Aquí en Chile te llamas “Viejo Pascuero”
Por Pablo Barría – Escritor tipo Fruna.
Me he transportado a lejanos años cuando me hacían acostar temprano porque iba a pasar el Viejito Pascuero. Mi Pascuero, aparentemente le dio Alzheimer a temprana edad, porque nunca se acordó de llevarme lo que pedí. En fin. Pero ahora que han pasado los años y el tiempo es el mejor remedio para curar heridas permítanme, con tono elegante y afilado, levantar mi copa (de cola de mono, por supuesto) en honor a nuestro único e inigualable Viejito Pascuero. Porque sí, mis compatriotas, aquí no tenemos necesidad de un tal Santa Claus ni de un apático Papá Noel. Aquí en Chile no andamos con nombres importados; nos basta y sobra con el Viejito Pascuero, el verdadero maestro de la Navidad a la chilena.
¿Quién es este tal Santa Claus? ¿Un señor que vive en el Polo Norte, rodeado de elfos escandinavos? ¡Por favor! El Viejito Pascuero no necesita esos lujos europeos. Nuestro viejito vive en el corazón del chileno, abrigado por la cueca y el calorcito de un asado en diciembre y si bien lleva su traje rojo (porque hasta él entiende la importancia de un buen uniforme). Aquí antiguamente se movilizaba en carreta o biloche, este último era un trineo hecho a la chilena, con gruesos palos, tirados por bueyes.
¿Papá Noel, dices? ¡Pfft!. El Viejito Pascuero no necesita marketing francés ni jingles de tienda de mall. Él llega con su saco cargado de regalos y humildad, un personaje que sabe que lo importante no es el envoltorio, sino el espíritu, y últimamente lo hemos visto en los paraderos de micro durmiendo tras una larga jornada.
Por eso, compatriotas, no permitamos que nos vengan a cambiar nuestro patrimonio navideño con extranjerismos innecesarios. Que, si vienen amigos foráneos y preguntan por Santa, respondamos con picardía:
—Qué vení a preguntar por Santa, aquí está el Viejito Pascuero, el que reparte regalos mientras escucha cumbia en la radio de la micro.
Y si insisten con Papá Noel, pongámonos firmes:
—Ese caballero quizás se pasea por Europa, pero aquí en Chile, lo que suena en las chimeneas no son cascabeles, sino el "¡ho, ho, ho!" del Viejito Pascuero, acompañado de un vaso de borgoña o cola de mono.
Así que defendamos con uñas, dientes y buen humor al anciano más querido de nuestra infancia. Porque mientras él siga trayendo regalos y magia, será siempre nuestro Viejito Pascuero, el verdadero ícono de la Navidad chilena.
Fuente información: Pablo Barría
Esta nota podría tener imágenes de: https://pixabay.com/es/ - https://unsplash.com/
Me he transportado a lejanos años cuando me hacían acostar temprano porque iba a pasar el Viejito Pascuero. Mi Pascuero, aparentemente le dio Alzheimer a temprana edad, porque nunca se acordó de llevarme lo que pedí. En fin. Pero ahora que han pasado los años y el tiempo es el mejor remedio para curar heridas permítanme, con tono elegante y afilado, levantar mi copa (de cola de mono, por supuesto) en honor a nuestro único e inigualable Viejito Pascuero. Porque sí, mis compatriotas, aquí no tenemos necesidad de un tal Santa Claus ni de un apático Papá Noel. Aquí en Chile no andamos con nombres importados; nos basta y sobra con el Viejito Pascuero, el verdadero maestro de la Navidad a la chilena.
¿Quién es este tal Santa Claus? ¿Un señor que vive en el Polo Norte, rodeado de elfos escandinavos? ¡Por favor! El Viejito Pascuero no necesita esos lujos europeos. Nuestro viejito vive en el corazón del chileno, abrigado por la cueca y el calorcito de un asado en diciembre y si bien lleva su traje rojo (porque hasta él entiende la importancia de un buen uniforme). Aquí antiguamente se movilizaba en carreta o biloche, este último era un trineo hecho a la chilena, con gruesos palos, tirados por bueyes.
¿Papá Noel, dices? ¡Pfft!. El Viejito Pascuero no necesita marketing francés ni jingles de tienda de mall. Él llega con su saco cargado de regalos y humildad, un personaje que sabe que lo importante no es el envoltorio, sino el espíritu, y últimamente lo hemos visto en los paraderos de micro durmiendo tras una larga jornada.
Por eso, compatriotas, no permitamos que nos vengan a cambiar nuestro patrimonio navideño con extranjerismos innecesarios. Que, si vienen amigos foráneos y preguntan por Santa, respondamos con picardía:
—Qué vení a preguntar por Santa, aquí está el Viejito Pascuero, el que reparte regalos mientras escucha cumbia en la radio de la micro.
Y si insisten con Papá Noel, pongámonos firmes:
—Ese caballero quizás se pasea por Europa, pero aquí en Chile, lo que suena en las chimeneas no son cascabeles, sino el "¡ho, ho, ho!" del Viejito Pascuero, acompañado de un vaso de borgoña o cola de mono.
Así que defendamos con uñas, dientes y buen humor al anciano más querido de nuestra infancia. Porque mientras él siga trayendo regalos y magia, será siempre nuestro Viejito Pascuero, el verdadero ícono de la Navidad chilena.
Fuente información: Pablo Barría
Esta nota podría tener imágenes de: https://pixabay.com/es/ - https://unsplash.com/