Alzheimer: cómo prevenir y detener la temida enfermedad del olvido (Parte 2)

Alzheimer
Dr. Franco Lotito C. – www.aurigaservicios.cl - Académico, investigador y escritor (PUC-UACh)

Previamente, hemos destacado el hecho, que el Alzheimer es un trastorno neurodegenerativo y multifactorial del cerebro, que representa hasta el 70% de todas las demencias, y que puede tener un componente genético y también un componente ambiental. La enfermedad de Alzheimer afecta directamente las funciones de las células cerebrales, una condición, que hoy en día, se está observando en gente cada vez más joven.

Tanto los neurólogos, geriatras, así como personas expertas en trastornos cerebrales pueden aplicar algunas pruebas, con la finalidad de detectar y diagnosticar el grado de avance de la enfermedad, o bien, el nivel de deterioro que presenta el paciente. En la evaluación médica se determinará si:
  1. La persona presenta un deterioro de las habilidades de razonamiento y memoria.
  2. Si presenta cambios de conducta o de personalidad.
  3. El grado de deterioro de la memoria y de la capacidad ejecutiva.
  4. La manera en que los problemas derivados del deterioro del razonamiento y memoria afectan la capacidad del paciente de desenvolverse en la vida diaria.
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El Alzheimer: La temida enfermedad del olvido (Parte 1)
https://www.paislobo.cl/2019/07/el-alzheimer-la-temida-enfermedad-del.html
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Lo anterior, puede ir acompañado de la aplicación de reactivos psicológicos por parte de un psicólogo experto, con la finalidad de tener certeza acerca del nivel de deterioro cognitivo, al comparar los resultados obtenidos del paciente con los indicadores estadísticos de la población normal.

Algunos de los primeros signos y síntomas de demencia de Alzheimer son los siguientes:
  1. Deterioro de la memoria: dificultad para recordar eventos y la tendencia a extraviar objetos.
  2. Problemas para concentrarse, planificar o resolver problemas: esto corresponde a la pérdida de la capacidad ejecutiva.
  3. Dificultades para realizar y completar tareas diarias, ya sea en el hogar o en el trabajo.
  4. Confusión en relación con los lugares, direcciones o con el paso del tiempo.
  5. Dificultades visuales o de espacio: por ejemplo, no poder calcular las distancias al conducir, o bien, perderse en el camino.
  6. Problemas con el uso del lenguaje: no poder recordar palabras o tener un vocabulario reducido al hablar o escribir.
  7. Presentar errores de juicio que llevan al paciente a tomar malas decisiones.
  8. La persona se aísla y se retrae de compromisos sociales.
  9. Presenta cambios en el estado de ánimo (distimias, depresión), cambios de conducta y de personalidad.
Con la finalidad de prevenir y detener este trastorno, es preciso suministrar al cerebro los “nutrientes” de todo tipo que necesita –físicos, intelectuales, sociales y espirituales–, con el objetivo de buscar su recuperación. Lo anterior, significa comenzar a estimular el cerebro, ya sea por intermedio de la realización de nuevas actividades, así como también, a través de cambiar de ambiente, interactuar con más personas y evitar las fuentes de conflicto (social, familiar, laboral) que sobrecarguen negativamente el cerebro.

