Gerente de SalmonChile: "Todo el salmón restante es ilegal"

Pto. Montt. Fuente: Techno Press.

En el mercado de Angelmó (Región de Los Lagos) se mezclan las artesanías en alerce con el queso de vaca envejecido, las medias de lana de oveja con las conservas de murta, los ponchos chilotes con la mermelada de mora. Pero lo que más abunda en esta tradicional feria es el salmón, en distintas variedades. Es posible encontrarlo fresco, al vacío, ahumado e, incluso, en preparaciones nuevas como al merkén o a la pimienta negra.

Según lo informado por La Nación Domingo, sus locatarios aseguran que es imposible visitar Angelmó sin llevarse alguno de los productos de este cotizado pescado. Incluso, uno de los vendedores de un puesto cuenta orgulloso que despacha varios envíos a Santiago, "a buenos restaurantes". Esta semana, quien quería llevarse algo de salmón debía pagar entre $ 3.000 y $ 5.000 el kilo, fuera fresco o ahumado, aunque hace algunos días aún se podía encontrar a $ 2.000.

Ese salmón tiene una particularidad: es robado. En Chile las salmonicultoras exportan el 95% de su producción y el 5% restante es vendido a supermercados nacionales. En el país no existe la pesca artesanal de salmón, y cuando se hace con mosca, se autoriza la extracción sólo de dos piezas. "Todo el salmón restante es ilegal", aseguró a este medio el gerente general de SalmonChile, el gremio que agrupa a las compañías del sector, Carlos Odebret.

Sin embargo, es normal encontrar este pescado en las ferias libres de la Región de Los Lagos, especialmente en Angelmó, y a lo largo de toda la Isla de Chiloé. Y es habitual también pedir en cualquier restaurante del país un trozo de salmón grillé y pagar $ 3.000 o incluso menos.

Los perseguidores

"Es un negocio gigantesco", asegura Odebret. Según los cálculos del gremio, esta otra industria del salmón, que opera al margen de la legalidad, mueve al año US$ 58 millones, unos $ 30 mil millones. Es la misma cantidad que se reunió durante la Teletón en ayuda a las víctimas del terremoto, en la que las empresas más grandes de Chile aportaron cifras relevantes.

Por eso las salmonicultoras tienen a las organizaciones detrás de estos delitos como su enemigo número uno. De hecho, en diciembre del año pasado la asociación gremial decidió crear la Fiscalía Anti Robo Salmón (FAR-Salmón), conformada por un grupo de cuatro abogados del estudio Nazer y Méndez, la que se encarga de investigar y asegurar la persecución de estos hurtos. Y el Ministerio Público inició hace dos meses una investigación para conocer todas las aristas que tiene a este fenómeno delictual.

Por cierto, el robo siempre ha existido en la salmonicultura. Pero antes el delito era a menor escala. Las personas llegaban a los centros de cultivo en bote, robaban unas pocas piezas de salmón y luego las vendían en el mercado interno o simplemente las consumían en sus casas. Con los años el delito se fue sofisticando. "Así como la industria fue creciendo, también lo fue haciendo la frecuencia del robo y su complejidad. Y en algún minuto esto se empezó a transformar en un muy buen negocio", cuenta Odebret.

Entre el 2% y el 4% de la producción total es robado y comercializado en forma ilegal. En el momento peak de la industria, cuando se cosechaban 600 mil t de pescado, la pérdida casi no se notaba. Sin embargo, desde fines de 2007, cuando el virus ISA desató la mayor crisis por la que ha atravesado la salmonicultura y la producción cayó a la mitad, el efecto de los robos se hizo más notorio. "Por lo tanto, ese 4% podía significar buena parte del pago de la deuda de las empresas", aclara Odebret. "Estamos en una época en que es muy difícil obtener ganancias. Gana el que pierde menos y esto es parte de perder menos", agrega Juan Cristóbal Grünwald, el abogado que encabeza la FAR-Salmón.

Además, desde hace algunos meses, se agregó una nueva variable a estos robos: la violencia. Cuenta el gerente general de SalmonChile que el caso más emblemático se registró el año pasado en un centro de cultivo de la empresa Trusal, en el estuario de Reloncaví, donde los delincuentes ingresaron con armas, maniataron y amenazaron a los guardias y luego robaron en las jaulas.

Esos dos factores, el virus ISA y la escalada de violencia, produjeron un punto de inflexión en las compañías del sector que, hasta hace algún tiempo, se despreocupaban de la seguridad en los centros y sólo a veces hacían las denuncias a la justicia. "Nadie quería reconocer que le robaban. En el fondo, estaba la idea de que a un gil le pasaba esto", sostiene Grünwald. Hoy la guerra contra estas mafias son una de sus principales preocupaciones y la creación de la FAR-Salmón es la prueba más visible de este nuevo rumbo.

Pesca millonaria

Daniel Alvarado, fiscal jefe de Puerto Montt, asegura que en la investigación del Ministerio Público aún no se ha podido determinar si son una o varias organizaciones las que están detrás de esta industria paralela. Sin embargo, las empresas sí conocen claramente el modus operandi de estas bandas.

