuevos lienzos con consignas como "No más robos" y "Que el DAEM de la cara". La misma madre agregó: "Nosotros lo que estamos pidiendo es un punto fijo aquí en el colegio, que arreglen la puerta del acceso a la bodega de la comida y que arreglen los baños. No es tanto tampoco. No vas a gastar 130 millones, vas a gastar menos".
Pese a que existiría un compromiso del DAEM para iniciar la instalación de protecciones y rejas el próximo viernes, la comunidad se mantiene escéptica y preocupada. La llegada de nueva mercadería de la Junta Nacional de Auxilio Escolar y Becas (JUNAEB) aumenta la urgencia de asegurar el recinto. Por ahora, los apoderados no planean enviar a sus hijos a clases en los próximos días y anuncian nuevas movilizaciones. "A mí me da terror mandar a mi hija a clase porque yo no sé si estos delincuentes se van a llegar y meterse a la sala y asaltarlos", sentenció una madre, resumiendo el sentir de toda una comunidad educativa que hoy exige su derecho a aprender en un entorno seguro.
Fuente información: Álvaro Torres Riobó
El frío matinal de este miércoles en Osorno fue el telón de fondo para una escena desoladora en las afueras de la Escuela Paul Harris: un establecimiento prácticamente vacío. La decisión de los apoderados fue drástica pero unánime: ante la ola de delincuencia que ha afectado al recinto, la gran mayoría optó por no enviar a sus hijos a clases, temiendo por su seguridad. De una matrícula cercana a los 200 alumnos, solo 10 se presentaron, y algunos de ellos fueron retirados por sus padres durante las primeras horas de la jornada.
La medida responde a una seguidilla de cuatro robos ocurridos en las últimas semanas. El último de ellos, perpetrado durante la tarde del martes, colmó la paciencia de la comunidad. Los delincuentes no solo sustrajeron especies, sino que causaron daños estructurales graves, rompiendo los fusibles de las llaves del agua potable y dejando a la escuela sin suministro en la cocina y los baños. A esto se suma la falta de gas para la preparación de alimentos y cortes de electricidad en diversos sectores, además de cámaras de seguridad que no se encuentran operativas.
Esta crisis obligó a los propios apoderados a tomar cartas en el asunto. Durante la noche del martes y hasta las 3 de la madrugada del miércoles, un grupo de padres y madres realizó rondas de vigilancia en el perímetro del colegio. "Estuvimos una manifestación desde las 4 de la mañana hasta las 8 y después solamente fue un tema de vigilancia que hicimos nosotros como apoderados por cuenta propia", relató una de las madres presentes, quien además confesó haber realizado la última ronda en su vehículo a las 3 AM.
La concejala María Valderas, quien ha visibilizado la problemática y la expuso en el concejo municipal del martes, se hizo presente en la escuela para entregar leche caliente y desayuno a los pocos niños que asistieron. "Llegaron poquitos niños porque los papás prefirieron dejarlos en las casas", comentó la edil, quien lamentó la falta de condiciones mínimas.
La frustración de la comunidad se dirige principalmente hacia el DAEM, el Departamento de Administración de Educación Municipal, entidad responsable de la gestión del establecimiento. Durante el concejo, el encargado de finanzas del departamento habría señalado que "no había plata como para poder arreglar las cosas ahora" y que todo debe seguir un protocolo.
Esta respuesta es inaceptable para los apoderados. "Están vulnerándole un derecho a los niños de la comida. Otro es sanitario y el otro es seguridad", afirmó una apoderada mientras preparaba nuevos lienzos con consignas como "No más robos" y "Que el DAEM de la cara". La misma madre agregó: "Nosotros lo que estamos pidiendo es un punto fijo aquí en el colegio, que arreglen la puerta del acceso a la bodega de la comida y que arreglen los baños. No es tanto tampoco. No vas a gastar 130 millones, vas a gastar menos".
Pese a que existiría un compromiso del DAEM para iniciar la instalación de protecciones y rejas el próximo viernes, la comunidad se mantiene escéptica y preocupada. La llegada de nueva mercadería de la Junta Nacional de Auxilio Escolar y Becas (JUNAEB) aumenta la urgencia de asegurar el recinto. Por ahora, los apoderados no planean enviar a sus hijos a clases en los próximos días y anuncian nuevas movilizaciones. "A mí me da terror mandar a mi hija a clase porque yo no sé si estos delincuentes se van a llegar y meterse a la sala y asaltarlos", sentenció una madre, resumiendo el sentir de toda una comunidad educativa que hoy exige su derecho a aprender en un entorno seguro.
Fuente información: Álvaro Torres Riobó