Revisemos algunas de las fórmulas y estrategias, que benefician a nuestro cerebro:
  1. Ejercite su mente: esto implica evitar la inactividad cognitiva y comenzar a “utilizar” el cerebro por medio de hacer cálculos matemáticos, resolver puzles, hacer crucigramas, jugar a las cartas (bridge, whist), ajedrez, a las damas, etc.
  2. Incremente su capacidad de aprendizaje y creatividad: sin importar la edad que usted tenga, siga estudiando, haga cursos de capacitación, complete estudios, haga diplomados, magíster, aprenda un nuevo idioma, aprenda a pintar, aprenda a tocar un instrumento musical, haga de la lectura un hábito constante. Con este tipo de actividades, su cerebro se mantiene “vivo” y activo, y comienza a generar nuevas redes neuronales, aspecto que se complementa en forma perfecta con los fenómenos llamados “neuroplasticidad cerebral” y “neurogénesis”.
  3. Evite el estrés crónico: de acuerdo con diversos estudios, aquellas personas propensas a desarrollar Alzheimer, pueden verse fuertemente afectadas por vivir en condiciones de estrés crónico, ya que las personas estresadas presentan menos conexiones cerebrales –neurona a neurona– que aquellos sujetos que están libres de estrés. El estar acompañado de personas con las cuales tenemos una relación cercana y afectuosa, nos puede ayudar a lidiar y manejar de mejor manera vivencias de estrés, de modo que lo ideal, es evitar la soledad o el aislamiento. Si a usted le gustan los animales, mantenga una mascota, ya que el sólo hecho de acariciar y pasar la mano por el pelaje de su mascota resulta ser una experiencia relajadora, des-estresante y beneficiosa, tanto para usted como para su mascota.
  4. Evite ambientes contaminados, así como la exposición (o ingesta) de toxinas y metales pesados: tenga presente que la concentración excesiva de metales pesados puede generar graves trastornos en los seres humanos (y también en los animales), algunos de ellos pueden ser, incluso, mortales. Es así, por ejemplo, que se ha detectado la presencia de altos niveles de aluminio en el cerebro de pacientes con Alzheimer, en comparación con aquellas personas sin la enfermedad. Se sospecha, asimismo, que los solventes son agentes que generan demencia, razón por la cual, si los va a utilizar, hay que hacerlo en espacios abiertos y ventilados. Por otra parte, la acumulación de plomo en nuestro cuerpo hace que las personas se tornen agresivas e hiperactivas, llegando a producirse convulsiones y que el sujeto pueda caer en coma y fallecer (las pinturas a base de plomo deben ser evitadas); el mercurio provoca dolores de cabeza, pérdida de memoria, daño a los pulmones y riñones (el mercurio se encuentra en pescados contaminados, en amalgamas dentales y en diversas vacunas); el zinc provoca úlceras estomacales, náuseas, irritaciones en la piel y daños en el páncreas; el cadmio provoca confusión, daño a los riñones y pulmones; el níquel puede generar asma, embolia pulmonar y enfermedades cardíacas. Todos estos metales pesados provocan, además, diversos tipos de cáncer.
  5. Es preciso cambiar el estilo de vida pro Alzheimer: esto significa, que hay cuidar el peso y mantener una dieta equilibrada, libre de grasas saturadas, exceso de azúcares y endulzantes del tipo aspartame. El aspartame, en días muy calurosos, tiende a degradarse a formaldehido, una sustancia que es tóxica para el cerebro. Su uso en exceso provoca síntomas similares a la esclerosis múltiple y, además de representar un verdadero “veneno sódico” para los niños, puede provocar: dolores de cabeza, depresión, pérdida de memoria, ataques de pánico, fibromialgia, infertilidad, abortos espontáneos, etc. Disminuya o elimine el consumo de tabaco y la ingesta nociva de alcohol. Evite productos que contengan Glutamato monosódico (GMS) presente en diversos tipos de sopas y productos alimenticios, ya que además de generar adicción, causa obesidad y no resulta beneficioso para el cerebro. Paralelamente, consuma antioxidantes (presentes en alimentos que contienen clorofila), vitaminas C y E, vitaminas complejo B, productos ricos en omega 3, ya que son elementos que tienden a reducir la inflamación sistémica.
  6. Haga ejercicio en forma regular: evite a toda costa el sedentarismo y comience a realizar algún tipo de deporte, gimnasia o actividad física –como caminar a paso rápido– que lo obligue a usted a moverse. Diversos estudios han demostrado que la actividad física realizada en forma regular restablece la función del hipocampo (centro de la memoria) en pacientes con demencia o con Alzheimer. El ejercicio físico genera, asimismo, endorfinas, sustancias que mejoran y estabilizan el ánimo de las personas. Por su parte, el Dr. John Ratey de la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard demostró que el ejercicio, la gimnasia y toda actividad física que realice una persona, optimiza el funcionamiento del cerebro de manera notable, haciendo “más inteligente” al individuo que la practica. En resumen: la realización de ejercicio en forma habitual favorece y estimula la generación de nuevas células cerebrales (o neurogénesis) del hipocampo. Además de todo lo anterior, el ejercicio físico es anti-estrés, anti-diabetes, anti-depresión, anti-Alzheimer, anti-obesidad, anti-hipertensión arterial.
  7. Si usted es creyente, cultive su faceta espiritual: aquellas personas que mantienen una conexión interna con la esperanza y la fe en un ser superior, desarrollan una suerte de “antídoto natural” contra la confusión mental en el caso de estar estresados o con problemas de tipo emocional, ya que “sus niveles de excitación neuronal se encuentran en un equilibrio natural”, condición que permite que el cerebro funcione en forma eficiente y permanezca calmado, con un buen desempeño general, ya que estas personas tienen la sensación de estar conectados y “acompañados” por un ser superior.
Digamos, finalmente, que muchos de los elementos señalados más arriba –si no todos–, dependen exclusivamente de la propia persona, dejando en claro, eso sí, que se requiere de un gran esfuerzo personal al servicio de la propia salud, al mismo tiempo que tener la suficiente fuerza de voluntad, perseverancia y auto motivación que conduzcan a la persona hacia la meta deseada, a saber: prevenir y detener el Alzheimer, la temida y dramática enfermedad del olvido.

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