El robo más habitual es el que se realiza en los centros de cultivos de las regiones de Los Lagos y de Aysén. Siempre de noche, los delincuentes llegan en lanchas medianas, de 10 a 12 metros de largo, se instalan junto a la balsa jaula, rompen el sello de seguridad de la malla pajarera y, con una red o chinguillo -como la conocen los pescadores-, que lanzan al fondo de la jaula, sacan los peces y luego los acumulan en la lancha. Ese procedimiento puede durar hasta una hora. Según Grünwald, en una de estas maniobras pueden sacar desde seis hasta 12 t de salmón.

Su mira no está puesta en cualquiera de las jaulas. Su objetivo son aquellas que tienen peces sobre el kilo y medio. ¿Y cómo saben cuáles tienen los salmones más grandes? Esa es una de las particularidades de estos robos, ya que los delincuentes manejan esa información con anterioridad y sospechan que sean los guardias quienes le proporcionan esos datos. Odebret sostiene que "lo que nos han comentado es que sobornan a los guardias con un pago que va desde los $ 600 mil hasta el $ 1 millón". El resto de los involucrados recibe sumas igualmente abultadas.

El jefe de la Prefectura Provincial de Llanquihue de la PDI, prefecto Juan Galleguillos, cuenta que hace algunas semanas en la Isla Maillén desbarataron una banda en la que le pagaron $ 1 millón al capitán de la lancha, la misma cantidad que cuesta el arriendo por un día de una de estas embarcaciones. Y quienes realizan en trabajo menor no reciben menos de $ 200 mil. "Eso demuestra que es un negocio bastante grande y rentable", acota el prefecto.

Grünwald explica que una vez robado, el pescado puede ser desviscerado en el mismo trayecto en el mar o simplemente entregado entero a un camión tres cuartos que los está esperando en la costa. Algunas veces esta carga llega a una planta clandestina, como la que descubrió la PDI a comienzos de abril en el sector de Lagunitas, en Puerto Montt, en la que se incautaron 3,5 t de salmón que tenía deficientes condiciones higiénicas.

Directo al restaurante

Angelmó es el destino más emblemático de este salmón robado, pero no el único. Como el salmón ya es parte de la dieta de los habitantes de la región, en las ferias libres es posible encontrarlo en sus diversas variantes. Incluso, en el gremio han detectado que las piezas robadas están siendo comercializadas en ferias y en el Mercado Central de Santiago. "En Semana Santa vimos en la tele a un tipo que mostraba un salmón que había comprado en Santiago. Eso ocurre a lo largo de todo el país", explica Odebret.

Uno de los destinos más frecuentes de estos pescados son los restaurantes, donde ya es habitual en sus cartas, y donde un trozo de salmón con acompañamiento puede costar desde $ 3.500. "A veces puede ser más barato que una merluza y eso no cuadra porque el kilo cuesta US$ 7", explica Odebret. "Si consumes salmón en un restaurante, probablemente será robado. Es imposible competir con el precio al que se vende el salmón ilegal, que es a un tercio del precio de costo. Ver cuánto vale el salmón en un restaurante demuestra que casi nadie lo compra en forma legal", asegura Grünwald.

Y aunque aún no se comprueba del todo, en la industria están seguros de que parte importante de estos salmones es exportada. Cómo y hacia dónde son detalles que todavía se investigan. "Estamos más o menos seguros de que estas organizaciones sí tienen la capacidad de exportar. Para eso se necesita, sobre todo, la documentación y por eso creemos que hay falsificación y manipulación de documentos, timbres y sellos. ¿Hacia dónde se exporta? Tengo una idea, pero aún no está cien por ciento comprobada. Ahora, esto no significa que el comprador en el extranjero sepa que el pescado es robado", explica Grünwald.

Las sospechas de exportación y las cifras que mueven anualmente estas mafias dan una idea de la magnitud del negocio. "Es una industria informal tan organizada en que hay muchos prestadores para cada uno de los servicios y mueve millones de dólares. Mi percepción es que es más de una organización. Todo parte por el que necesita el pescado, se empieza a averiguar quién tiene, luego se contacta con alguien que tiene gente cercana en una planta y se comunican con quien podría realizar el robo", agrega el abogado.

Por lo mismo, la investigación del Ministerio Público se orienta no sólo al robo de los peces, sino también a la configuración de otros ilícitos, como comercio clandestino y delitos tributarios y contra la salud pública. "Lo que nos interesa es dimensionar la magnitud del fenómeno", precisa el fiscal jefe de Puerto Montt.

La PDI también tiene en su mira a estas organizaciones y, desde octubre pasado, dispuso un equipo especial de la Brigada de Robos de Puerto Montt para desbaratar a estas bandas. Mientras, la Gobernación Marítima implementó una especie de plan cuadrante del mar, "en la que actuamos con patrullajes y damos una respuesta inmediata cada vez que nos avisan que se produjo un ilícito en algún centro", explica el capitán de la Quinta Zona Naval, Jaime Aros.

Desde que se creó la FAR-Salmón, se han realizado 42 denuncias ante el Ministerio Público. Dos de esas investigaciones ya terminaron y una concluyó con un detenido. Según Odebret, una de sus metas es terminar con la percepción de que robar salmones no es un delito: "Aún se mantiene la idea de que los ladrones de salmones son una especie de Robin Hood, que roban los centros de cultivo para vender barato. Pero estos robos no son distintos a los que ocurren en un supermercado, ni tampoco son pequeños. Es una acción coordinada a favor de un delito, no es algo artesanal".

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